/ martes 1 de junio de 2021

Rescate Tierra | El Futuro que nos espera 

Charlé con varios jóvenes sobre el futuro que esperaban de México, a una semana de las elecciones.

Los comentarios me dejaron ver que hay incertidumbre. Van a terminar o comenzar su carrera, algunos de 18 años, otros más grandes, ambos, esperan concluir sus estudios para emigrar a otro país, donde haya mayor estabilidad y oportunidades reales.

Están decepcionados, con programas que dan recursos a jóvenes que no estudian, no trabajan y les restan a ellos la posibilidad de tener mejores oportunidades.

No quieren hijos, prefieren seguir adoptando perros. No quieren casarse, quieren una pareja que no los ate, -amigobios les llaman- y no hay compromiso al tener uno o una.

Observan a los activistas sociales como una versión manipulada de tendencias dentro de un sistema social, que no alcanza a definirse y estabilizarse para dar proyección social y crecimiento con planeación, por la velocidad en que los microsistemas entran en la realidad dominante, transformándola, dejándola sin identidad.

Ven al gobierno mexicano, muy cargado a la izquierda, parecido a Venezuela, empobreciéndose cada vez más y con un grupo de políticos ladrones, que, sin importar su filiación política, han pervertido el servicio público y la representación social. Nuestra democracia y su gobierno representativo, sólo representan a segmentos sociales y grupos que jalan los hilos del poder, de acuerdo a la proyección de los negocios, que esperan en el futuro.

En este entorno, dicen, hay personas en las que se puede creer, pero el sistema no las deja crecer, por ir contra la corriente hegemónica y migran sus afectos a líderes de las redes, influencers cuya opinión trasciende las fronteras y construye una nueva realidad global que choca con los objetivos y negocios personales de quienes gobiernan.

Ellos saben que la contaminación destruye, que México estuvo endeudado muchos años y sólo disfruto un breve espacio de 12 años, donde el peso llegó a ser considerado poderoso. Nos consideraban entre los 5 países emergentes con posibilidades de convertirse en potencia.

Hoy, los que llegan a 60 años y más, tienen riesgo de perder sus pensiones, porque el gobierno las necesita. El Banco de México, que ayudó a controlar y equilibrar la economía del país, para administrar la riqueza, es amenazado con perder su independencia, porque así le conviene al Presidente. Necesita dinero para sus proyectos, engañando a la gente con discursos que ya no se sostienen. El costo de la luz, se triplicó, la carne el huevo y las tortillas siguen subiendo. El bosque sigue reduciéndose, mientras genios del medio ambiente, minimizan la importancia de reforestar. Hay escases de agua. No sirvió la Guardia Nacional, para incrementar la seguridad y la militarización del país, pone en riesgo su estabilidad política y social. El campo, no ha incrementado su producción, hay hambre, desempleo, la gente pide limosna en las calles y los programas sociales y de salud, fueron desarticulados. Había abusos, -fue la justificación- pero los más pobres son los que están pagando los ajustes, que no sirven.

Muchos jóvenes, no quieren ese futuro. Las campañas les dieron un respiro, pero están a una semana de terminar y volver a generar las condiciones económicas y sociales de hace 15 años. La reconstrucción llevará 10 años, si los estamentos sociales lo permiten.

Charlé con varios jóvenes sobre el futuro que esperaban de México, a una semana de las elecciones.

Los comentarios me dejaron ver que hay incertidumbre. Van a terminar o comenzar su carrera, algunos de 18 años, otros más grandes, ambos, esperan concluir sus estudios para emigrar a otro país, donde haya mayor estabilidad y oportunidades reales.

Están decepcionados, con programas que dan recursos a jóvenes que no estudian, no trabajan y les restan a ellos la posibilidad de tener mejores oportunidades.

No quieren hijos, prefieren seguir adoptando perros. No quieren casarse, quieren una pareja que no los ate, -amigobios les llaman- y no hay compromiso al tener uno o una.

Observan a los activistas sociales como una versión manipulada de tendencias dentro de un sistema social, que no alcanza a definirse y estabilizarse para dar proyección social y crecimiento con planeación, por la velocidad en que los microsistemas entran en la realidad dominante, transformándola, dejándola sin identidad.

Ven al gobierno mexicano, muy cargado a la izquierda, parecido a Venezuela, empobreciéndose cada vez más y con un grupo de políticos ladrones, que, sin importar su filiación política, han pervertido el servicio público y la representación social. Nuestra democracia y su gobierno representativo, sólo representan a segmentos sociales y grupos que jalan los hilos del poder, de acuerdo a la proyección de los negocios, que esperan en el futuro.

En este entorno, dicen, hay personas en las que se puede creer, pero el sistema no las deja crecer, por ir contra la corriente hegemónica y migran sus afectos a líderes de las redes, influencers cuya opinión trasciende las fronteras y construye una nueva realidad global que choca con los objetivos y negocios personales de quienes gobiernan.

Ellos saben que la contaminación destruye, que México estuvo endeudado muchos años y sólo disfruto un breve espacio de 12 años, donde el peso llegó a ser considerado poderoso. Nos consideraban entre los 5 países emergentes con posibilidades de convertirse en potencia.

Hoy, los que llegan a 60 años y más, tienen riesgo de perder sus pensiones, porque el gobierno las necesita. El Banco de México, que ayudó a controlar y equilibrar la economía del país, para administrar la riqueza, es amenazado con perder su independencia, porque así le conviene al Presidente. Necesita dinero para sus proyectos, engañando a la gente con discursos que ya no se sostienen. El costo de la luz, se triplicó, la carne el huevo y las tortillas siguen subiendo. El bosque sigue reduciéndose, mientras genios del medio ambiente, minimizan la importancia de reforestar. Hay escases de agua. No sirvió la Guardia Nacional, para incrementar la seguridad y la militarización del país, pone en riesgo su estabilidad política y social. El campo, no ha incrementado su producción, hay hambre, desempleo, la gente pide limosna en las calles y los programas sociales y de salud, fueron desarticulados. Había abusos, -fue la justificación- pero los más pobres son los que están pagando los ajustes, que no sirven.

Muchos jóvenes, no quieren ese futuro. Las campañas les dieron un respiro, pero están a una semana de terminar y volver a generar las condiciones económicas y sociales de hace 15 años. La reconstrucción llevará 10 años, si los estamentos sociales lo permiten.