Elecciones y democracia
El domingo 1 de julio, la ciudadanía mexicana se volcó en las urnas, la participación para la elección presidencial superó el 63%, en el Estado de México tal participación fue superior a la media nacional superando el 67%.
Los resultados oficiales se han ido dando a conocer de manera paulatina y conforme a lo indicado en cada legislación, la federal y la de cada estado, pero de manera general podemos afirmar, al saber que la elección presidencial no se impugnó, que el proceso electoral en el país concluirá en breve, cuando la Sala Superior del Tribunal Electoral de la Federación califique la validez de la elección presidencial y haga la declaratoria formal de presidente electo y se hará público un “bando solemne”, con el que con modos de siglos pasados, se hará del conocimiento del pueblo de México quien habrá de ser su presidente.
Por otro lado, la definición sobre la conformación de los poderes legislativos, el federal y los estatales, continuará unas semanas más hasta que se resuelvan las impugnaciones presentadas a causa de esas elecciones, pero se puede prefigurar una integración de corte mayoritario a favor de la coalición que ganó la elección presidencial, acompañada de otras fuerzas políticas agrupadas en diversas minorías. Considerando que en veintisiete estados se renovó el congreso local, será interesante ver cómo funcionan los ejecutivos locales en coordinación con legislativos alineados, al menos teóricamente con los poderes federales electos.
Sobre este punto cabe recordar lo escrito por Salazar y Woldenberg en el número 1 de los cuadernos de divulgación de la cultura democrática, editados por el IFE en el siglo pasado, llamado por cierto “Principios y valores de la Democracia” en el que señalan, hablando de la regla de la mayoría y los derechos de las minorías: “…la propia regla de la mayoría exige el reconocimiento de la necesidad y legitimidad de la existencia de minorías y, por consiguiente, de sus derechos, empezando por el de convertirse en una nueva mayoría. Lo anterior explica que los procedimientos democráticos sean incompatibles con una presunta dictadura de la mayoría: ésta no sólo es excluida por la naturaleza temporal e inestable de cualquier mayoría democrática, sino también porque no existe mayoría sin minorías. Sin estas últimas, en efecto, la propia legitimidad del gobierno de la mayoría pierde sustento y deja de tener sentido democrático, es decir, de expresar la voluntad popular”.
Un sistema democrático no sólo debe propiciar la participación de la población en la toma de las decisiones, también debe mantenerla informada de las acciones que llevan a cabo sus representantes, de las razones para tomar las decisiones y de un mecanismo para escuchar a todas las voces; creo que estamos en vísperas de iniciar una nueva etapa de relación entre ciudadanía y poder, una etapa más “adulta” en la que trascendamos de la mofa y el escarnio como medio para abordar el ejercicio del poder político y pasemos a una relación madura de exigencia y seguimiento puntual de las razones y las obras.
@CP_IEEM_MX