/ martes 4 de septiembre de 2018

Rescate Tierra

La credibilidad y congruencia en el 6to Informe

Sentarme a ver esta página en blanco, considerando el tema a abordar, genera una sensación de aventura. Las reflexiones que saldrán por el contacto de los dedos sobre las teclas me dan más que pensar y una cierta conciencia de impotencia al no saber si provocarán alguna reacción positiva.

Tal vez la misma emoción perciba Enrique Peña al mandar su Sexto Informe al Congreso de la Unión y emitir de manera posterior un mensaje que hará veraz, poco creíble o incongruente la información proporcionada.

Seis años atrás la fuerza con que Peña asumió la presidencia de México no era cuestionada. Sus promesas para la pacificación del país, la fortaleza económica, trabajo para todos, educación de calidad, transparencia, combate a la corrupción, respeto a las leyes, entre otras nos ilusionaron. Ninguna crítica entonces fue capaz de mermar la esperanza de muchos mexicanos. 3 meses después los medios anunciaban que la estrategia para la pacificación del país funcionaba. Hoy, 5 años y 7 meses después sabemos que no funcionó, sólo fue propaganda y buenos deseos.

Las acciones que concretaran las políticas públicas proyectadas, de acuerdo a la necesidad de la nación, no se realizaron. El espíritu que dominó a muchos funcionarios fue el de la prepotencia, sabiendo que controlaban la mayoría de las instituciones públicas. El resultado fue que muchos exgobernadores fueron acusados de corrupción. Alguno presumió los cientos de zapatos que tenía, otro cambió agua por medicinas, uno más persiguió a la prensa y el crimen organizado se asentó en el poder.

La credibilidad y la esperanza desaparecieron ante la incongruencia entre las palabras y los hechos. Se habló de protección a los más pobres y se perdieron empleos de seguridad y el crimen creció; se encarceló a Mireles, desaparecieron estudiantes, Acapulco dejó de ser un lugar vacacional pacífico, cientos de defensores del medio ambiente perdieron la vida, cientos de periodistas también, los pueblos de Lerma tuvieron que defender sus bosques, la riqueza natural del país está en riesgo y perdimos la dignidad frente al presidente de nuestros vecinos norteños cuando vino a ver qué nos quitaba.

La fuerza de un actor político surge y permanece de la congruencia entre lo que dice y hace.

Hoy López Obrador es un presidente legítimo, fuerte, anhelamos creerle. Esperamos cosas nuevas y buenas. Ha nombrado a sus alfiles al frente de las instituciones del país, sin embargo para que la confianza permanezca, la congruencia entre los dichos y los hechos deberá mantenerse en un México tan rico que es botín codiciado de propios y extraños, defenderlo no será fácil pero tampoco imposible si el deseo de servir se impone a la prepotencia y el abuso.

En 6 años lo sabremos.


La credibilidad y congruencia en el 6to Informe

Sentarme a ver esta página en blanco, considerando el tema a abordar, genera una sensación de aventura. Las reflexiones que saldrán por el contacto de los dedos sobre las teclas me dan más que pensar y una cierta conciencia de impotencia al no saber si provocarán alguna reacción positiva.

Tal vez la misma emoción perciba Enrique Peña al mandar su Sexto Informe al Congreso de la Unión y emitir de manera posterior un mensaje que hará veraz, poco creíble o incongruente la información proporcionada.

Seis años atrás la fuerza con que Peña asumió la presidencia de México no era cuestionada. Sus promesas para la pacificación del país, la fortaleza económica, trabajo para todos, educación de calidad, transparencia, combate a la corrupción, respeto a las leyes, entre otras nos ilusionaron. Ninguna crítica entonces fue capaz de mermar la esperanza de muchos mexicanos. 3 meses después los medios anunciaban que la estrategia para la pacificación del país funcionaba. Hoy, 5 años y 7 meses después sabemos que no funcionó, sólo fue propaganda y buenos deseos.

Las acciones que concretaran las políticas públicas proyectadas, de acuerdo a la necesidad de la nación, no se realizaron. El espíritu que dominó a muchos funcionarios fue el de la prepotencia, sabiendo que controlaban la mayoría de las instituciones públicas. El resultado fue que muchos exgobernadores fueron acusados de corrupción. Alguno presumió los cientos de zapatos que tenía, otro cambió agua por medicinas, uno más persiguió a la prensa y el crimen organizado se asentó en el poder.

La credibilidad y la esperanza desaparecieron ante la incongruencia entre las palabras y los hechos. Se habló de protección a los más pobres y se perdieron empleos de seguridad y el crimen creció; se encarceló a Mireles, desaparecieron estudiantes, Acapulco dejó de ser un lugar vacacional pacífico, cientos de defensores del medio ambiente perdieron la vida, cientos de periodistas también, los pueblos de Lerma tuvieron que defender sus bosques, la riqueza natural del país está en riesgo y perdimos la dignidad frente al presidente de nuestros vecinos norteños cuando vino a ver qué nos quitaba.

La fuerza de un actor político surge y permanece de la congruencia entre lo que dice y hace.

Hoy López Obrador es un presidente legítimo, fuerte, anhelamos creerle. Esperamos cosas nuevas y buenas. Ha nombrado a sus alfiles al frente de las instituciones del país, sin embargo para que la confianza permanezca, la congruencia entre los dichos y los hechos deberá mantenerse en un México tan rico que es botín codiciado de propios y extraños, defenderlo no será fácil pero tampoco imposible si el deseo de servir se impone a la prepotencia y el abuso.

En 6 años lo sabremos.