/ miércoles 15 de mayo de 2019

Vida Pública


En seguridad, pasemos de ver a observar

Casi a diario vemos que se cometen delitos, pero casi nunca observamos qué pasa alrededor de ellos. Los medios de comunicación dan cuenta de una lista creciente de crímenes que ocurren cada vez con más frecuencia y a cada rato más cerca de nosotros; al mismo tiempo, pareciera que, como inconsciente mecanismo de defensa, vamos perdiendo capacidad de asombro y adquiriendo una peligrosa costumbre ante lo que hasta hace poco no sólo hubiera resultado increíble, sino inaceptable. “La banalidad del mal”,bautizó la filósofa Hannah Arendt, a ese fenómeno por el cual, una sociedad enferma, acepta y normaliza sucesos por terribles que resulten, a consecuencia de algo atroz: la incapacidad de pensar. “La falta de reflexión sobre los hechos de la vida diaria, aleja a los individuos del sentido de responsabilidad del resultado final de su acción”, explicó con lucidez la filósofa alemana, a principios de los años sesenta.

Hoy en las ciudades de México, ante la proliferación de la criminalidad y la aparentemente nula eficacia gubernamental para abatirla, debemos impedir caer en la incapacidad de pensar.

Por eso es preciso que los ciudadanos dejemos de ver pasivamente el problema de la inseguridad y empecemos a observarlo activamente, mantener nuestra capacidad reflexiva y pasar a la acción hasta mejorar.

Lo primero que hay que hacer es evitarla miopía que parece estar nublando la mirada de los responsables de nuestra seguridad. Debemos abrir nuestros ojos y abrírselos a las autoridades de los tres ámbitos de gobierno que, según dicen, todas las mañanas realizan sus reuniones de coordinación en materia de seguridad, en ellas revisan los datos que arrojan los centros de comando y las videocámaras, así como “el parte” de la noche anterior de los policías, y la información que aporta elSecretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública.

Lo malo es que dicha información es la suma de denuncias recibidas por la Fiscalía del Estado, como si no supiéramos todos que la abrumadora mayoría de las faltas y delitos que padecemos, no se denuncian; es decir, el Ministerio Público, la fiscalía, ni se entera de 96 de cada 100 delitos que se cometen.Esta es la miopía que impide ver la mayor parte de delitos que se comenten a diario, los que más aquejan a la mayoría y que, para frustración de todos, no se combaten.

Dado que la autoridad no parece ocuparse del grueso de las acciones antisociales y en algunos casos llega al extremo de culparnos a los ciudadanos por no presentar denuncias, como si ignorara que el despotismo, el mal trato y hasta el peligro de resultar perjudicado por abusivos burócratas en desagradables instalaciones, son factores que inhiben a cualquiera, parece necesario que los ciudadanos pasemos a la acción ayudándole, quitándole la venda de los ojos.

Aunque lo ideal es que lo haga cada ayuntamiento del país, la opción es que la sociedad organizada, los empresarios y los académicos, por ejemplo, aprovechando los instrumentos de las ciencias sociales, realicemos el estudio de victimización en cada ciudad, que permita visibilizar la incidencia delictiva, esa que pasa desapercibida para el MP, la policía y sus videocámaras y, con datos en mano, los invitemos –es un decir- a ver el fenómeno criminal completo y actual, y así, juntos sociedad y gobierno, no perdamos la capacidad de pensar, evitemos la banalidad del mal, recuperemos la seguridad y hagamos prevalecer la paz.

@HuicocheaAlanis


En seguridad, pasemos de ver a observar

Casi a diario vemos que se cometen delitos, pero casi nunca observamos qué pasa alrededor de ellos. Los medios de comunicación dan cuenta de una lista creciente de crímenes que ocurren cada vez con más frecuencia y a cada rato más cerca de nosotros; al mismo tiempo, pareciera que, como inconsciente mecanismo de defensa, vamos perdiendo capacidad de asombro y adquiriendo una peligrosa costumbre ante lo que hasta hace poco no sólo hubiera resultado increíble, sino inaceptable. “La banalidad del mal”,bautizó la filósofa Hannah Arendt, a ese fenómeno por el cual, una sociedad enferma, acepta y normaliza sucesos por terribles que resulten, a consecuencia de algo atroz: la incapacidad de pensar. “La falta de reflexión sobre los hechos de la vida diaria, aleja a los individuos del sentido de responsabilidad del resultado final de su acción”, explicó con lucidez la filósofa alemana, a principios de los años sesenta.

Hoy en las ciudades de México, ante la proliferación de la criminalidad y la aparentemente nula eficacia gubernamental para abatirla, debemos impedir caer en la incapacidad de pensar.

Por eso es preciso que los ciudadanos dejemos de ver pasivamente el problema de la inseguridad y empecemos a observarlo activamente, mantener nuestra capacidad reflexiva y pasar a la acción hasta mejorar.

Lo primero que hay que hacer es evitarla miopía que parece estar nublando la mirada de los responsables de nuestra seguridad. Debemos abrir nuestros ojos y abrírselos a las autoridades de los tres ámbitos de gobierno que, según dicen, todas las mañanas realizan sus reuniones de coordinación en materia de seguridad, en ellas revisan los datos que arrojan los centros de comando y las videocámaras, así como “el parte” de la noche anterior de los policías, y la información que aporta elSecretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública.

Lo malo es que dicha información es la suma de denuncias recibidas por la Fiscalía del Estado, como si no supiéramos todos que la abrumadora mayoría de las faltas y delitos que padecemos, no se denuncian; es decir, el Ministerio Público, la fiscalía, ni se entera de 96 de cada 100 delitos que se cometen.Esta es la miopía que impide ver la mayor parte de delitos que se comenten a diario, los que más aquejan a la mayoría y que, para frustración de todos, no se combaten.

Dado que la autoridad no parece ocuparse del grueso de las acciones antisociales y en algunos casos llega al extremo de culparnos a los ciudadanos por no presentar denuncias, como si ignorara que el despotismo, el mal trato y hasta el peligro de resultar perjudicado por abusivos burócratas en desagradables instalaciones, son factores que inhiben a cualquiera, parece necesario que los ciudadanos pasemos a la acción ayudándole, quitándole la venda de los ojos.

Aunque lo ideal es que lo haga cada ayuntamiento del país, la opción es que la sociedad organizada, los empresarios y los académicos, por ejemplo, aprovechando los instrumentos de las ciencias sociales, realicemos el estudio de victimización en cada ciudad, que permita visibilizar la incidencia delictiva, esa que pasa desapercibida para el MP, la policía y sus videocámaras y, con datos en mano, los invitemos –es un decir- a ver el fenómeno criminal completo y actual, y así, juntos sociedad y gobierno, no perdamos la capacidad de pensar, evitemos la banalidad del mal, recuperemos la seguridad y hagamos prevalecer la paz.

@HuicocheaAlanis