El Estado de México es un entidad donde la alternancia electoral sigue causando sorpresas. Más aún cuando ha persistido una hegemonía histórica de un sólo partido.
Sin embargo, tras los comicios del primero de julio se rompen varios paradigmas.
Uno de ellos es que el voto rural ya no representa el granero electoral del tricolor.
La muestra está en la victoria preliminar de la coalición Juntos Haremos Historia (Morena-PT-Encuentro Social) en San Felipe del Progreso, localidad que por primera vez viviría una alternancia en la alcaldía, además de ser gobernado por la izquierda.
Este municipio se caracteriza por sus índices de pobreza, siempre vigentes para el discurso político que oferta apoyos sociales, los cuales sólo palian la precariedad de una población acostumbrada al asistencialismo.
No obstante, en los comicios del primero de julio algo pasó, pues la mayoría de los ciudadanos decidieron darle una vuelco a su historia y votar por la coalición de Andrés Manuel López Obrador.
El segundo paradigma que se extingue son los símbolos políticos del PRI.
Perder, de manera preliminar, en el municipio de Atlacomulco es una derrota moral que pega en el ánimo de una clase política gestada y formada a partir de la llegada de atlacomulquenses al gobierno mexiquense a partir del impulso otorgado por Isidro Fabela a su paisano Alfredo del Mazo Vélez.
Con este triunfo Morena y sus aliados están mermando uno de los orgullos del tricolor, motivo de su propia identidad.
El tercer paradigma que se rompe es el control político que por décadas había construido el PRI.
Es el caso del municipio de Tecámac, donde un priista como Aarón Urbina Bedolla, había mantenido el dominio electoral, al saltar durante las dos últimas décadas de la alcaldía a una diputación local de esta demarcación.
Aquí Morena también gana de manera preliminar la alcaldía, lo cual prende los focos rojos sobre la caducidad que estarían enfrentando los cuadros políticos más veteranos del tricolor, los cuales le aseguraban ganar elecciones.
Así, el saldo del primero de julio también ofrece un cambio de paradigmas que apunta a una mayor alternancia electoral. *