/ miércoles 25 de noviembre de 2020

Repique inocente | En los bueyes de mi compadre

Muchas personas temen que el semáforo epidemiológico de COVID-19 se encienda en color rojo en el estado de México. Desean acciones más restrictivas, pero siempre y cuando no tengan implicaciones para sus actividades.

Hay muchas personas “apanicadas” en estos días. Por la evolución de la pandemia del COVID-19, desde luego. Temen que de un momento a uno, de la noche a la mañana, regresemos a los días de marzo a junio en los que nos tuvimos que quedar encerrados en casa para no contagiarnos de la pandemia que nos asuela —o asola, ambas voces están permitidas por la Real Academia Española—.

No les sobra razón. Pero tampoco les asiste por completo:

El estado de México acumuló del 6 de marzo hasta el lunes 23 de noviembre 106 mil casos de COVID-19. Han muerto 15 mil 179 mexiquenses por la malhadada enfermedad. Pero hay 65 mil personas en el estado de México que ya se recuperaron de la enfermedad causada por el coronavirus SARS-COV-2.

Para que sirva de comparación, en la Ciudad de México —otrora llamada La Ciudad de los Palacios— hay 188 mil casos acumulados. 13 mil 32 difuntos. Y 153 mil recuperados.

En los casos activos de la enfermedad —los que son la fuente de contagio, como diría el doctor López-Gatell—, el estado de México tenía hasta el lunes mil 296 por 3 mil 819 en la CeDeMex.

En términos estrictamente aritméticos, el prepotente existencia moral llamada estado de México atraviesa por un mejor momento de la pandemia en comparación con la capital del país. Menos en el número de muertos, donde les llevamos ventaja a quienes un gentilicio denomina como chilangos.

Con los datos en la mano, el arriba firmante cree, en un acto de optimismo —inútil, como casi todos los optimismos—, que la condiciones actuales de la pandemia en el Edomex no son para entrar en un estado de alarma. Pero tampoco para bajar la guardia.

Tenemos que seguir usando el cubrebocas en el espacio público —los subnormales profundos están exentos, ya nos dimos cuenta—, nos debemos lavar constantemente las manos con agua y jabón o desinfectarlas con alcohol, y tenemos que respetar la sana distancia.

Los apanicados dicen por aquí y por allá que el semáforo rojo está a la vuelta de la esquina. Que nos está cargando el payaso. Que los casos se multiplican y los fallecimientos también. Que ya viene una nueva cuarentena. Que la culpa es de la gente inconsciente. Que no se cumplen las reglas. Pero tampoco hacen algo más que apuntar su índice flamígero. Practican la celebre frase que a la letra dice: “hágase la voluntad de Dios, pero en los bueyes de mi compadre”. Porque quieren que “la gente” se someta a más restricciones pero no ponen el ejemplo. Siguen haciendo su vida como el amago del semáforo epidemiológico en rojo sólo tuviera que ver con ellos cuando se trata de cuestionar a “los bueyes de su compadre”.

***

Director del noticiario Así Sucede de Grupo Acir Toluca.

Mail: felgonre@gmail.com.

Twitter: @FelipeGlz.

Muchas personas temen que el semáforo epidemiológico de COVID-19 se encienda en color rojo en el estado de México. Desean acciones más restrictivas, pero siempre y cuando no tengan implicaciones para sus actividades.

Hay muchas personas “apanicadas” en estos días. Por la evolución de la pandemia del COVID-19, desde luego. Temen que de un momento a uno, de la noche a la mañana, regresemos a los días de marzo a junio en los que nos tuvimos que quedar encerrados en casa para no contagiarnos de la pandemia que nos asuela —o asola, ambas voces están permitidas por la Real Academia Española—.

No les sobra razón. Pero tampoco les asiste por completo:

El estado de México acumuló del 6 de marzo hasta el lunes 23 de noviembre 106 mil casos de COVID-19. Han muerto 15 mil 179 mexiquenses por la malhadada enfermedad. Pero hay 65 mil personas en el estado de México que ya se recuperaron de la enfermedad causada por el coronavirus SARS-COV-2.

Para que sirva de comparación, en la Ciudad de México —otrora llamada La Ciudad de los Palacios— hay 188 mil casos acumulados. 13 mil 32 difuntos. Y 153 mil recuperados.

En los casos activos de la enfermedad —los que son la fuente de contagio, como diría el doctor López-Gatell—, el estado de México tenía hasta el lunes mil 296 por 3 mil 819 en la CeDeMex.

En términos estrictamente aritméticos, el prepotente existencia moral llamada estado de México atraviesa por un mejor momento de la pandemia en comparación con la capital del país. Menos en el número de muertos, donde les llevamos ventaja a quienes un gentilicio denomina como chilangos.

Con los datos en la mano, el arriba firmante cree, en un acto de optimismo —inútil, como casi todos los optimismos—, que la condiciones actuales de la pandemia en el Edomex no son para entrar en un estado de alarma. Pero tampoco para bajar la guardia.

Tenemos que seguir usando el cubrebocas en el espacio público —los subnormales profundos están exentos, ya nos dimos cuenta—, nos debemos lavar constantemente las manos con agua y jabón o desinfectarlas con alcohol, y tenemos que respetar la sana distancia.

Los apanicados dicen por aquí y por allá que el semáforo rojo está a la vuelta de la esquina. Que nos está cargando el payaso. Que los casos se multiplican y los fallecimientos también. Que ya viene una nueva cuarentena. Que la culpa es de la gente inconsciente. Que no se cumplen las reglas. Pero tampoco hacen algo más que apuntar su índice flamígero. Practican la celebre frase que a la letra dice: “hágase la voluntad de Dios, pero en los bueyes de mi compadre”. Porque quieren que “la gente” se someta a más restricciones pero no ponen el ejemplo. Siguen haciendo su vida como el amago del semáforo epidemiológico en rojo sólo tuviera que ver con ellos cuando se trata de cuestionar a “los bueyes de su compadre”.

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Director del noticiario Así Sucede de Grupo Acir Toluca.

Mail: felgonre@gmail.com.

Twitter: @FelipeGlz.