/ lunes 22 de abril de 2024

La polarización invisible

“El término polarización se ha impuesto al resto de las candidatas debido a su gran presencia en los medios de comunicación y a la evolución de significado que ha experimentado. En los últimos años se ha extendido el uso de esta voz, que está recogida desde 1884 en el diccionario académico, para aludir a situaciones en las que hay dos opiniones o actividades muy definidas y distanciadas (en referencia a los polos), en ocasiones con las ideas implícitas de crispación y confrontación.

“Es habitual encontrar en los medios ejemplos que aluden a diversas formas de polarización, a nivel mundial: la polarización de la sociedad, de la política, de la opinión pública, de las posturas en las redes sociales, etc. Y es que tanto el verbo polarizar como su correspondiente sustantivo polarización se utilizan con frecuencia para expresar la idea de división en dos bloques, posiciones u opiniones enfrentadas.

“Según el Diccionario de la lengua española, polarizar es, entre otras cosas, ‘orientar en dos direcciones contrapuestas’, y en el Diccionario esencial se ofrece el siguiente ejemplo: La guerra polarizó la sociedad.

“Además de su interés lingüístico, el otro motivo para la elección de este término ha sido su elevada presencia en los medios de comunicación durante los últimos meses. Aplicada a la política y al ámbito ideológico, al mundo deportivo, al debate en las plataformas digitales y, en general, a cualquier escenario en el que sea habitual el desacuerdo, la voz polarización se ha extendido a lo largo de 2023”.

Así definió la fundación FundéuRAE por el Español Urgente el término “polarización” al anunciar que esta sería nombrada la palabra de 2023 destacando que “el otro motivo para la elección de este término ha sido su elevada presencia en los medios de comunicación durante los últimos meses”, esto nos haría pensar que este fenómeno tan estudiado está a la vista de todos y, por lo tanto, todos somos consicentes de sus consecuencias o, mejor dicho, de las cosas que puede generar; no obstante, no es así.

El reporte de Latinoamérica del estudio Edelman Trust Barometer 2023 señala que las cuatro fuerzas que conducen a la polarización son: las preocupaciones económicas; el desequilibrio institucional, que observa a las empresas con mayor nivel de competencia y ética que los gobiernos; la división de clases sociales, en donde la diferencia de ingresos ocasiona también que haya una diferencia sensible en su realidad y la lucha por la verdad, en donde se observa que cada día crece más la desconfianza en los medios (promovida en buena medida por los gobiernos negacionistas que prefieren llamar mentirosos a los medios que reconocer que sus estrategias no dan los resultados esperados y corregir el camino).

Prácticamente todos los especialistas estarán de acuerdo en que la polarización que se vive en el país es altamente visible y peligrosa debido a que puede detonar temas de violencia y confrontaciones entre los grupos sociales que defienden las diferentes posturas que detonan ese sentimiento de identidad pero que también ocasionan un repudio a los demás.

El problema radica en que, precisamente, fuera de los especialistas, en el común de la gente, la polarización es algo que no se ve, que no se percibe, que aunque esté ahí en la vida cotidiana, en las discusiones diarias, en las manifestaciones de repudio y hastío hacia los demás, en el enojo del tránsito vehicular de cada día, simplemente no se ve. Para la gran mayoría de la gente es como ese hombre que quiere ver el bosque pero no lo encuentra porque los cientos de árboles que lo rodean no le permiten avanzar.

Según el estudio, México no se encuentra en la lista de los países severamente polarizados, en el mejor de los casos estamos en la lista de los que se encuentran en peligro de una severa polarización según el estudio Edelman 2023. La gente no percibe el nivel de confrontación en la que nos encontramos, en otros estudios se identifica que casi 30 por ciento de la población considera que hay mucha polarización en el país, pero 50 por ciento percibe que hay “algo” o “poca” polarización.

La polarización es un problema grave porque no permite construir acuerdos, por el contrario, solo genera divisiones y hace mucho más manipulable a la gente porque en un entorno social donde se presentan puntos de vista dispares, decirle a los demás lo que sea que sirva para reforzar su perspectiva y les confirme que “tienen razón” y los otros “están equivocados” solo hace que crea lo que sea con tal de “haber ganado” la discusión o sentirse superior.

Para los gobiernos y políticos que han apostado por fomentar la polarización, las consecuencias saltan a la vista y se vuelven en su contra : al interior de los partidos se dan enfrentamientos cada vez más intensos entre militantes (en Morena, por ejemplo, ya de plano algunos se hace llamar “los puros” para destacarse del resto de los militantes; o en el PRI, se intensifican las divisiones entre “los mexiquenses” y “los nacionales”) lo que está generando interesantes fenómenos en los que las bases están dispuestas a hacer campaña en contra de sus propios partidos con tal de que el grupo que se impuso en la selección de candidatos pierda para, posteriormente, hacerles ver que estaban equivocados.

Paradójicamente, la polarización ha roto el sistema de partidos porque la contienda electoral se ha convertido en un “todos contra todos”: morenistas sumándose a los priístas por debajo del agua para apoyarlos a ganar, priístas sumando a las filas del morenismo con tal de que el grupo que se llevó la candidatura sea vencido; panistas que bajarán las manos porque no están de acuerdo con las designaciones, petistas confrontados con su dirigencia nacional porque quieren otras candidaturas comprometidas en lo local, verdecologistas que pasan por encima de las dirigencias para hacerse del control mientras que los perredistas pugnan por su supervivencia sin dejar espacio a quien piense distinto de la dirigencia.

Todo eso a la luz del día, frente a la mirada de la gente que prefiere voltear hacia otro lado, no por que no le importe lo que pasa sino porque la situación económica y social demanda mayor atención. La polarización política y social se ha vuelto invisible porque se convirtió en el aire que respiramos, un aire contaminado y fétido pero al que ya nos hemos acostumbrado, un aire que enferma a la sociedad a la que vemos caer sin entender por qué lo hace, razón por la cual, tampoco hacemos nada por combatirlo.

La polarización invisible se volvió la más peligrosa de todas porque no la reconocemos pese a estar frente a nosotros, rodeándonos, demostrándonos que detrás de cada grito de odio, de repudio, de rencor, de coraje, de reclamo está esa absurda idea de que al imponerse uno u otro se habrá ganado algo pero que también explica los fenómenos político-sociales que estamos viviendo en este poco común proceso electoral en el que cada vez se observa menos la necesidad de contar con partidos políticos y se percibe más el surgimiento de grupos que están más ocupados en proteger sus intereses que en ayudar a la gente, una separación que amenaza con desvincular a los partidos de la sociedad con las consecuencias que eso vaya a tener en algún momento.

“El término polarización se ha impuesto al resto de las candidatas debido a su gran presencia en los medios de comunicación y a la evolución de significado que ha experimentado. En los últimos años se ha extendido el uso de esta voz, que está recogida desde 1884 en el diccionario académico, para aludir a situaciones en las que hay dos opiniones o actividades muy definidas y distanciadas (en referencia a los polos), en ocasiones con las ideas implícitas de crispación y confrontación.

“Es habitual encontrar en los medios ejemplos que aluden a diversas formas de polarización, a nivel mundial: la polarización de la sociedad, de la política, de la opinión pública, de las posturas en las redes sociales, etc. Y es que tanto el verbo polarizar como su correspondiente sustantivo polarización se utilizan con frecuencia para expresar la idea de división en dos bloques, posiciones u opiniones enfrentadas.

“Según el Diccionario de la lengua española, polarizar es, entre otras cosas, ‘orientar en dos direcciones contrapuestas’, y en el Diccionario esencial se ofrece el siguiente ejemplo: La guerra polarizó la sociedad.

“Además de su interés lingüístico, el otro motivo para la elección de este término ha sido su elevada presencia en los medios de comunicación durante los últimos meses. Aplicada a la política y al ámbito ideológico, al mundo deportivo, al debate en las plataformas digitales y, en general, a cualquier escenario en el que sea habitual el desacuerdo, la voz polarización se ha extendido a lo largo de 2023”.

Así definió la fundación FundéuRAE por el Español Urgente el término “polarización” al anunciar que esta sería nombrada la palabra de 2023 destacando que “el otro motivo para la elección de este término ha sido su elevada presencia en los medios de comunicación durante los últimos meses”, esto nos haría pensar que este fenómeno tan estudiado está a la vista de todos y, por lo tanto, todos somos consicentes de sus consecuencias o, mejor dicho, de las cosas que puede generar; no obstante, no es así.

El reporte de Latinoamérica del estudio Edelman Trust Barometer 2023 señala que las cuatro fuerzas que conducen a la polarización son: las preocupaciones económicas; el desequilibrio institucional, que observa a las empresas con mayor nivel de competencia y ética que los gobiernos; la división de clases sociales, en donde la diferencia de ingresos ocasiona también que haya una diferencia sensible en su realidad y la lucha por la verdad, en donde se observa que cada día crece más la desconfianza en los medios (promovida en buena medida por los gobiernos negacionistas que prefieren llamar mentirosos a los medios que reconocer que sus estrategias no dan los resultados esperados y corregir el camino).

Prácticamente todos los especialistas estarán de acuerdo en que la polarización que se vive en el país es altamente visible y peligrosa debido a que puede detonar temas de violencia y confrontaciones entre los grupos sociales que defienden las diferentes posturas que detonan ese sentimiento de identidad pero que también ocasionan un repudio a los demás.

El problema radica en que, precisamente, fuera de los especialistas, en el común de la gente, la polarización es algo que no se ve, que no se percibe, que aunque esté ahí en la vida cotidiana, en las discusiones diarias, en las manifestaciones de repudio y hastío hacia los demás, en el enojo del tránsito vehicular de cada día, simplemente no se ve. Para la gran mayoría de la gente es como ese hombre que quiere ver el bosque pero no lo encuentra porque los cientos de árboles que lo rodean no le permiten avanzar.

Según el estudio, México no se encuentra en la lista de los países severamente polarizados, en el mejor de los casos estamos en la lista de los que se encuentran en peligro de una severa polarización según el estudio Edelman 2023. La gente no percibe el nivel de confrontación en la que nos encontramos, en otros estudios se identifica que casi 30 por ciento de la población considera que hay mucha polarización en el país, pero 50 por ciento percibe que hay “algo” o “poca” polarización.

La polarización es un problema grave porque no permite construir acuerdos, por el contrario, solo genera divisiones y hace mucho más manipulable a la gente porque en un entorno social donde se presentan puntos de vista dispares, decirle a los demás lo que sea que sirva para reforzar su perspectiva y les confirme que “tienen razón” y los otros “están equivocados” solo hace que crea lo que sea con tal de “haber ganado” la discusión o sentirse superior.

Para los gobiernos y políticos que han apostado por fomentar la polarización, las consecuencias saltan a la vista y se vuelven en su contra : al interior de los partidos se dan enfrentamientos cada vez más intensos entre militantes (en Morena, por ejemplo, ya de plano algunos se hace llamar “los puros” para destacarse del resto de los militantes; o en el PRI, se intensifican las divisiones entre “los mexiquenses” y “los nacionales”) lo que está generando interesantes fenómenos en los que las bases están dispuestas a hacer campaña en contra de sus propios partidos con tal de que el grupo que se impuso en la selección de candidatos pierda para, posteriormente, hacerles ver que estaban equivocados.

Paradójicamente, la polarización ha roto el sistema de partidos porque la contienda electoral se ha convertido en un “todos contra todos”: morenistas sumándose a los priístas por debajo del agua para apoyarlos a ganar, priístas sumando a las filas del morenismo con tal de que el grupo que se llevó la candidatura sea vencido; panistas que bajarán las manos porque no están de acuerdo con las designaciones, petistas confrontados con su dirigencia nacional porque quieren otras candidaturas comprometidas en lo local, verdecologistas que pasan por encima de las dirigencias para hacerse del control mientras que los perredistas pugnan por su supervivencia sin dejar espacio a quien piense distinto de la dirigencia.

Todo eso a la luz del día, frente a la mirada de la gente que prefiere voltear hacia otro lado, no por que no le importe lo que pasa sino porque la situación económica y social demanda mayor atención. La polarización política y social se ha vuelto invisible porque se convirtió en el aire que respiramos, un aire contaminado y fétido pero al que ya nos hemos acostumbrado, un aire que enferma a la sociedad a la que vemos caer sin entender por qué lo hace, razón por la cual, tampoco hacemos nada por combatirlo.

La polarización invisible se volvió la más peligrosa de todas porque no la reconocemos pese a estar frente a nosotros, rodeándonos, demostrándonos que detrás de cada grito de odio, de repudio, de rencor, de coraje, de reclamo está esa absurda idea de que al imponerse uno u otro se habrá ganado algo pero que también explica los fenómenos político-sociales que estamos viviendo en este poco común proceso electoral en el que cada vez se observa menos la necesidad de contar con partidos políticos y se percibe más el surgimiento de grupos que están más ocupados en proteger sus intereses que en ayudar a la gente, una separación que amenaza con desvincular a los partidos de la sociedad con las consecuencias que eso vaya a tener en algún momento.