/ lunes 29 de abril de 2024

Contexto | Leyenda en la segunda de Aldama (3)

Dentro de la penumbra, con respiración agitada y sintiendo que el espectro negro la seguía, Yolanda caminaba a grandes pasos para llegar al cuarto de la niña. El trayecto se le hacía eterno …pasó el primer cuarto y se tropezó con unas cajas de zapatos que se encontraban a su paso, se levantó lo más rápido que pudo y de manera atrabancada casi sin control de su cuerpo mientras seguía escuchando esas voces de ultratumba como orando como cantando, sonidos que la inquietaba, que no comprendía.

“ahhhhh, ehhh, Te caelum protegat, lux appareat, pulchra puella vita erit bonum tibi…ahhh, ehhh”, escuchaba repetir una y otra vez.

Pero debía llegar al cuarto de la niña…nunca se le había hecho tan largo. Era como si atravesar cada cuarto pasara por un túnel de tiempo en solo unos segundos, en un suspiro, pero se le hizo eterno. Llegó al umbral de la puerta, la lámpara iluminaba la cuna y la niña lloraba …la escena fue terrorífica…se detuvo unos instantes….tres mujeres vestidas de negro quienes cubrían su rostro con una velo giraban en torno a la cuna…“ahhhhh, ehhh, Te caelum protegat, lux appareat, pulchra puella vita erit bonum tibi…ahhh, ehhh…te caelum protegat…

Sus voces macabras, como de ultratumba parecían no detenerse ni percatarse de su presencia. La niña continuaba llorando y ella estaba paralizada. Las mujeres misteriosas, que parecían flotar, se detuvieron y se volvieron a verla. De entre la oscuridad del velo que las cubría alcanzó a ver solo una sonrisa misteriosa y solo la cuenca de los ojos vacías, oscuras, dentro de un rostro marmóreo. Dejaron de rondar y al detenerse parecían diluirse dejándole paso libre hacia la niña. Y sin saber de dónde sacaba fuerzas se abalanzó sobre la cuna en un movimiento muy rápido. Tomó a la niña entre sus brazos. Parada junto a la cuna vio su carita, la niña respiraba tranquila. Cerro sus ojitos y se volvió a dormir.

Yolanda de pronto se quedó tranquila. Poco a poco le volvía la calma. Las mujeres se habían ido. El espectro, ese enorme hombre vestido de negro parecía haber desaparecido como si se lo hubiera tragado la tierra. “los muertos siempre vuelven al mismo sitio”, pensó.

Yolanda exhausta se sentó en el sillón de la recámara en donde recordaba que su madre la acurrucaba de niña. Sintió una paz enorme y con la niña en sus brazos se sumió en un profundo sueño. Así pasaron las horas de la noche, abrazadas como si fueran un solo cuerpo, como si ella la volviera a guardar en su vientre para cuidarla, para protegerla.

Un ambiente de paz parecía reinar en la casa, en esa casa vieja de tres patios, de flores y de una pileta que guardaba el agua congelada de la noche. Las dos abrazadas parecían cubiertas con una luz que iluminaba. “Solo el amor salva a las almas” solía decir Yolanda.

El amanecer empezó a entrar a la recamara. Yolanda y la niña seguían sumidas en un sueño tranquilo. La luz del sol iluminaba sus cuerpos blancos como si fueran una imagen de la piedad.

Correo: contextotoluca@gmail.com

Dentro de la penumbra, con respiración agitada y sintiendo que el espectro negro la seguía, Yolanda caminaba a grandes pasos para llegar al cuarto de la niña. El trayecto se le hacía eterno …pasó el primer cuarto y se tropezó con unas cajas de zapatos que se encontraban a su paso, se levantó lo más rápido que pudo y de manera atrabancada casi sin control de su cuerpo mientras seguía escuchando esas voces de ultratumba como orando como cantando, sonidos que la inquietaba, que no comprendía.

“ahhhhh, ehhh, Te caelum protegat, lux appareat, pulchra puella vita erit bonum tibi…ahhh, ehhh”, escuchaba repetir una y otra vez.

Pero debía llegar al cuarto de la niña…nunca se le había hecho tan largo. Era como si atravesar cada cuarto pasara por un túnel de tiempo en solo unos segundos, en un suspiro, pero se le hizo eterno. Llegó al umbral de la puerta, la lámpara iluminaba la cuna y la niña lloraba …la escena fue terrorífica…se detuvo unos instantes….tres mujeres vestidas de negro quienes cubrían su rostro con una velo giraban en torno a la cuna…“ahhhhh, ehhh, Te caelum protegat, lux appareat, pulchra puella vita erit bonum tibi…ahhh, ehhh…te caelum protegat…

Sus voces macabras, como de ultratumba parecían no detenerse ni percatarse de su presencia. La niña continuaba llorando y ella estaba paralizada. Las mujeres misteriosas, que parecían flotar, se detuvieron y se volvieron a verla. De entre la oscuridad del velo que las cubría alcanzó a ver solo una sonrisa misteriosa y solo la cuenca de los ojos vacías, oscuras, dentro de un rostro marmóreo. Dejaron de rondar y al detenerse parecían diluirse dejándole paso libre hacia la niña. Y sin saber de dónde sacaba fuerzas se abalanzó sobre la cuna en un movimiento muy rápido. Tomó a la niña entre sus brazos. Parada junto a la cuna vio su carita, la niña respiraba tranquila. Cerro sus ojitos y se volvió a dormir.

Yolanda de pronto se quedó tranquila. Poco a poco le volvía la calma. Las mujeres se habían ido. El espectro, ese enorme hombre vestido de negro parecía haber desaparecido como si se lo hubiera tragado la tierra. “los muertos siempre vuelven al mismo sitio”, pensó.

Yolanda exhausta se sentó en el sillón de la recámara en donde recordaba que su madre la acurrucaba de niña. Sintió una paz enorme y con la niña en sus brazos se sumió en un profundo sueño. Así pasaron las horas de la noche, abrazadas como si fueran un solo cuerpo, como si ella la volviera a guardar en su vientre para cuidarla, para protegerla.

Un ambiente de paz parecía reinar en la casa, en esa casa vieja de tres patios, de flores y de una pileta que guardaba el agua congelada de la noche. Las dos abrazadas parecían cubiertas con una luz que iluminaba. “Solo el amor salva a las almas” solía decir Yolanda.

El amanecer empezó a entrar a la recamara. Yolanda y la niña seguían sumidas en un sueño tranquilo. La luz del sol iluminaba sus cuerpos blancos como si fueran una imagen de la piedad.

Correo: contextotoluca@gmail.com