En tres tiempos
Uno
El reciente ataque de hackers al sistema de seguridad del Banco de México hizo que inversionistas y ahorradores quedaran pasmados antes de conocer la magnitud del daño. El alma les volvió al cuerpo cuando supieron que ningún cliente había sido afectado debido a que la fraudulenta operación se había dirigido contra las cuentas de algunos bancos por medio del SPEI, sistema de pagos electrónicos.
La preocupación, sin embargo, persiste, debido a que el Banco de México anunció no estar seguro de que el jaqueo ya había terminado o estaba en curso. Se adoptaron medidas de seguridad para evitar que el fraude continuara.
Saber que el sistema digital bancario había sido vulnerado por piratas electrónicos equivalía a enterarse de que la bóveda del dinero de un banco tradicional había cedido ante la audacia de los ladrones bancarios.
Dos
La historia del dinero es una historia de fraudes, asaltos y saqueos. Desde el ahorro celosamente guardado debajo del colchón hasta la más moderna transferencia electrónica, el dinero despierta la codicia de los delincuentes y los lleva a seguirle la pista hasta que tienen oportunidad de dar el golpe.
Los modernos sistemas de seguridad adoptados por los bancos al irrumpir en el medio digital persiguen el propósito de proteger el dinero poniéndolo fuera del alcance de los ladrones y sustituyéndolo físicamente en muchas operaciones. La bancarización del país y el uso de tarjetas electrónicas son prueba de ello. Hasta el teléfono móvil sustituye la visita al banco y hace innecesario el trasiego de billetes y monedas.
Sin embargo, detrás de cualquier sistema que se invente para proteger el dinero y blindar las cuentas bancarias, el ingenio de los hackers va detrás y no deja de buscar las claves hasta consumar el fraude.
En cualquier momento, la tarjeta electrónica es clonada y el cajero automático manipulado para burlar la vigilancia de la víctima y sus custodios.
Tres
La mala noticia después del ataque al Banco de México es que, en opinión de los expertos, ningún sistema de seguridad es inviolable. Hay algunos excelentes, confiables al 99 por ciento, pero el uno por ciento restante es muchas veces la rendija por la que se cuelan los hackers, puesto que la tecnología también evoluciona para ellos.
Así las cosas, no puede volverse a la época de los escondrijos para ocultar el dinero.
Es preciso confiar en el sistema bancario, con todos sus riesgos y amenazas, mientras que no exista algo mejor.