La Procesión del Silencio tiene sus orígenes en las representaciones de la Semana Santa de Sevilla, España, instauradas durante el siglo XVI. La capital mexiquense, al igual que otras ciudades del país, recibió y abrazó esta tradición desde 1953, por la devoción a la Virgen de la Soledad, fomentada por la Orden Carmelita.
Antes de comenzar esta actividad el pregonero declama al paso de las imágenes, invitando a la reflexión y al arrepentimiento. En la ruta procesional se ubican puntos estratégicos para escuchar las saetas –canto popular-.
También se trata de una expresión de fe, en donde los cristianos en actitud de penitencia y mortificación, motivados por el silencio, meditamos y vivimos la muerte, así como resurrección de Jesucristo nuestro señor.
Este acontecimiento forma parte de las costumbres del Viernes Santo, entre las que también se encuentran: Cubrir imágenes de Jesús, Vestir de luto a la Virgen María, rezar el Víacrucis, meditar sobre las siete palabras de Jesús, la adoración a la cruz, el rezo del credo, conmemoración de la muerte de Jesús y la representación del Víacrucis.
Cabe destacar que, por el cierre de las principales avenidas en la capital mexiquense debido a las actividades religiosas del Viernes Santo, se espera que la actividad de los negocios establecidos –incluyendo los estacionamientos- se reduzca alrededor de un 50% o más, pero no así el ambulantaje.
Finalmente, en caso de que la ciudadanía desee unirse a la Procesión del Silencio, pueden consultar las diferentes redes sociales de la Arquidiócesis de Toluca, con el propósito de conocer los requisitos que debe cubrir, entre ellos, los de la pandemia del Covid-19.