/ jueves 6 de abril de 2023

Vida pública | Morena no puede ganar

Desde la perspectiva de López Obrador, MORENA no puede ganar la gubernatura del Estado de México; de lo contrario extinguiría lo que quede de su flama reeleccionista, rompería su esquema ideal de sucesión, tirando por suelo sus llamadas “corcholatas” y, en el ocaso de su sexenio, el periodo más vulnerable de su liderazgo sexenal, quedaría a merced de un grupo político súbitamente empoderado al que adeuda cuentas del pasado. Él, como pocos, sabe que el poder no se comparte y, como todos, no está dispuesto a cederlo.

A diferencia de hacerlo en la mayoría de las entidades federativas, gobernar el Estado de México, inevitablemente posiciona a la persona titular del Ejecutivo en la palestra de la política nacional, por el peso de la economía estatal, su ubicación geográfica y la densidad de su padrón electoral.

Así ha sido durante los últimos cincuenta años y de ese modo lo entendieron los presidentes Luis Echeverría que intuyó el riesgo que representaba el respaldo social, el liderazgo regional y la visión de largo alcance de Carlos Hank González y encontró el recurso jurídico del origen familiar en el extranjero del gobernador mexiquense para impedirle aspirar a más, para ofrecerle una salida grande: seguir gobernando el corazón del país, desde la Regencia del Distrito Federal.

Seguramente así lo interpretó José López Portillo al observar que, en plena expansión y crecimiento de la economía mexiquense, acompañada de un acelerado proceso de urbanización sin precedente, el Dr. Jorge Jiménez Cantú, entonces gobernador, organizaba el Ejército del Trabajo, al tiempo que por todo el país se multiplicaba el Pentatlón Deportivo, Militarizado, Universitario -fundado décadas antes por el mismo Doctor- dos atemorizantes organizaciones tumultuosas, una de obreros y campesinos, otra de vigorosos jóvenes estudiantes originarios de pueblos y familias pobres, a lo que se sumó el esbozo de un “sindicado de gobernadores”, a iniciativa del mismo gobernador. Planteamientos a los que el sistema presidencial respondió tajantemente, seleccionando como sucesor en la gubernatura a un hombre ciertamente originario de la entidad, del mítico municipio de Atlacomulco, aunque políticamente desvinculado de él: Alfredo Del Mazo González.

Y lo mismo entendió seis años después Miguel De La Madrid Hurtado quien, lejos de lidiar con los políticos mexiquenses, optó por enviar a gobernar a un personaje sin conocimiento de la realidad estatal y, sobre todo, sin arraigo entre los grupos políticos mexiquenses.

Evidentemente, como ninguna otra gubernatura, la del EDOMEX afecta el tablero político nacional. Los dos presidentes de la República panistas no lo entendieron y no podrían haber intervenido en la vida interna de otro partido, y fue precisamente por eso que, ya sin presidente priista, los dos primeros gobernadores mexiquenses del siglo XXI, casi sin proponérselo, al menos al inicio de sus sexenios, terminaron en la antesala de la candidatura presidencial, y en la Presidencia de la República. Opción que se canceló para el gobernador en turno, cuando nuevamente gobernaba el país un tricolor.

@HuicocheaAlanis

Desde la perspectiva de López Obrador, MORENA no puede ganar la gubernatura del Estado de México; de lo contrario extinguiría lo que quede de su flama reeleccionista, rompería su esquema ideal de sucesión, tirando por suelo sus llamadas “corcholatas” y, en el ocaso de su sexenio, el periodo más vulnerable de su liderazgo sexenal, quedaría a merced de un grupo político súbitamente empoderado al que adeuda cuentas del pasado. Él, como pocos, sabe que el poder no se comparte y, como todos, no está dispuesto a cederlo.

A diferencia de hacerlo en la mayoría de las entidades federativas, gobernar el Estado de México, inevitablemente posiciona a la persona titular del Ejecutivo en la palestra de la política nacional, por el peso de la economía estatal, su ubicación geográfica y la densidad de su padrón electoral.

Así ha sido durante los últimos cincuenta años y de ese modo lo entendieron los presidentes Luis Echeverría que intuyó el riesgo que representaba el respaldo social, el liderazgo regional y la visión de largo alcance de Carlos Hank González y encontró el recurso jurídico del origen familiar en el extranjero del gobernador mexiquense para impedirle aspirar a más, para ofrecerle una salida grande: seguir gobernando el corazón del país, desde la Regencia del Distrito Federal.

Seguramente así lo interpretó José López Portillo al observar que, en plena expansión y crecimiento de la economía mexiquense, acompañada de un acelerado proceso de urbanización sin precedente, el Dr. Jorge Jiménez Cantú, entonces gobernador, organizaba el Ejército del Trabajo, al tiempo que por todo el país se multiplicaba el Pentatlón Deportivo, Militarizado, Universitario -fundado décadas antes por el mismo Doctor- dos atemorizantes organizaciones tumultuosas, una de obreros y campesinos, otra de vigorosos jóvenes estudiantes originarios de pueblos y familias pobres, a lo que se sumó el esbozo de un “sindicado de gobernadores”, a iniciativa del mismo gobernador. Planteamientos a los que el sistema presidencial respondió tajantemente, seleccionando como sucesor en la gubernatura a un hombre ciertamente originario de la entidad, del mítico municipio de Atlacomulco, aunque políticamente desvinculado de él: Alfredo Del Mazo González.

Y lo mismo entendió seis años después Miguel De La Madrid Hurtado quien, lejos de lidiar con los políticos mexiquenses, optó por enviar a gobernar a un personaje sin conocimiento de la realidad estatal y, sobre todo, sin arraigo entre los grupos políticos mexiquenses.

Evidentemente, como ninguna otra gubernatura, la del EDOMEX afecta el tablero político nacional. Los dos presidentes de la República panistas no lo entendieron y no podrían haber intervenido en la vida interna de otro partido, y fue precisamente por eso que, ya sin presidente priista, los dos primeros gobernadores mexiquenses del siglo XXI, casi sin proponérselo, al menos al inicio de sus sexenios, terminaron en la antesala de la candidatura presidencial, y en la Presidencia de la República. Opción que se canceló para el gobernador en turno, cuando nuevamente gobernaba el país un tricolor.

@HuicocheaAlanis