/ jueves 31 de enero de 2019

Vida Pública


Morena Absorbente

La popularidad de Andrés Manuel López Obrador no dejará de crecer, el respaldo ciudadano a su gobierno se habrá de mantener, a ratos hasta habrá de crecer y, si acaso llega a caer, nunca, al menos en los primeros tres años, romperá el piso del 60% de apoyo popular. No es cuestión de razones, sino de resentimientos, del lento e invariable proceso de decantación que forma la opinión pública. El escenario está claro; es tan evidente como el hecho de que, a la luz de los primeros pasos, este gobierno será un desastre económico, financiero, político y social, pero todo esto no minará mayormente la solidez de su respaldo popular. La sucesión de ocurrencias y puntadas, la provincial perspectiva del mundo, la interpretación maniquea de la historia, y la exagerada autovaloración latente tras la fachada de humildad y desinterés material, no sólo serán las constantes en el estilo personal de gobernar y del desempeño de las principales instituciones públicas, sino que alentarán a sus defensores a enfrentar la crítica en todo espacio de debate, empezando por las redes sociales y culminando por las urnas en los próximos episodios electorales.

Para los momentos difíciles, el gobierno en función tendrá el recurso fácil de desacreditar a los adversarios, satanizar algún personaje del pasado y echarlo a los leones del resentimiento para que la opinión pública lo desgarre hasta saciar momentáneamente la sed de venganza. Cuando sea necesario, la víctima en cuestión será ofrecida y exhibida en procesos penales y mostrada tras las rejas como emblema del combate a la corrupción y del éxito colectivo, transformador y justiciero.

Ante todo lo anterior, los ciudadanos críticos, esa minoría de personas sin otra filiación política que la de quien busca vivir en libertad con responsabilidad, los que no se conforman con haber echado fuera al partido dominante y que ahora cuestionan la celebración diaria de conferencias en las que se oculta más de lo que se dice, ese sector minoritario de la población, pero numeroso, que ya resiente en su economía familiar los primeros efectos perniciosos de las polémicas decisiones tomadas por quienes manejan la política y la economía nacional, empiezan a dejar de ver alternativas.

Correspondería a los partidos políticos de oposición entender, es decir, escuchar e interpretar correctamente esa especie de desamparo civil, y dar forma y cauce a una opción diferente, una alternativa, pero debilitados todos ellos, por razones diversas, ninguno lo logra. Todos padecen el paulatino proceso de absorción que MORENA ejerce sobre ellos, atrayendo cada día a más de sus militantes, como un hoyo negro que atrae hasta tragarse a los de más débiles convicciones. Alguno, más cercano a esa especie de fuerza gravitacional, está en franca desaparición; otro vive su propio proceso divisorio y debilitador; y el PRI en una especie de crisis existencial, da tumbos entre su aspiración democrática que lo acerca a los sectores más razonables de la sociedad, y su pulsión pragmática que lo orilla a respaldar las peores y más perversas propuestas del régimen en turno.

Gris, el panorama del país libre y de corte democrático, anuncia tormenta sobre una turba que todavía sonríe deseosa de empaparse, pues no parece importarle o darse cuenta que los desaciertos se financian con su ahorro para el retiro, o que la cancelación de un proyecto fabuloso, lo financiará pagando más derechos. Los cada vez más pequeños márgenes de maniobra consisten en contribuir a resolver problemas concretos de la vida pública, como hacer sinergia en la comunidad más cercana, para responder a la inseguridad, con una alta participación social, hasta provocar la consolidación de una alternativa diferente de origen y corte democrático y ciudadano, cada día más improbable dentro de las fuerzas políticas conocidas.

@HuicocheaAlanis


Morena Absorbente

La popularidad de Andrés Manuel López Obrador no dejará de crecer, el respaldo ciudadano a su gobierno se habrá de mantener, a ratos hasta habrá de crecer y, si acaso llega a caer, nunca, al menos en los primeros tres años, romperá el piso del 60% de apoyo popular. No es cuestión de razones, sino de resentimientos, del lento e invariable proceso de decantación que forma la opinión pública. El escenario está claro; es tan evidente como el hecho de que, a la luz de los primeros pasos, este gobierno será un desastre económico, financiero, político y social, pero todo esto no minará mayormente la solidez de su respaldo popular. La sucesión de ocurrencias y puntadas, la provincial perspectiva del mundo, la interpretación maniquea de la historia, y la exagerada autovaloración latente tras la fachada de humildad y desinterés material, no sólo serán las constantes en el estilo personal de gobernar y del desempeño de las principales instituciones públicas, sino que alentarán a sus defensores a enfrentar la crítica en todo espacio de debate, empezando por las redes sociales y culminando por las urnas en los próximos episodios electorales.

Para los momentos difíciles, el gobierno en función tendrá el recurso fácil de desacreditar a los adversarios, satanizar algún personaje del pasado y echarlo a los leones del resentimiento para que la opinión pública lo desgarre hasta saciar momentáneamente la sed de venganza. Cuando sea necesario, la víctima en cuestión será ofrecida y exhibida en procesos penales y mostrada tras las rejas como emblema del combate a la corrupción y del éxito colectivo, transformador y justiciero.

Ante todo lo anterior, los ciudadanos críticos, esa minoría de personas sin otra filiación política que la de quien busca vivir en libertad con responsabilidad, los que no se conforman con haber echado fuera al partido dominante y que ahora cuestionan la celebración diaria de conferencias en las que se oculta más de lo que se dice, ese sector minoritario de la población, pero numeroso, que ya resiente en su economía familiar los primeros efectos perniciosos de las polémicas decisiones tomadas por quienes manejan la política y la economía nacional, empiezan a dejar de ver alternativas.

Correspondería a los partidos políticos de oposición entender, es decir, escuchar e interpretar correctamente esa especie de desamparo civil, y dar forma y cauce a una opción diferente, una alternativa, pero debilitados todos ellos, por razones diversas, ninguno lo logra. Todos padecen el paulatino proceso de absorción que MORENA ejerce sobre ellos, atrayendo cada día a más de sus militantes, como un hoyo negro que atrae hasta tragarse a los de más débiles convicciones. Alguno, más cercano a esa especie de fuerza gravitacional, está en franca desaparición; otro vive su propio proceso divisorio y debilitador; y el PRI en una especie de crisis existencial, da tumbos entre su aspiración democrática que lo acerca a los sectores más razonables de la sociedad, y su pulsión pragmática que lo orilla a respaldar las peores y más perversas propuestas del régimen en turno.

Gris, el panorama del país libre y de corte democrático, anuncia tormenta sobre una turba que todavía sonríe deseosa de empaparse, pues no parece importarle o darse cuenta que los desaciertos se financian con su ahorro para el retiro, o que la cancelación de un proyecto fabuloso, lo financiará pagando más derechos. Los cada vez más pequeños márgenes de maniobra consisten en contribuir a resolver problemas concretos de la vida pública, como hacer sinergia en la comunidad más cercana, para responder a la inseguridad, con una alta participación social, hasta provocar la consolidación de una alternativa diferente de origen y corte democrático y ciudadano, cada día más improbable dentro de las fuerzas políticas conocidas.

@HuicocheaAlanis