/ jueves 31 de agosto de 2017

Subrayando

Precisamente el día destinado a celebrar a los abuelos, aparece en los periódicos y otros medios de comunicación, una fotografía reveladora de la vulnerabilidad de los ancianos, la fotografía se ubica en algún lugar del área metropolitana de Houston, en los días en que impactó el huracán “Harvey” a dicha área, la cuarta mayor de Estados Unidos y cuya economía la coloca entre las 25 más ricas del mundo.

La fotografía muestra un cuarto, con sillones acomodados cerca de mesas con lámparas, una máquina para hacer palomitas de maíz cerca de la ventana. Al frente de la fotografía, se ve parte de una mesa redonda de madera y arriba de la misma seis botellas de aguas cerradas, unas pocas palomitas y una revista, con unos como guantes usados encima.

El cuarto está inundado, el agua cubre hasta la mitad del sillón principal que se encuentra en medio de la habitación, aparecen personas en la habitación, todos adultos mayores, lo que hace suponer que la habitación, pudiera ser la sala de estar de los ancianos en un asilo o casa de asistencia.

En primer plano de la fotografía junto a la mesa redonda aparece una anciana sentada, en una silla con descansa brazos que parecen de fierro, la espalda la descansa en una manta de color beige y en otra tela blanca, la anciana viste una especie de camisón floreado que pareciera caído de la espalda de hombros y brazos, la anciana tiene la mirada fija en algo, y muestra una expresión de impotencia, el agua la cubre hasta la cintura, teniendo la mitad del cuerpo casi descubierto y la otra mitad en el agua, piernas y pies totalmente inmersos, inmóviles.

Por la situación en que se encuentra, hace pensar en el riesgo de una pulmonía, o algo parecido, de un agravamiento de reumatismo cuando menos.

Cerca de ella aparece otra anciana con el pelo mojado, el vestido o blusa debajo de los hombros, lo que la hace ver descubierta de espalda y pecho, las manos queriendo coger un objeto rojo y la mirada fija en el mismo.

Al fondo del cuarto y de la fotografía aparecen, más de tres ancianos, dos sentados en medio del agua que inundó el cuarto, y una anciana más tratando de incorporarse, con cuidado para no caer en el agua.

Otra fotografía que aparece en los medios de comunicación el mismo día de los abuelos, muestra lo acontecido en un estado de la República Mexicana, es la de un grupo de ancianas en actitud suplicante, a un lado de una larga mesa hablando con personas que están al otro lado de la mesa con caras de pocos amigos.

Y otra fotografía cerca de la anterior mostrando a adultos mayores sentados y la nota dice: “Esperando el apoyo que el gobierno dio por ser Día del Abuelo, solo que la espera fue por más de 6 horas”.

Tres fotografías que nos muestran más que lo que puedan decir los discursos, los ofrecimientos, las leyes, los programas. En las dos últimas fotografías, son las actitudes que muestran las caras de impotencia, de necesidad, de pobreza por un lado y por el otro de soberbia, de prepotencia, de menosprecio al débil, al anciano.

Y en la primera fotografía, también se ve la desesperanza, la resignación, la espera del final y el desencanto, porque pasan generaciones de pobladores de países ricos y pobres, prometiendo, solicitando comprensión, ayuda integral al anciano y no hay nada efectivo todavía, ni en la generalidad de las familias, ni en la sociedad, ni en los gobiernos, que solo tendrían en el primer caso como excusa, echarle la culpa a la fuerza impredecible de la naturaleza.

Precisamente el día destinado a celebrar a los abuelos, aparece en los periódicos y otros medios de comunicación, una fotografía reveladora de la vulnerabilidad de los ancianos, la fotografía se ubica en algún lugar del área metropolitana de Houston, en los días en que impactó el huracán “Harvey” a dicha área, la cuarta mayor de Estados Unidos y cuya economía la coloca entre las 25 más ricas del mundo.

La fotografía muestra un cuarto, con sillones acomodados cerca de mesas con lámparas, una máquina para hacer palomitas de maíz cerca de la ventana. Al frente de la fotografía, se ve parte de una mesa redonda de madera y arriba de la misma seis botellas de aguas cerradas, unas pocas palomitas y una revista, con unos como guantes usados encima.

El cuarto está inundado, el agua cubre hasta la mitad del sillón principal que se encuentra en medio de la habitación, aparecen personas en la habitación, todos adultos mayores, lo que hace suponer que la habitación, pudiera ser la sala de estar de los ancianos en un asilo o casa de asistencia.

En primer plano de la fotografía junto a la mesa redonda aparece una anciana sentada, en una silla con descansa brazos que parecen de fierro, la espalda la descansa en una manta de color beige y en otra tela blanca, la anciana viste una especie de camisón floreado que pareciera caído de la espalda de hombros y brazos, la anciana tiene la mirada fija en algo, y muestra una expresión de impotencia, el agua la cubre hasta la cintura, teniendo la mitad del cuerpo casi descubierto y la otra mitad en el agua, piernas y pies totalmente inmersos, inmóviles.

Por la situación en que se encuentra, hace pensar en el riesgo de una pulmonía, o algo parecido, de un agravamiento de reumatismo cuando menos.

Cerca de ella aparece otra anciana con el pelo mojado, el vestido o blusa debajo de los hombros, lo que la hace ver descubierta de espalda y pecho, las manos queriendo coger un objeto rojo y la mirada fija en el mismo.

Al fondo del cuarto y de la fotografía aparecen, más de tres ancianos, dos sentados en medio del agua que inundó el cuarto, y una anciana más tratando de incorporarse, con cuidado para no caer en el agua.

Otra fotografía que aparece en los medios de comunicación el mismo día de los abuelos, muestra lo acontecido en un estado de la República Mexicana, es la de un grupo de ancianas en actitud suplicante, a un lado de una larga mesa hablando con personas que están al otro lado de la mesa con caras de pocos amigos.

Y otra fotografía cerca de la anterior mostrando a adultos mayores sentados y la nota dice: “Esperando el apoyo que el gobierno dio por ser Día del Abuelo, solo que la espera fue por más de 6 horas”.

Tres fotografías que nos muestran más que lo que puedan decir los discursos, los ofrecimientos, las leyes, los programas. En las dos últimas fotografías, son las actitudes que muestran las caras de impotencia, de necesidad, de pobreza por un lado y por el otro de soberbia, de prepotencia, de menosprecio al débil, al anciano.

Y en la primera fotografía, también se ve la desesperanza, la resignación, la espera del final y el desencanto, porque pasan generaciones de pobladores de países ricos y pobres, prometiendo, solicitando comprensión, ayuda integral al anciano y no hay nada efectivo todavía, ni en la generalidad de las familias, ni en la sociedad, ni en los gobiernos, que solo tendrían en el primer caso como excusa, echarle la culpa a la fuerza impredecible de la naturaleza.