/ sábado 20 de abril de 2024

Reflexiones en textos cortos / En las historias de alguien más

La palabra “historia” tiene una connotación distinta si se habla de redes sociales; me preocupa que con el paso del tiempo la connotación se vuelva denotación, es decir que prevalezca el significado de historia cuando alguien publica algo con una temporalidad de 24 horas. Se desplace el concepto de historia donde el “tener algo qué contar”, se sustituya por “el mostrar algo en una imagen”.

La historia prefiere verse que leerse en palabras escritas, el uso del Chat GPT está sustituyendo la tarea de saber escribir. Por lo que ahora lo que se necesita es pensar para utilizar de cierta forma esas nuevas formas de automatización de lo escrito. Sin embargo, lo escrito por el chat de Inteligencia Artificial, aún es incapaz de crear cosas por sí misma, dejando aún lado la tradición oral. Es decir, escribir para después explicar la experiencia propia, generar la inquietud, el chat no vive las historias, no percibe los aromas, no se confunde en el afán de buscar respuestas ¿Qué es lo que yo quiero lograr?, ¿Por qué me siento así? Son preguntas tan complejas y propias de la existencia humana.

He estado como presentador del libro de un amigo. Alejandro Tovar, es un psicólogo y docente que hace unos meses publicó un poemario “Memorias de un alma peregrina”. Estuvimos en una cafetería y en dos universidades del Valle de Toluca; mi labor era preguntar sobre su obra y generar el interés en los espectadores para que pudieran interesarse por su libro. Leí sus poemas, los entendí de forma muy particular, me sorprendí con un palíndromo encontrado en uno de sus textos, presumiendo haberlo escrito o poco menos de cuatro horas. No tengo ni idea cómo pudo escribirlo en tan poco tiempo. A mí me hubiera tomado meses, si no es que años o de plano jamás hubiera logrado eso.

Más allá del conocimiento literario de Alejandro Tovar, me sorprendió mucho cómo sus textos pueden detonar pláticas cotidianas, pero no por ello menos interesantes. Al contrario.

El libro de mi amigo resultó como una película que te invita a platicarla después de haberla visto saliendo del cine, no es una ciencia ficción que fuera de su intención de entretener, no cumple ningún propósito.

Tres veces presenté su libro, y tres veces los temas fueron distintos entre sí. Hablábamos sobre sus composiciones literarias, pero el espacio y tiempo hicieron que las cosas fueran tomando un orden distinto.

En “Memorias de un alma peregrina” se explora la niñez de Alejandro, su adolescencia, la vida adulta, la relación con su padre, su hija, la amistad y la soledad. Leerlo provoca preguntar y preguntarse a sí mismo. Claro, bajo la idea de ver similitudes en nuestras vidas, y cuando vemos historias similares en alguien más, nos damos cuenta que nunca sufrimos solos.

La lectura en este país es cada vez más escasa, incluso puedo no tener la certeza de que alguien perciba esto, sin embargo, los espacios que generan una lectura conjunta, propician el interés, pues la idea no sólo es leer, también platicar. Finalmente a todos nos gusta más conocer las historias, las que duran más que 24 horas.

La palabra “historia” tiene una connotación distinta si se habla de redes sociales; me preocupa que con el paso del tiempo la connotación se vuelva denotación, es decir que prevalezca el significado de historia cuando alguien publica algo con una temporalidad de 24 horas. Se desplace el concepto de historia donde el “tener algo qué contar”, se sustituya por “el mostrar algo en una imagen”.

La historia prefiere verse que leerse en palabras escritas, el uso del Chat GPT está sustituyendo la tarea de saber escribir. Por lo que ahora lo que se necesita es pensar para utilizar de cierta forma esas nuevas formas de automatización de lo escrito. Sin embargo, lo escrito por el chat de Inteligencia Artificial, aún es incapaz de crear cosas por sí misma, dejando aún lado la tradición oral. Es decir, escribir para después explicar la experiencia propia, generar la inquietud, el chat no vive las historias, no percibe los aromas, no se confunde en el afán de buscar respuestas ¿Qué es lo que yo quiero lograr?, ¿Por qué me siento así? Son preguntas tan complejas y propias de la existencia humana.

He estado como presentador del libro de un amigo. Alejandro Tovar, es un psicólogo y docente que hace unos meses publicó un poemario “Memorias de un alma peregrina”. Estuvimos en una cafetería y en dos universidades del Valle de Toluca; mi labor era preguntar sobre su obra y generar el interés en los espectadores para que pudieran interesarse por su libro. Leí sus poemas, los entendí de forma muy particular, me sorprendí con un palíndromo encontrado en uno de sus textos, presumiendo haberlo escrito o poco menos de cuatro horas. No tengo ni idea cómo pudo escribirlo en tan poco tiempo. A mí me hubiera tomado meses, si no es que años o de plano jamás hubiera logrado eso.

Más allá del conocimiento literario de Alejandro Tovar, me sorprendió mucho cómo sus textos pueden detonar pláticas cotidianas, pero no por ello menos interesantes. Al contrario.

El libro de mi amigo resultó como una película que te invita a platicarla después de haberla visto saliendo del cine, no es una ciencia ficción que fuera de su intención de entretener, no cumple ningún propósito.

Tres veces presenté su libro, y tres veces los temas fueron distintos entre sí. Hablábamos sobre sus composiciones literarias, pero el espacio y tiempo hicieron que las cosas fueran tomando un orden distinto.

En “Memorias de un alma peregrina” se explora la niñez de Alejandro, su adolescencia, la vida adulta, la relación con su padre, su hija, la amistad y la soledad. Leerlo provoca preguntar y preguntarse a sí mismo. Claro, bajo la idea de ver similitudes en nuestras vidas, y cuando vemos historias similares en alguien más, nos damos cuenta que nunca sufrimos solos.

La lectura en este país es cada vez más escasa, incluso puedo no tener la certeza de que alguien perciba esto, sin embargo, los espacios que generan una lectura conjunta, propician el interés, pues la idea no sólo es leer, también platicar. Finalmente a todos nos gusta más conocer las historias, las que duran más que 24 horas.