La serie de manifestaciones populares conocida como la Primavera Árabe, iniciada en Túnez en el 2010, también tuvo eco en Egipto en 2011 millones de personas que se manifestaron contra los casi 30 años de régimen dictatorial de Hosni Mubarak, su derrocamiento abrió la posibilidad de un futuro democrático para los egipcios.
La República Árabe de Egipto es un estado soberano, unido e indivisible, cuyo sistema es republicano democrático basado en la ciudadanía y la soberanía de la ley. Egipto forma parte del mundo islámico del continente africano; el Islam es la religión del Estado, el árabe es la lengua oficial y los principios de la Sharia islámica son la fuente principal de la legislación.
El Presidente es el Jefe de Estado y titular del Poder Ejecutivo, electo por sufragio directo y secreto, con una mayoría absoluta de votos válidos por un periodo de cuatro años, sólo puede ser reelecto una vez. Quienes sean candidatos presidenciales tienen que ser de nacionalidad egipcia, nacidos de padres egipcios, no deben haber poseído, ni él ni sus padres ni su esposa, otra nacionalidad, además de tener cumplidos 40 años de edad al momento de su nominación.
Las elecciones presidenciales se celebraron entre el pasado mes de marzo, entre los días 26 y 28, se presentó como candidato el actual Presidente Abdel Fatah Al-Sisi, quien obtuvo el triunfo con el 97% de la votación válida. Se comenta que dejó fuera de la competencia a los militares Sami Anan y Ahmed Shafik, por la vía de diversas acusaciones; por ellos como único competidor apareció Moussa Mostafa Moussa, cuya participación tuvo como propósito legitimar el triunfo del reelecto presidente egipcio.
Fueron convocados a los comicios casi 59 millones de ciudadanos, y votaron poco más de 24 millones (41% de participación), los votos nulos fueron 1.7 millones (7%). Abdel Fatah Al-Sisi consiguió 21,8 millones de sufragios, y Moussa Mostafa Moussa 656 mil.
Una evidente protesta social, se desprende del dato de que más de la mitad de los votos nulos, alrededor de un millón, se marcó en las boletas con el nombre, escrito a mano, del futbolista Mohamed Salad, estrella indiscutible del “Liverpool” en Inglaterra, idolatrado popularmente por su colaboración para que la selección de Egipto participe en el próximo mundial de futbol.
Con todo, Egipto se ha sumado a los países que usamos las elecciones para decidir el rumbo y esperamos sinceramente que, como en la tierra fértil en el delta del Nilo, la vida democrática florezca en ese país, ancestral cuna de faraones.
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