/ martes 4 de agosto de 2020

Rescate Tierra  | "Pepe el Toro es inocente" 

Parece que el imperio de la mentira, campea por el mundo. Lejanos quedaron los tiempos cuando bastaba con dar la palabra, para saber que lo dicho se cumpliría. Te doy mi palabra, fue cambiado por, te lo juro. El creer en la verdad, en el hombre, su honestidad y cabalidad, por la negación de mentira, el casi suplicar ser creído.

Recuerdo un posicionamiento de Gandy, respecto a quienes le hablaban de Cristo, les dijo que le gustaba lo que decían, el amor, ayudar al prójimo, el arrepentimiento y se desmarcaba diciéndoles, pero no me gusta lo que hacen. Sus palabras, no coincidían con sus hechos.

En el servicio público ha ocurrido algo semejante y no sólo en este gobierno. Haya en los 70s y hasta fines de los 90s, corría pánico cuando a fin de año el gobierno anunciaba que no habría devaluación, que la gasolina no subiría o que los precios de los productos no incrementarían, siempre ocurría lo contrario.

Hoy el discurso oficial habla de que erradicará la corrupción y no se ve claro el resultado. Habrá empleo y van 11 millones de desempleados. Ganaremos más y hay quienes no hemos cobrado en 6 meses. Habrá seguridad, y los homicidios, secuestros, trata de personas, abuso de menores, violencia contra la mujer crecen, se impulsará a pequeñas, medianas y grandes empresas y, no se ve claro. Es el mundo, de al revés. Hasta la pandemia nos engaña, está que se va, que se va y no se ha ido.

No creo sea a propósito, pero algo no funciona y los abuelos, creadores de cientos de refranes tenían el propio para el caso: “Hágase la Revolución, en los bueyes de mi compadre” Aplicamos los controles y reformas, siempre y cuando, a mí, no me perjudiquen, pero el mal sigue, sólo cambia el beneficiario.

Solucionar el problema no será fácil. Implica modificar el paradigma egoísta de que alguien gane y muchos pierdan, cuando debería ser al revés y practicar el bien común. Si talo árboles, para hacer muebles o tablas o casas o fuego y no me preocupo por sembrar árboles, me quedaré sin ellos, el mundo se contaminará, los ríos se secarán, la tierra fértil se perderá y muchos sufriremos. Si los productos básicos se encarecen, si hay pérdida de empleos, si las empresas cierran, si se cobran impuestos y servicios, sin que haya ingresos, mataremos a la gallina de los huevos de oro y se perderán más empleos, empresas e impuestos ante la falta de sensibilidad y conocimiento de la situación. Encarecer las medicinas, destruir el sistema de pensiones, pagar malos salarios a los profesionales, no servirá para terminar con la crisis. Mentir siempre, genera malestar en las personas engañadas, las corrompe, porque terminan actuando igual y todos conjugan el verbo engañar, todos terminan engañando y cuando nada es verdad, cuando el imperio de la mentira domina, el malestar crece, la violencia amenaza y la hegemonía se pierde. No hay valores, ni valor, para volver a la verdad.


Parece que el imperio de la mentira, campea por el mundo. Lejanos quedaron los tiempos cuando bastaba con dar la palabra, para saber que lo dicho se cumpliría. Te doy mi palabra, fue cambiado por, te lo juro. El creer en la verdad, en el hombre, su honestidad y cabalidad, por la negación de mentira, el casi suplicar ser creído.

Recuerdo un posicionamiento de Gandy, respecto a quienes le hablaban de Cristo, les dijo que le gustaba lo que decían, el amor, ayudar al prójimo, el arrepentimiento y se desmarcaba diciéndoles, pero no me gusta lo que hacen. Sus palabras, no coincidían con sus hechos.

En el servicio público ha ocurrido algo semejante y no sólo en este gobierno. Haya en los 70s y hasta fines de los 90s, corría pánico cuando a fin de año el gobierno anunciaba que no habría devaluación, que la gasolina no subiría o que los precios de los productos no incrementarían, siempre ocurría lo contrario.

Hoy el discurso oficial habla de que erradicará la corrupción y no se ve claro el resultado. Habrá empleo y van 11 millones de desempleados. Ganaremos más y hay quienes no hemos cobrado en 6 meses. Habrá seguridad, y los homicidios, secuestros, trata de personas, abuso de menores, violencia contra la mujer crecen, se impulsará a pequeñas, medianas y grandes empresas y, no se ve claro. Es el mundo, de al revés. Hasta la pandemia nos engaña, está que se va, que se va y no se ha ido.

No creo sea a propósito, pero algo no funciona y los abuelos, creadores de cientos de refranes tenían el propio para el caso: “Hágase la Revolución, en los bueyes de mi compadre” Aplicamos los controles y reformas, siempre y cuando, a mí, no me perjudiquen, pero el mal sigue, sólo cambia el beneficiario.

Solucionar el problema no será fácil. Implica modificar el paradigma egoísta de que alguien gane y muchos pierdan, cuando debería ser al revés y practicar el bien común. Si talo árboles, para hacer muebles o tablas o casas o fuego y no me preocupo por sembrar árboles, me quedaré sin ellos, el mundo se contaminará, los ríos se secarán, la tierra fértil se perderá y muchos sufriremos. Si los productos básicos se encarecen, si hay pérdida de empleos, si las empresas cierran, si se cobran impuestos y servicios, sin que haya ingresos, mataremos a la gallina de los huevos de oro y se perderán más empleos, empresas e impuestos ante la falta de sensibilidad y conocimiento de la situación. Encarecer las medicinas, destruir el sistema de pensiones, pagar malos salarios a los profesionales, no servirá para terminar con la crisis. Mentir siempre, genera malestar en las personas engañadas, las corrompe, porque terminan actuando igual y todos conjugan el verbo engañar, todos terminan engañando y cuando nada es verdad, cuando el imperio de la mentira domina, el malestar crece, la violencia amenaza y la hegemonía se pierde. No hay valores, ni valor, para volver a la verdad.