El preescolar Octavio Paz que atiende la profesora Nancy y sus compañeras, casi está listo para las clases presenciales. Solo resta limpiar ventanas. Hubo una semana para lavar pisos, mobiliario y material didáctico.
"Para que no nos agarren a las prisas", externa la docente de preescolar. Hasta el momento han hecho buen trabajo.
En la bodega había jabón, cloro y cepillos, con eso avanzaron, porque los insumos de los que habla la Secretaría de Educación, no han llegado y ellos, al menos, desconocen si los dotarán.
Las seis aulas y las dos oficinas administrativas del preescolar ubicado en San Mateo Otzacatipan comenzaron a limpiarlas la semana pasada. En el grupo hay tres profesoras y un conserje que les está ayudando a reparar las ventas, para que cuenten con un mecanismo de ventilación.
“Estamos siguiendo el manual que nos dieron en la Secretaría de Educación”, explica la maestra Nancy. Ella es quien orquesta los roles en estos días. Luego, con la ayuda de los comités de salud, esperan tener más manos a disposición.
A partir de esta semana, los comités de salud escolar deberían estar operando en las escuelas, según reveló la Unión Nacional de Padres de Familia. Sin embargo, en los dichos y boletines, se trabaja a un ritmo más lento. Es lo que parece, porque el equipo de Nancy está solo en la limpieza de su escuela.
“No hay ayuda de padres y madres de familia, por ahora hacemos lo que podemos”, recalca la docente.
Un doble trabajo
Para los pisos, las docentes preparan tres cubetas: una para dar pasadas con jabón, la segunda para repasar con agua simple y una tercera con cloro. Es el proceso que están adoptando por sus medios y lo que dice el manual de limpieza.
“Esto se tiene que hacer diario, dar tres pasadas al piso”, acentúa la maestra. Por el momento es el plan, pero este no llega más allá de los primeros días de clases. Lo sabe, porque en ese preescolar son 180 alumnos inscritos y los grupos de primero nunca han estado en las aulas.
“Yo creo que sí será difícil que se adapten, porque hay niños que solo los conocemos por las clases virtuales”, advierte Nancy.
En otra parte de la escuela, la profesora Gabriela está encargada de limpiar mesabancos, pizarrones y echar en bolsas negras todo el material de los profesores para aislarlos del virus hasta que se deban usar.
“Se está ordenando todo el material y quedará sellado hasta que se use”, explica la docente.
En el patio las docentes colocaron un sistema de botes que sirven como lavabos. Están distribuidos en puntos estratégicos y se llenan a la hora de la comida. El agua que sobra se riega en las jardineras y es una metodología que les fue muy útil en las pocas semanas que se mantuvo abierta la escuela, al inicio de la pandemia.
Mientras, en los lavaderos la docente Karen casi termina de lavar las figuras de plástico que usan en las dinámicas como material didáctico. Ese proceso también lo deberán hacer a diario, porque los objetos son usados por docenas de manos en las clases.
“Se dejan remojar en jabón y cloro una hora, luego enjuagamos y otra más de remojar”, enlista la profesora.
Las tres desean que los alumnos regresen, pero temen no estar listas. Aunque en sí, el preescolar Octavio Paz, sin los niños, es un edificio nada más, asevera la maestra Nancy.
“Yo digo que ahorita esto es solo un edificio, no es escuela, los niños hacen que sea escuela”, reflexiona mientras camina al patio.