/ miércoles 17 de enero de 2018

Vida Pública

Nada. Para que AMLO no sea presidente de la República sus adversarios no necesitan hacer nada; es decir, no deben responder a sus provocaciones, no tienen que referirse a los asuntos que plantee, ni caer en la tentación de darle una lección por algún planteamiento absurdo que formule, evitar opinar acerca de sus ocurrencias, ni expresar juicio alguno sobre el imaginario gabinete que presentó, no habría que tratar de vincularlo con indicios de una intervención rusa en nuestro país, ni reproducir las críticas que recibe dentro y fuera de México, mucho menos provocar que los electores piensen en él a partir de las realidades cubana o venezolana que de todos modos no conocen ni imaginan. En una palabra, para vencer a Andrés López, nada más hay que ignorarlo.

Si se ha dado por cierto el apotegma atribuido a Jesús Reyes Heroles que reza: “lo que resiste apoya”, hay que dejar de resistir, o lo que es lo mismo, hay que dejar de apoyar a AMLO, evitando hablar de él.

La lección no es nueva para el régimen y debería haber sido bien aprendida. Entre los años 80-90, el priismo de la época, con la desproporcionada fuerza con que contaba entonces y la complicidad servil de los empresarios de la radio y la televisión, que todavía monopolizaban los medios de comunicación masiva, se afanó, como nunca antes y con toda suerte de recursos a su alcance en ese periodo previo a la transparencia gubernamental, en atacar la figura, el prestigio y hasta el legado paterno, de un disidente: Cuauhtémoc Cárdenas. El resultado no pudo ser peor; el régimen creó al tótem de la izquierda en México para los siguientes 30 años, el gobierno dio vida a su más temida amenaza y le aportó la fuerza electoral, arrastre social y legitimidad a su némesis, para que en 1988 casi le arrebatara la elección presidencial y, poco más tarde, se convirtiera en el primer gobernante electo del Distrito Federal. El PRI de la era “delamadridista-salinista”, como dijera Facundo Cabral: “queriendo joder, se jodió”.

Y de similar modo, con un persistente e incesante ataque, que sin embargo nunca ha parecido realmente decidido a acabar con él, a pesar de muy evidentes violaciones a la Ley, durante los 18 años del siglo en curso, se ha prolongado la vida de un personaje que hoy tiene 99% de probabilidad estadística de ganar la elección, de acuerdo con www.oraculus.mx, plataforma que ha realizado un muy serio análisis de todas las encuestas confiables conocidas.

Ignorar al adversario para conquistar la opinión de las personas es una estrategia seria y probada, y no exclusiva de la política; basta ver los comerciales de cualquier marca sin importar el producto, que nunca hablan -mal ni bien- de sus competidores del mercado. Al revés, las contadas excepciones que tratan de erosionar a sus competidores -como “El Reto Pepsi”- no hacen sino confirmar la regla pues, a pesar del posicionamiento que el citado refresco sí logró, nunca se acercó y menos desplazó a su archienemiga.

Pareciera que, impulsado por el leve descenso en las prioridades de AMLO, pasando por alto que eso es natural dado el gran nivel de posicionamiento con el que inició y, quizá, motivado por el modesto pero persistente ascenso del precandidato priista, también pasando por alto que era de esperarse pues no se le conocía, hasta ahora el PRI se ha centrado en los negativos del morenista, dejando pasar la extraordinaria oportunidad de mostrar el talento que, insisten en repetir, posee el abanderado tricolor. Sería muy atractivo permitirle desplegar sus habilidades, exhibir y emocionar con propuestas tan atractivas, como posibles, para posicionar su mensaje, crecer por mérito propio, ser más atractivo y ganar.

 

@HuicocheaAlanis

Nada. Para que AMLO no sea presidente de la República sus adversarios no necesitan hacer nada; es decir, no deben responder a sus provocaciones, no tienen que referirse a los asuntos que plantee, ni caer en la tentación de darle una lección por algún planteamiento absurdo que formule, evitar opinar acerca de sus ocurrencias, ni expresar juicio alguno sobre el imaginario gabinete que presentó, no habría que tratar de vincularlo con indicios de una intervención rusa en nuestro país, ni reproducir las críticas que recibe dentro y fuera de México, mucho menos provocar que los electores piensen en él a partir de las realidades cubana o venezolana que de todos modos no conocen ni imaginan. En una palabra, para vencer a Andrés López, nada más hay que ignorarlo.

Si se ha dado por cierto el apotegma atribuido a Jesús Reyes Heroles que reza: “lo que resiste apoya”, hay que dejar de resistir, o lo que es lo mismo, hay que dejar de apoyar a AMLO, evitando hablar de él.

La lección no es nueva para el régimen y debería haber sido bien aprendida. Entre los años 80-90, el priismo de la época, con la desproporcionada fuerza con que contaba entonces y la complicidad servil de los empresarios de la radio y la televisión, que todavía monopolizaban los medios de comunicación masiva, se afanó, como nunca antes y con toda suerte de recursos a su alcance en ese periodo previo a la transparencia gubernamental, en atacar la figura, el prestigio y hasta el legado paterno, de un disidente: Cuauhtémoc Cárdenas. El resultado no pudo ser peor; el régimen creó al tótem de la izquierda en México para los siguientes 30 años, el gobierno dio vida a su más temida amenaza y le aportó la fuerza electoral, arrastre social y legitimidad a su némesis, para que en 1988 casi le arrebatara la elección presidencial y, poco más tarde, se convirtiera en el primer gobernante electo del Distrito Federal. El PRI de la era “delamadridista-salinista”, como dijera Facundo Cabral: “queriendo joder, se jodió”.

Y de similar modo, con un persistente e incesante ataque, que sin embargo nunca ha parecido realmente decidido a acabar con él, a pesar de muy evidentes violaciones a la Ley, durante los 18 años del siglo en curso, se ha prolongado la vida de un personaje que hoy tiene 99% de probabilidad estadística de ganar la elección, de acuerdo con www.oraculus.mx, plataforma que ha realizado un muy serio análisis de todas las encuestas confiables conocidas.

Ignorar al adversario para conquistar la opinión de las personas es una estrategia seria y probada, y no exclusiva de la política; basta ver los comerciales de cualquier marca sin importar el producto, que nunca hablan -mal ni bien- de sus competidores del mercado. Al revés, las contadas excepciones que tratan de erosionar a sus competidores -como “El Reto Pepsi”- no hacen sino confirmar la regla pues, a pesar del posicionamiento que el citado refresco sí logró, nunca se acercó y menos desplazó a su archienemiga.

Pareciera que, impulsado por el leve descenso en las prioridades de AMLO, pasando por alto que eso es natural dado el gran nivel de posicionamiento con el que inició y, quizá, motivado por el modesto pero persistente ascenso del precandidato priista, también pasando por alto que era de esperarse pues no se le conocía, hasta ahora el PRI se ha centrado en los negativos del morenista, dejando pasar la extraordinaria oportunidad de mostrar el talento que, insisten en repetir, posee el abanderado tricolor. Sería muy atractivo permitirle desplegar sus habilidades, exhibir y emocionar con propuestas tan atractivas, como posibles, para posicionar su mensaje, crecer por mérito propio, ser más atractivo y ganar.

 

@HuicocheaAlanis