/ viernes 5 de abril de 2024

Candidaturas a alcaldías y diputaciones, la Caja de Pandora

Se terminaron los rumores sobre la posibilidad de que el ex alcalde de Toluca, Raymundo “N”, pudiera ser candidato a la reelección; en el registro del bloque de competitividad el Partido Revolucionario Institucional (PRI) registró que para la capital mexiquense será una candidata mujer la que encabece la planilla a la presidencia municipal con lo que se cierra toda posibilidad a que exista la reelección ya sea por la vía del exalcalde o del propio alcalde en funciones.

Ya lo habíamos comentado el lunes en este espacio; mientras no hubiera algún tipo de definición del PRI, la posibilidad de que el exalcalde se encuentre en arresto domiciliario también le abría la puerta para participar en el proceso aunque ese escenario reducía ampliamente la posibilidad de un triunfo para la alianza PRI-PAN-PRD-NA dado que no podría hacer recorridos por la ciudad; a final de cuentas, como dice la canción esa puerta “ya está cerrada con tres candados y remachada”.

Pero poco a poco el tiempo se termina para tomar decisiones y los partidos no quieren cometer errores, los análisis dicen que alrededor de 60 por ciento del electorado decide su voto en función del candidato, 10 por ciento lo hace por el partido y 20 por ciento lo hace a partir de un conjunto entre ambas opciones; esto significa que, en muchos municipios, la elección podría definirse en función de la selección de quién abandere a cada partido.

El problema principal es que no hay una figura fuerte en ningún partido; por ejemplo, si bien es cierto que Higinio Martínez mantiene la hegemonía en la entidad para Morena, también lo es el hecho de que a través de la dirigencia nacional se le ha parado el carro en más de una ocasión imponiéndosele en discos momentos y circunstancias para intentar reducir este poder y fortalecer al grupo que se quedará sin el respaldo presidencial a partir del mes de octubre, por lo que les urge construir un bloque de respuesta.

El jaloneo en las candidaturas está a todo lo que da y el “partido del pueblo” tiene una pelea impresionante en la cúpula donde intentan imponer candidatos para frenar el ímpetu de la militancia que, quedó demostrado en 2023, no está con ellos. Si recordamos lo ocurrido el año pasado, el grupo de Martínez Miranda arrasó en la elección interna de la dirigencia local, demostrando que la fuerza de la base morenista mexiquense es “gente de corazón”; no obstante al momento de la definición de la candidatura, la sumas y restas mágicas de la dirigencia nacional apuntaron a la candidatura de la cúpula partidista con todo el respaldo presidencial; dejando en evidencia cómo está conformado el partido en la entidad.

El problema que enfrentan en Morena (y que la dirigencia se niega a ver) es que la base ha lanzado una advertencia clara y contundente de que no están dispuestos, bajo ninguna circunstancia, a que les vuelvan a aplicar el mismo trato de los dos últimos procesos locales (2018 y 2021) en donde la decisión de quienes serían los candidatos llegó por instrucción y casi que como mandato divino desde la Ciudad de México por lo que ya nada o muy poco pudieron hacer los locales para revelarse. A la cúpula del partido parece olvidárseles que no es lo mismo tener el control con seis años por venir que con unos cuantos meses por delante.

Morena se juega, en la designación de sus candidatos, la posibilidad de mantenerse como un partido sólido y la imposición de las candidaturas desde la dirigencia nacional, como lo ha anunciado Mario Delgado, podría significar una especie de “gana perdiendo” en donde se impondrían a los líderes naturales locales pero quedarían a su suerte al no contar con el apoyo de la base y la estructura para nada, ni en la elección, ni después.

En el PRI las cosas no pintan diferente, el enojo con la dirigencia nacional se percibe en el ambiente y basta ver lo que ocurrió con la visita de Xóchitl Gálvez a Tlalnepantla en donde los priistas mexiquenses se comportaron a la altura de los usos y costumbres del partido pero con una muy notable y todavía más sensible distancia con su dirigencia nacional a quienes abrazan y obedecen pero nada más,

Los priistas que se mantienen en el partido dicen ser institucionales pero eso significa, en términos reales, que no están de acuerdo con las decisiones que se toman de manera centralista, además de que el la institucionalidad tricolor muchas veces es la traducción a lenguaje político de “no voy a ir contra ti pero tampoco voy contigo” por lo que la otrora poderosa maquinaria electoral podría mantenerse apagada y bajo mantenimiento en este proceso a la espera de ver acción en mejores tiempos.

Entre los priístas se espera que se juegue a la lógica en el caso de las presidencias municipales que tienen la posibilidad de reelegirse, el problema fundamental es que al interior del partido el mensaje ha sido el mismo para todos y lo han confirmado entre sí quienes se han acercado al instituto para evaluar sus posibilidades: quien quiera ir puede buscar cumplir su anhelo de postularse a la candidatura pero, en caso de lograrse, van solos porque el partido no está en condiciones de apoyarlos; mensaje que ha generado suspicacias entre la militancia.

Entre las filas tricolores, los nombramientos de las candidaturas podrían ocasionar que la fuga por goteo de militantes, que han sufrido en los últimos meses, se convierta en una oleada que termine, sino por vaciarlos, sí disminuyéndoles seriamente sus posibilidades para competir en elecciones futuras y recuperarse, como muchos esperan, en la siguiente elección a gobernador.

Para los demás partidos las cosas están más o menos claras: el PVEM ya tiene negociada su lista para los lugares en los que siglará o competirá en solitario, misma situación que tiene el PAN entre las dirigencias nacional y estatal que han logrado hacer mancuerna con el liderazgo de Enrique Vargas quien se ha mantenido como la figura de fortaleza en el albiazul; en tanto los perredistas, pietistas y efectistas, se dejan llevar cumpliendo con lo que les toca y nada más porque saben que en este proceso les toca ser acompañamiento y nada más.

Cuenta la leyenda que cuando la Caja de Pandora fue abierta se liberaron todos los males de la humanidad: las enfermedades, la fatiga, la locura, el vicio, la pasión, la tristeza, el crimen y, sí, la vejez. Los mismos males que serán liberados una vez que se destapen las candidaturas y las ambiciones, deseos y emociones se desborden al interior de los partidos por que también de eso se trata una elección; los primeros triunfos y derrotas del proceso electoral están por ocurrir y habrá desde traiciones hasta parricidios y filicidios políticos. El morbo a todo lo que da.

Se terminaron los rumores sobre la posibilidad de que el ex alcalde de Toluca, Raymundo “N”, pudiera ser candidato a la reelección; en el registro del bloque de competitividad el Partido Revolucionario Institucional (PRI) registró que para la capital mexiquense será una candidata mujer la que encabece la planilla a la presidencia municipal con lo que se cierra toda posibilidad a que exista la reelección ya sea por la vía del exalcalde o del propio alcalde en funciones.

Ya lo habíamos comentado el lunes en este espacio; mientras no hubiera algún tipo de definición del PRI, la posibilidad de que el exalcalde se encuentre en arresto domiciliario también le abría la puerta para participar en el proceso aunque ese escenario reducía ampliamente la posibilidad de un triunfo para la alianza PRI-PAN-PRD-NA dado que no podría hacer recorridos por la ciudad; a final de cuentas, como dice la canción esa puerta “ya está cerrada con tres candados y remachada”.

Pero poco a poco el tiempo se termina para tomar decisiones y los partidos no quieren cometer errores, los análisis dicen que alrededor de 60 por ciento del electorado decide su voto en función del candidato, 10 por ciento lo hace por el partido y 20 por ciento lo hace a partir de un conjunto entre ambas opciones; esto significa que, en muchos municipios, la elección podría definirse en función de la selección de quién abandere a cada partido.

El problema principal es que no hay una figura fuerte en ningún partido; por ejemplo, si bien es cierto que Higinio Martínez mantiene la hegemonía en la entidad para Morena, también lo es el hecho de que a través de la dirigencia nacional se le ha parado el carro en más de una ocasión imponiéndosele en discos momentos y circunstancias para intentar reducir este poder y fortalecer al grupo que se quedará sin el respaldo presidencial a partir del mes de octubre, por lo que les urge construir un bloque de respuesta.

El jaloneo en las candidaturas está a todo lo que da y el “partido del pueblo” tiene una pelea impresionante en la cúpula donde intentan imponer candidatos para frenar el ímpetu de la militancia que, quedó demostrado en 2023, no está con ellos. Si recordamos lo ocurrido el año pasado, el grupo de Martínez Miranda arrasó en la elección interna de la dirigencia local, demostrando que la fuerza de la base morenista mexiquense es “gente de corazón”; no obstante al momento de la definición de la candidatura, la sumas y restas mágicas de la dirigencia nacional apuntaron a la candidatura de la cúpula partidista con todo el respaldo presidencial; dejando en evidencia cómo está conformado el partido en la entidad.

El problema que enfrentan en Morena (y que la dirigencia se niega a ver) es que la base ha lanzado una advertencia clara y contundente de que no están dispuestos, bajo ninguna circunstancia, a que les vuelvan a aplicar el mismo trato de los dos últimos procesos locales (2018 y 2021) en donde la decisión de quienes serían los candidatos llegó por instrucción y casi que como mandato divino desde la Ciudad de México por lo que ya nada o muy poco pudieron hacer los locales para revelarse. A la cúpula del partido parece olvidárseles que no es lo mismo tener el control con seis años por venir que con unos cuantos meses por delante.

Morena se juega, en la designación de sus candidatos, la posibilidad de mantenerse como un partido sólido y la imposición de las candidaturas desde la dirigencia nacional, como lo ha anunciado Mario Delgado, podría significar una especie de “gana perdiendo” en donde se impondrían a los líderes naturales locales pero quedarían a su suerte al no contar con el apoyo de la base y la estructura para nada, ni en la elección, ni después.

En el PRI las cosas no pintan diferente, el enojo con la dirigencia nacional se percibe en el ambiente y basta ver lo que ocurrió con la visita de Xóchitl Gálvez a Tlalnepantla en donde los priistas mexiquenses se comportaron a la altura de los usos y costumbres del partido pero con una muy notable y todavía más sensible distancia con su dirigencia nacional a quienes abrazan y obedecen pero nada más,

Los priistas que se mantienen en el partido dicen ser institucionales pero eso significa, en términos reales, que no están de acuerdo con las decisiones que se toman de manera centralista, además de que el la institucionalidad tricolor muchas veces es la traducción a lenguaje político de “no voy a ir contra ti pero tampoco voy contigo” por lo que la otrora poderosa maquinaria electoral podría mantenerse apagada y bajo mantenimiento en este proceso a la espera de ver acción en mejores tiempos.

Entre los priístas se espera que se juegue a la lógica en el caso de las presidencias municipales que tienen la posibilidad de reelegirse, el problema fundamental es que al interior del partido el mensaje ha sido el mismo para todos y lo han confirmado entre sí quienes se han acercado al instituto para evaluar sus posibilidades: quien quiera ir puede buscar cumplir su anhelo de postularse a la candidatura pero, en caso de lograrse, van solos porque el partido no está en condiciones de apoyarlos; mensaje que ha generado suspicacias entre la militancia.

Entre las filas tricolores, los nombramientos de las candidaturas podrían ocasionar que la fuga por goteo de militantes, que han sufrido en los últimos meses, se convierta en una oleada que termine, sino por vaciarlos, sí disminuyéndoles seriamente sus posibilidades para competir en elecciones futuras y recuperarse, como muchos esperan, en la siguiente elección a gobernador.

Para los demás partidos las cosas están más o menos claras: el PVEM ya tiene negociada su lista para los lugares en los que siglará o competirá en solitario, misma situación que tiene el PAN entre las dirigencias nacional y estatal que han logrado hacer mancuerna con el liderazgo de Enrique Vargas quien se ha mantenido como la figura de fortaleza en el albiazul; en tanto los perredistas, pietistas y efectistas, se dejan llevar cumpliendo con lo que les toca y nada más porque saben que en este proceso les toca ser acompañamiento y nada más.

Cuenta la leyenda que cuando la Caja de Pandora fue abierta se liberaron todos los males de la humanidad: las enfermedades, la fatiga, la locura, el vicio, la pasión, la tristeza, el crimen y, sí, la vejez. Los mismos males que serán liberados una vez que se destapen las candidaturas y las ambiciones, deseos y emociones se desborden al interior de los partidos por que también de eso se trata una elección; los primeros triunfos y derrotas del proceso electoral están por ocurrir y habrá desde traiciones hasta parricidios y filicidios políticos. El morbo a todo lo que da.