/ sábado 16 de diciembre de 2017

Política en Blanco y Negro

¿Qué está en juego?

El proceso electoral 2017–2018 inició el pasado 8 de septiembre y finalizará con la elección del 1º de julio del año entrante; significa para México la mayor elección en su historia por la cantidad de puestos que están en disputa (3447 cargos de elección popular, contando además los de usos y costumbres), y, dicho sea de paso, por sus características, se vislumbra completamente distinto a sus antecesores.

Desglosado, se trata de la renovación de presidente de la República, 500 diputados, 128 senadores, 8 gubernaturas y un jefe de Gobierno, 2697 cargos locales. Asimismo el presupuesto aprobado por el INE para tal efecto, fue de 25 mil millones de pesos, en pocas palabras, hay demasiado sobre la mesa.

¿Quién participa?

Candidatos independientes, coaliciones entre partidos antagónicos y una izquierda sui generis harán única a esta elección, en la cual, la diversidad y el número de sus contrincantes suponen desde luego, un sufragio repartido. Justo aquí, otro tipo de voto, el llamado voto duro y las estructuras partidistas tendrán su peso e importancia debida, pues significarán para el abanderado en cuestión, una base valiosísima que por ningún motivo debe descuidarse, evitar desbandadas innecesarias será uno de los objetivos principales de cada fuerza política.

Será muy posible ver en lo sucesivo, a candidatos más cautos y precisos en sus discursos y participaciones en público, el error será polémica y escarnio que busque desvirtuar al rival, más aun que en otras similares ocasiones, y quiérase o no, al colocar ante el electorado un extenso cúmulo de opciones, el perfil de cada candidato se convertirá en factor determinante al momento de elegir. La meta por supuesto, será captar a los electores indecisos, aquellos que pueden ser convencidos aún y que sin duda alguna serán los determinantes en la elección.

¿Nuevas reglas?

Las precampañas comenzaron en breve el 14 de diciembre y terminan el 11 de febrero de 2018, razón por la cual los precandidatos por partido o por coalición ya han sido debidamente registrados. Por su parte, los aspirantes a candidatos independientes y quienes se encuentran recabando las firmas para su debido registro desde mediados de octubre, tendrán ya sea el caso, las siguientes fechas para cumplir con este requisito: a) presidenta o presidente, 6 de febrero de 2018; b) senador o senadora, 8 de enero de 2018, y; c) diputado, 4 de diciembre. Después de ello, propiamente la campaña electoral comenzar del 30 de marzo al 27 de junio.

En mi opinión, México ha comenzado ya con unos comicios de corte muy particular, el electorado como nunca antes será fraccionado y la opinión pública tomará diferentes vertientes, en esta ocasión, no debemos esperar una polarización total hacia el resultado, común en otros ejercicios como este, sino un final más cerrado. En este supuesto y teniendo en cuenta el sin fin de propuestas que el elector común habrá de recibir, los distintos colores que pretenderán llevarlo al convencimiento y la lluvia propagandística que envuelve todo esto, una buena elección podría sustentarse en esta interrogante: ¿Cuál es el mejor perfil para gobernar México?

¿Qué está en juego?

El proceso electoral 2017–2018 inició el pasado 8 de septiembre y finalizará con la elección del 1º de julio del año entrante; significa para México la mayor elección en su historia por la cantidad de puestos que están en disputa (3447 cargos de elección popular, contando además los de usos y costumbres), y, dicho sea de paso, por sus características, se vislumbra completamente distinto a sus antecesores.

Desglosado, se trata de la renovación de presidente de la República, 500 diputados, 128 senadores, 8 gubernaturas y un jefe de Gobierno, 2697 cargos locales. Asimismo el presupuesto aprobado por el INE para tal efecto, fue de 25 mil millones de pesos, en pocas palabras, hay demasiado sobre la mesa.

¿Quién participa?

Candidatos independientes, coaliciones entre partidos antagónicos y una izquierda sui generis harán única a esta elección, en la cual, la diversidad y el número de sus contrincantes suponen desde luego, un sufragio repartido. Justo aquí, otro tipo de voto, el llamado voto duro y las estructuras partidistas tendrán su peso e importancia debida, pues significarán para el abanderado en cuestión, una base valiosísima que por ningún motivo debe descuidarse, evitar desbandadas innecesarias será uno de los objetivos principales de cada fuerza política.

Será muy posible ver en lo sucesivo, a candidatos más cautos y precisos en sus discursos y participaciones en público, el error será polémica y escarnio que busque desvirtuar al rival, más aun que en otras similares ocasiones, y quiérase o no, al colocar ante el electorado un extenso cúmulo de opciones, el perfil de cada candidato se convertirá en factor determinante al momento de elegir. La meta por supuesto, será captar a los electores indecisos, aquellos que pueden ser convencidos aún y que sin duda alguna serán los determinantes en la elección.

¿Nuevas reglas?

Las precampañas comenzaron en breve el 14 de diciembre y terminan el 11 de febrero de 2018, razón por la cual los precandidatos por partido o por coalición ya han sido debidamente registrados. Por su parte, los aspirantes a candidatos independientes y quienes se encuentran recabando las firmas para su debido registro desde mediados de octubre, tendrán ya sea el caso, las siguientes fechas para cumplir con este requisito: a) presidenta o presidente, 6 de febrero de 2018; b) senador o senadora, 8 de enero de 2018, y; c) diputado, 4 de diciembre. Después de ello, propiamente la campaña electoral comenzar del 30 de marzo al 27 de junio.

En mi opinión, México ha comenzado ya con unos comicios de corte muy particular, el electorado como nunca antes será fraccionado y la opinión pública tomará diferentes vertientes, en esta ocasión, no debemos esperar una polarización total hacia el resultado, común en otros ejercicios como este, sino un final más cerrado. En este supuesto y teniendo en cuenta el sin fin de propuestas que el elector común habrá de recibir, los distintos colores que pretenderán llevarlo al convencimiento y la lluvia propagandística que envuelve todo esto, una buena elección podría sustentarse en esta interrogante: ¿Cuál es el mejor perfil para gobernar México?