/ miércoles 19 de enero de 2022

Así es el oficio de los reparadores de calzado que hay en Valle de Bravo 

Desde hace 70 años son el único establecimiento que se dedica a arreglar zapatos en este Pueblo Mágico

Una suela dañada, una costura deshilvanada, un pedazo de piel desprendido, son los males que sufre el calzado que recorre a diario las calles del Pueblo Mágico de Valle de Bravo.

Por ello, vallesanas y vallesanos acuden al local de Jaime López, quien junto con su hermano han continuado con la empresa familiar que se fundó hace 70 años.

Desde que mi papá lo empezó, serían como unos 70 años, aproximadamente, somos la segunda generación”, explicó el reparador de calzado entrevistado.

Desde entonces y hasta la actualidad, el negocio ubicado en la calle Independencia, a unos metros del Mercado Municipal, es el único lugar donde arreglan todo tipo de imperfecciones que, con el uso y el tiempo, presenta el calzado.

Realmente nos sentimos un miembro importante del pueblo, ayudamos a las personas, también de ahí comemos nosotros, somos… más que nada, algo esencial para el desarrollo de nuestros habitantes de aquí del pueblo y también de las comunidades”, reconoció Jaime López.

Hablar del oficio de un zapatero va más allá de pensar que solo se dedica pegar suelas o pedazos de tela o piel que se desprenden del calzado.

Es todo un arte que requiere de experiencia, conocimiento y paciencia para dar un diagnostico del desperfecto que presenta el calzado dañado y encontrar una solución pronta y oportuna.

Es algo muy laborioso, cansado en muchísimas ocasiones, pero es algo muy entretenido, porque todos los días llega un zapato diferente, con unas formas de elaboración y no todo el zapato se arregla de la misma forma”.

En este momento del oficio es cuando el zapatero se convierte como si fuera un médico especialista en calzado, teniendo la misma sutileza en cada pieza tratada que la tendría cualquier profesional que se dedica a sanar los males.

Todo zapato tiene un procedimiento para arreglarlo, son cosas diferentes, tanto tenis, zapato de mujer, toda la variedad de calzado que hay, es la misma variedad de sabiduría que tenemos que tener para arreglar el zapato”, explicó.

Sin embargo, a pesar de que los hermanos López cuentan con las nociones básicas de la reparación del calzado, como el cualquier otro trabajo, día con día van aprendiendo nuevas técnicas de mejora.

Por lo que, hablar de los zapateros de una forma coloquial despectiva va contra la gran labor que hacen a la hora de reparar los males del calzado.

Nuestro oficio, muchas veces las personas no lo respetan como tal por que la frase desdeñada de ‘el zapatero’, pero realmente no soy el zapatero, soy la persona que arregla calzado en este municipio, eso nos ha hecho que nos ganemos el respeto de muchas personas”, enfatizó.

Arreglar calzado es un oficio honesto, donde la constancia que se tiene al día a día no permite ningún tipo de vicio, pues la responsabilidad de utilizar el material para pegar o coser, y la herramienta pulso cortante como pinzas, clavos y martillo, los obliga a estar conscientes de sus acciones al interior del taller.

La persona que debe de desempeñar este trabajo debe de ser una persona sobria, comprometida todo el tiempo con su trabajo y por su familia”, describió.

Reparación del calzado ante el Covid-19

Hace dos años, cuando comenzó la pandemia del virus SARS-CoV-2, fue difícil para la familia de los hermanos López, quienes tuvieron bajas ventas a pesar de ser un taller de reparación esencial.

Realmente quedamos en ceros, porque aquí trabajamos pero vamos al día, llegamos sin dinero y nos vamos con dinero, así es en este trabajo, si trabajamos tenemos dinero, si no trabajamos, pues no hay dinero”, refirió Jaime López.

Por lo que, para volver a comenzar a trabajar con normalidad, tuvieron que pedir prestado dinero que les serviría para comprar material y comenzar de nuevo.

Desde hace seis meses a la fecha el trabajo no ha bajado, por lo que la nueva normalidad ha llegado a ellos.

Por ello tuvieron que ampliar su jornada laboral para que la gente tuviera oportunidad de encontrarlos a todas horas, sacrificando, incluso, el tiempo que cerraban el establecimiento para ir a comer.

Es así como todos los días, de 9:00 a 18:00, el taller de reparación de calzado de los hermanos López está abierto para brindar el mejor servicio posible en Valle de Bravo.

Bajo el amparo de San Crispín y San Cipriano, y con la bendición de San Judas Tadeo, no dejarán de reparar el calzado para que continúe con su andar por el Pueblo Mágico.

Una suela dañada, una costura deshilvanada, un pedazo de piel desprendido, son los males que sufre el calzado que recorre a diario las calles del Pueblo Mágico de Valle de Bravo.

Por ello, vallesanas y vallesanos acuden al local de Jaime López, quien junto con su hermano han continuado con la empresa familiar que se fundó hace 70 años.

Desde que mi papá lo empezó, serían como unos 70 años, aproximadamente, somos la segunda generación”, explicó el reparador de calzado entrevistado.

Desde entonces y hasta la actualidad, el negocio ubicado en la calle Independencia, a unos metros del Mercado Municipal, es el único lugar donde arreglan todo tipo de imperfecciones que, con el uso y el tiempo, presenta el calzado.

Realmente nos sentimos un miembro importante del pueblo, ayudamos a las personas, también de ahí comemos nosotros, somos… más que nada, algo esencial para el desarrollo de nuestros habitantes de aquí del pueblo y también de las comunidades”, reconoció Jaime López.

Hablar del oficio de un zapatero va más allá de pensar que solo se dedica pegar suelas o pedazos de tela o piel que se desprenden del calzado.

Es todo un arte que requiere de experiencia, conocimiento y paciencia para dar un diagnostico del desperfecto que presenta el calzado dañado y encontrar una solución pronta y oportuna.

Es algo muy laborioso, cansado en muchísimas ocasiones, pero es algo muy entretenido, porque todos los días llega un zapato diferente, con unas formas de elaboración y no todo el zapato se arregla de la misma forma”.

En este momento del oficio es cuando el zapatero se convierte como si fuera un médico especialista en calzado, teniendo la misma sutileza en cada pieza tratada que la tendría cualquier profesional que se dedica a sanar los males.

Todo zapato tiene un procedimiento para arreglarlo, son cosas diferentes, tanto tenis, zapato de mujer, toda la variedad de calzado que hay, es la misma variedad de sabiduría que tenemos que tener para arreglar el zapato”, explicó.

Sin embargo, a pesar de que los hermanos López cuentan con las nociones básicas de la reparación del calzado, como el cualquier otro trabajo, día con día van aprendiendo nuevas técnicas de mejora.

Por lo que, hablar de los zapateros de una forma coloquial despectiva va contra la gran labor que hacen a la hora de reparar los males del calzado.

Nuestro oficio, muchas veces las personas no lo respetan como tal por que la frase desdeñada de ‘el zapatero’, pero realmente no soy el zapatero, soy la persona que arregla calzado en este municipio, eso nos ha hecho que nos ganemos el respeto de muchas personas”, enfatizó.

Arreglar calzado es un oficio honesto, donde la constancia que se tiene al día a día no permite ningún tipo de vicio, pues la responsabilidad de utilizar el material para pegar o coser, y la herramienta pulso cortante como pinzas, clavos y martillo, los obliga a estar conscientes de sus acciones al interior del taller.

La persona que debe de desempeñar este trabajo debe de ser una persona sobria, comprometida todo el tiempo con su trabajo y por su familia”, describió.

Reparación del calzado ante el Covid-19

Hace dos años, cuando comenzó la pandemia del virus SARS-CoV-2, fue difícil para la familia de los hermanos López, quienes tuvieron bajas ventas a pesar de ser un taller de reparación esencial.

Realmente quedamos en ceros, porque aquí trabajamos pero vamos al día, llegamos sin dinero y nos vamos con dinero, así es en este trabajo, si trabajamos tenemos dinero, si no trabajamos, pues no hay dinero”, refirió Jaime López.

Por lo que, para volver a comenzar a trabajar con normalidad, tuvieron que pedir prestado dinero que les serviría para comprar material y comenzar de nuevo.

Desde hace seis meses a la fecha el trabajo no ha bajado, por lo que la nueva normalidad ha llegado a ellos.

Por ello tuvieron que ampliar su jornada laboral para que la gente tuviera oportunidad de encontrarlos a todas horas, sacrificando, incluso, el tiempo que cerraban el establecimiento para ir a comer.

Es así como todos los días, de 9:00 a 18:00, el taller de reparación de calzado de los hermanos López está abierto para brindar el mejor servicio posible en Valle de Bravo.

Bajo el amparo de San Crispín y San Cipriano, y con la bendición de San Judas Tadeo, no dejarán de reparar el calzado para que continúe con su andar por el Pueblo Mágico.

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