/ jueves 31 de mayo de 2018

Imagogenia


Mensaje y persuasión

Vamos a la mitad del proceso electoral y personalmente estoy hasta el gorro de anuncios políticos por cualquier medio, donde el candidato –no importa el cargo al que aspire- se enfoca en gran medida en desacreditar al contrincante y no en presentar sus propuestas o invitar, literalmente, al ciudadano a votar por él.

Umberto Eco nos iluminó hace un par de años sobre lo que considera la “Legión de Idiotas”, que en pocas palabras es la posibilidad que han dado las redes sociales para que cualquier persona sin conocimientos e investigación propia de la labor periodística hable sobre el tema que le plazca, emita una opinión y ésta se tome como cierta; sin que nadie pueda callar el rumor, la intolerancia o el odio que de ella se emane.

Dicho esto, queda claro que la transmisión del mensaje a través de cualquier medio para persuadir a cualquiera de los 89.1 millones de votantes registrados en el padrón del INE, ya sea para cambiar su percepción o bien para convencerlos que son la mejor opción de los cuatro, es una tarea titánica y esto es principalmente gracias a la naturaleza de las redes sociales. Veámoslo de la siguiente manera si un candidato con “N” número de seguidores publica en sus redes sociales un mensaje “X”, éste será visto en primer nivel por sus seguidores que son principalmente gente con ideología a fin al mismo y en segundo y tercer nivel -como espectadores secundarios- son las impresiones que el video llega a hacer a los contactos de estos seguidores que no necesariamente comparten la ideología o que en el peor de los casos no les interesa. Así ese video con un mensaje “X” visto por sus “N” número de seguidores que busca persuadir o cambiar de ideología logra el único objetivo de cimentar la percepción inicial de aquellos con los que la comparte y de abrirse a la “legión de idiotas”, donde es objeto de reacciones adversas al objetivo del video.

Pero eso no es lo peor, porque esto se trata de un problema del sistema digital más allá de la labor estratégica, lo peor es que si creía que las campañas electorales no podían caer más bajo de lo que lo han hecho, lamento decirle estimado lector que sí se pudo. En este proceso electoral hemos visto desde “horrores” ortográficos en spots de TV –que también son difundidos en redes sociales-, entrevistas donde explican tres reformas en una, candidatos que de política y servicio público tienen nula experiencia o peor aún con antecedentes penales, videos basura como el del “Chavo Chaka” o “La Niña Bien” y, bueno, la lista resultaría interminable.

Las recientes campañas electorales han mostrado lo mejor y lo peor que la política tiene para ofrecer, hemos visto debates de risa con buenos formatos, pero no acordes al nivel político mexicano, la mayor parte de la campaña se ha enfocado en la agredir y desacreditar y no en las proponer y explicar, y así lo único que se ha comunicado es que a Anaya se le ve nervioso, a AMLO cansado, a Meade desesperado y a “El Bronco” jugando.

Queda claro que en este proceso la imagen pública del candidato debía estar enfocada en el mensaje y la persuasión, no en el aspecto estético, y ninguno a excepción de López Obrador ha logrado posicionar un mensaje claro, un motivo más por el que sigue hasta arriba en las encuestas.

@Mar_Naa


Mensaje y persuasión

Vamos a la mitad del proceso electoral y personalmente estoy hasta el gorro de anuncios políticos por cualquier medio, donde el candidato –no importa el cargo al que aspire- se enfoca en gran medida en desacreditar al contrincante y no en presentar sus propuestas o invitar, literalmente, al ciudadano a votar por él.

Umberto Eco nos iluminó hace un par de años sobre lo que considera la “Legión de Idiotas”, que en pocas palabras es la posibilidad que han dado las redes sociales para que cualquier persona sin conocimientos e investigación propia de la labor periodística hable sobre el tema que le plazca, emita una opinión y ésta se tome como cierta; sin que nadie pueda callar el rumor, la intolerancia o el odio que de ella se emane.

Dicho esto, queda claro que la transmisión del mensaje a través de cualquier medio para persuadir a cualquiera de los 89.1 millones de votantes registrados en el padrón del INE, ya sea para cambiar su percepción o bien para convencerlos que son la mejor opción de los cuatro, es una tarea titánica y esto es principalmente gracias a la naturaleza de las redes sociales. Veámoslo de la siguiente manera si un candidato con “N” número de seguidores publica en sus redes sociales un mensaje “X”, éste será visto en primer nivel por sus seguidores que son principalmente gente con ideología a fin al mismo y en segundo y tercer nivel -como espectadores secundarios- son las impresiones que el video llega a hacer a los contactos de estos seguidores que no necesariamente comparten la ideología o que en el peor de los casos no les interesa. Así ese video con un mensaje “X” visto por sus “N” número de seguidores que busca persuadir o cambiar de ideología logra el único objetivo de cimentar la percepción inicial de aquellos con los que la comparte y de abrirse a la “legión de idiotas”, donde es objeto de reacciones adversas al objetivo del video.

Pero eso no es lo peor, porque esto se trata de un problema del sistema digital más allá de la labor estratégica, lo peor es que si creía que las campañas electorales no podían caer más bajo de lo que lo han hecho, lamento decirle estimado lector que sí se pudo. En este proceso electoral hemos visto desde “horrores” ortográficos en spots de TV –que también son difundidos en redes sociales-, entrevistas donde explican tres reformas en una, candidatos que de política y servicio público tienen nula experiencia o peor aún con antecedentes penales, videos basura como el del “Chavo Chaka” o “La Niña Bien” y, bueno, la lista resultaría interminable.

Las recientes campañas electorales han mostrado lo mejor y lo peor que la política tiene para ofrecer, hemos visto debates de risa con buenos formatos, pero no acordes al nivel político mexicano, la mayor parte de la campaña se ha enfocado en la agredir y desacreditar y no en las proponer y explicar, y así lo único que se ha comunicado es que a Anaya se le ve nervioso, a AMLO cansado, a Meade desesperado y a “El Bronco” jugando.

Queda claro que en este proceso la imagen pública del candidato debía estar enfocada en el mensaje y la persuasión, no en el aspecto estético, y ninguno a excepción de López Obrador ha logrado posicionar un mensaje claro, un motivo más por el que sigue hasta arriba en las encuestas.

@Mar_Naa