/ miércoles 7 de noviembre de 2018

Rescate Tierra


La libertad de elegir y educar, coartada por un grupo

Comunicación, democracia, mayoría, poder popular, representatividad, son palabras de moda en el escenario político social de México, en el reacomodo de la hegemonía gobernante.

Siempre se habla de la importancia de la comunicación y de la prensa libres para impulsar la madurez política del país, de la importancia de la transparencia para combatir la corrupción y fomentar el debate de las ideas. Sin embargo, la necesidad de promover esa comunicación libre, transparente y necesaria se fomenta desde dos vertientes, la de quienes están en el poder y quienes no lo están. De modo que lo que era bueno para unos cuando tenían el control de la piezas, deja de serlo cuando lo pierden.

La tolerancia es una virtud necesaria de cualquier lado que se este. La comunicación, libre, la prensa libre, la capacidad de analizar un tema desde cualquier perspectiva, es fundamental para crear un criterio, el cual queda anómico, cuando sólo es constituido desde una sola visión, la que no siempre es el criterio de la mayoría de una Nación, pero si de un pequeño grupo en posibilidad de imponerse, dando pie a la perversión social y la tiranía.

Ese parece ser el intento visible, por modificar las leyes federales, para quitar a los padres la responsabilidad de educar a sus hijos e instruirlos con su ejemplo y guía, en un tema tan delicado como es la orientación sexual de una persona.

En todas las culturas del mundo, mayas, aztecas, judíos, cristianos, ortodoxos, musulmanes, latinos y muchas más. La responsabilidad de educar a los hijos recae en los padres. En el Desde el Código Hammurabi hasta la Biblia, los niños eran instruidos y los padres cumplían un papel único, en los judíos es responsabilidad del padre instruir al menor en el mejor camino, la mejor educación, los valores que le servirán en la adultez y como convivir socialmente, contribuyendo a la fortaleza social del lugar en que vive.

Los padres educan en lo individual, forman personas que se integran socialmente como ciudadanos. Les hablan del respeto a la mujer, la no violencia, el amor a los animales, el cuidado de la naturaleza, los valores del varón y la mujer, la honestidad, el trabajo, la no corrupción y hasta con su ejemplo, dan guía en la identidad sexual de hombres y mujeres. Pretender coartar ese derecho y obligación con leyes amañadas al modo de pensar, de un pequeño grupo de la sociedad significará el impacto a 100 millones de mexicanos, que no comparten la visión de quienes hoy quieren modificar las leyes.


La libertad de elegir y educar, coartada por un grupo

Comunicación, democracia, mayoría, poder popular, representatividad, son palabras de moda en el escenario político social de México, en el reacomodo de la hegemonía gobernante.

Siempre se habla de la importancia de la comunicación y de la prensa libres para impulsar la madurez política del país, de la importancia de la transparencia para combatir la corrupción y fomentar el debate de las ideas. Sin embargo, la necesidad de promover esa comunicación libre, transparente y necesaria se fomenta desde dos vertientes, la de quienes están en el poder y quienes no lo están. De modo que lo que era bueno para unos cuando tenían el control de la piezas, deja de serlo cuando lo pierden.

La tolerancia es una virtud necesaria de cualquier lado que se este. La comunicación, libre, la prensa libre, la capacidad de analizar un tema desde cualquier perspectiva, es fundamental para crear un criterio, el cual queda anómico, cuando sólo es constituido desde una sola visión, la que no siempre es el criterio de la mayoría de una Nación, pero si de un pequeño grupo en posibilidad de imponerse, dando pie a la perversión social y la tiranía.

Ese parece ser el intento visible, por modificar las leyes federales, para quitar a los padres la responsabilidad de educar a sus hijos e instruirlos con su ejemplo y guía, en un tema tan delicado como es la orientación sexual de una persona.

En todas las culturas del mundo, mayas, aztecas, judíos, cristianos, ortodoxos, musulmanes, latinos y muchas más. La responsabilidad de educar a los hijos recae en los padres. En el Desde el Código Hammurabi hasta la Biblia, los niños eran instruidos y los padres cumplían un papel único, en los judíos es responsabilidad del padre instruir al menor en el mejor camino, la mejor educación, los valores que le servirán en la adultez y como convivir socialmente, contribuyendo a la fortaleza social del lugar en que vive.

Los padres educan en lo individual, forman personas que se integran socialmente como ciudadanos. Les hablan del respeto a la mujer, la no violencia, el amor a los animales, el cuidado de la naturaleza, los valores del varón y la mujer, la honestidad, el trabajo, la no corrupción y hasta con su ejemplo, dan guía en la identidad sexual de hombres y mujeres. Pretender coartar ese derecho y obligación con leyes amañadas al modo de pensar, de un pequeño grupo de la sociedad significará el impacto a 100 millones de mexicanos, que no comparten la visión de quienes hoy quieren modificar las leyes.