/ miércoles 22 de septiembre de 2021

Vida Pública | Gobernador resiliente


Si la resiliencia es la capacidad para superar circunstancias desafiantes y continuar construyendo el futuro y, si dicha resiliencia consiste en adaptarse a las incomodidades impuestas por influencias externas y superiores, hasta hacer fuerza de flaquezas, rescatar los recursos en retirada para convertir los problemas en beneficios, con base en disciplina y tenacidad, podemos afirmar que Alfredo Del Mazo Maza es un gobernador resiliente.

Apenas a unas horas de haber asumido la gubernatura del Estado de México un terremoto sacudió el centro de la República con catastróficos efectos físicos y sociales. De acuerdo con Martha Schteingart y Clara Salazar, del Centro de Estudios Urbanos de El Colegio de México, según “datos del INEGI, en la Ciudad de México fueron afectados un total de 45,000 establecimientos económicos; 4,664,785 en el Estado de México; 109,852 en Morelos; 339,601 en Puebla y 79,609 en Tlaxcala”. Como se advierte, el efecto en nuestra entidad fue devastador en más de un sentido y, no obstante, dado que los destrozos ocurrieron dispersos en decenas de municipios, la destrucción no llamó la atención, en comparación con la Ciudad de México o de los estados vecinos de Puebla y Morelos en los que, ciertamente, ocurrieron más decesos, lo cual humanamente es comprensible y más que lamentable, por lo que justamente merecieron mayor solidaridad de todos. No obstante, el daño en el mediano y largo plazos y los efectos en el empleo, la pobreza, la activación económica, la reconstrucción, la inseguridad y la estabilidad como sinónimo de gobernabilidad y vida comunitaria, se cernió en el Estado de México de modo mucho más agresivo que en otras partes.

Sin aspavientos, con prudencia y con la única consigna de salir adelante trabajando, los mexiquenses, codo a codo con su gobierno estatal, se abocaron a la reconstrucción y la reactivación de la vida cotidiana. Resilientes, es decir, sin mirar al pasado, se impusieron la misma tarea, con tal humildad, que ahora mismo que la recordamos parece muy distante. La labor necesitaba la cooperación de todos, de los poderes públicos, en particular de uno de ellos, el que refleja más la soberanía popular, y que por ese entonces fue renovado: el Poder Legislativo.

Pero esa renovación sobrevino del terremoto político electoral. Empoderada por el apabullante triunfo de MORENA conseguido en 2018, la LIX legislatura local inauguró actividades cumpliendo la amenaza de la nueva bancada mayoritaria: abrogando la Ley de Seguridad Social, conocida como Ley ISSEMYM aprobada por los anteriores diputados, días antes de dejar sus curules, que establecía un sistema de pensiones manejado por Afores, entre otros beneficios. Al hacerlo, los legisladores no sólo comprometieron las finanzas de ese instituto, sino que limitaron en gran medida la capacidad financiera del Gobierno del Estado de México. Resiliente, nuevamente, sin alharacas, con solidez y disciplina financiera del Ejecutivo, aplicada con criterio que no sacrificara programas sociales, incluso innovando con otros dirigidos a combatir la pobreza, y que en pocos meses mostraron su efectividad y buenos resultados, pues de acuerdo con el CONEVAL en 2018 fue el Estado de México el que más redujo la desigualdad y la pobreza en el país. Disciplina que hasta la fecha permite que el Gobierno destine la mayor parte del gasto programable (70 por ciento), a atender a las personas mexiquenses más necesitadas. Incluso ahora que todavía padecemos otra calamidad: COVID19.

Equipado como ningún otro Estado del país, con un seguro de desempleo, el Gobierno del Estado de México no esperó que se cumplieran los supuestos que la ley respectiva establece para ayudar a quienes perdieron su empleo; resiliente -sí, otra vez- se anticipó para entregar ese apoyo más oportunamente y, no obstante estar abandonado en su esfuerzo por el orden federal de gobierno, desplegó un importante apoyo de medidas contracíclicas para paliar los perjuicios en la economía de las familias, al tiempo de promover la inversión y, sin detener el gasto y la inversión en casi 300 obras públicas ¡nada más el año pasado!

Y por si lo esbozado arriba, no fueran sobradas muestras de resiliencia, el diálogo colaborativo que el Ejecutivo ha podido establecer con la legislatura local y con los presidentes municipales, en general, dan cuenta de capacidad de adaptación también en lo político para un escenario que ninguno de sus antecesores padeció, la cohabitación con el Presidente de la República con quien, no sólo ha dado sobradas muestras simbólicas de respeto mutuo, sino que ha permitido que algunas de las acciones emblemáticas del régimen federal, puedan, llegado el momento y durante su construcción, contribuir a reactivar la economía y la vida comunitaria en la entidad.

Faltan años y sobran desafíos. Pero los mexiquenses tenemos con qué hacerles frente; lo principal, con una sociedad vigorosa y decidida a vivir mejor; en lo económico con un sector empresarial que exige lo que merece, seguridad y certeza; en lo político con representantes populares que pueden asumir plenamente sus obligaciones jurídicas e históricas; y al frente de la administración pública: con Alfredo Del Mazo Maza, un gobernador resiliente.

@HuicocheaAlanis



Si la resiliencia es la capacidad para superar circunstancias desafiantes y continuar construyendo el futuro y, si dicha resiliencia consiste en adaptarse a las incomodidades impuestas por influencias externas y superiores, hasta hacer fuerza de flaquezas, rescatar los recursos en retirada para convertir los problemas en beneficios, con base en disciplina y tenacidad, podemos afirmar que Alfredo Del Mazo Maza es un gobernador resiliente.

Apenas a unas horas de haber asumido la gubernatura del Estado de México un terremoto sacudió el centro de la República con catastróficos efectos físicos y sociales. De acuerdo con Martha Schteingart y Clara Salazar, del Centro de Estudios Urbanos de El Colegio de México, según “datos del INEGI, en la Ciudad de México fueron afectados un total de 45,000 establecimientos económicos; 4,664,785 en el Estado de México; 109,852 en Morelos; 339,601 en Puebla y 79,609 en Tlaxcala”. Como se advierte, el efecto en nuestra entidad fue devastador en más de un sentido y, no obstante, dado que los destrozos ocurrieron dispersos en decenas de municipios, la destrucción no llamó la atención, en comparación con la Ciudad de México o de los estados vecinos de Puebla y Morelos en los que, ciertamente, ocurrieron más decesos, lo cual humanamente es comprensible y más que lamentable, por lo que justamente merecieron mayor solidaridad de todos. No obstante, el daño en el mediano y largo plazos y los efectos en el empleo, la pobreza, la activación económica, la reconstrucción, la inseguridad y la estabilidad como sinónimo de gobernabilidad y vida comunitaria, se cernió en el Estado de México de modo mucho más agresivo que en otras partes.

Sin aspavientos, con prudencia y con la única consigna de salir adelante trabajando, los mexiquenses, codo a codo con su gobierno estatal, se abocaron a la reconstrucción y la reactivación de la vida cotidiana. Resilientes, es decir, sin mirar al pasado, se impusieron la misma tarea, con tal humildad, que ahora mismo que la recordamos parece muy distante. La labor necesitaba la cooperación de todos, de los poderes públicos, en particular de uno de ellos, el que refleja más la soberanía popular, y que por ese entonces fue renovado: el Poder Legislativo.

Pero esa renovación sobrevino del terremoto político electoral. Empoderada por el apabullante triunfo de MORENA conseguido en 2018, la LIX legislatura local inauguró actividades cumpliendo la amenaza de la nueva bancada mayoritaria: abrogando la Ley de Seguridad Social, conocida como Ley ISSEMYM aprobada por los anteriores diputados, días antes de dejar sus curules, que establecía un sistema de pensiones manejado por Afores, entre otros beneficios. Al hacerlo, los legisladores no sólo comprometieron las finanzas de ese instituto, sino que limitaron en gran medida la capacidad financiera del Gobierno del Estado de México. Resiliente, nuevamente, sin alharacas, con solidez y disciplina financiera del Ejecutivo, aplicada con criterio que no sacrificara programas sociales, incluso innovando con otros dirigidos a combatir la pobreza, y que en pocos meses mostraron su efectividad y buenos resultados, pues de acuerdo con el CONEVAL en 2018 fue el Estado de México el que más redujo la desigualdad y la pobreza en el país. Disciplina que hasta la fecha permite que el Gobierno destine la mayor parte del gasto programable (70 por ciento), a atender a las personas mexiquenses más necesitadas. Incluso ahora que todavía padecemos otra calamidad: COVID19.

Equipado como ningún otro Estado del país, con un seguro de desempleo, el Gobierno del Estado de México no esperó que se cumplieran los supuestos que la ley respectiva establece para ayudar a quienes perdieron su empleo; resiliente -sí, otra vez- se anticipó para entregar ese apoyo más oportunamente y, no obstante estar abandonado en su esfuerzo por el orden federal de gobierno, desplegó un importante apoyo de medidas contracíclicas para paliar los perjuicios en la economía de las familias, al tiempo de promover la inversión y, sin detener el gasto y la inversión en casi 300 obras públicas ¡nada más el año pasado!

Y por si lo esbozado arriba, no fueran sobradas muestras de resiliencia, el diálogo colaborativo que el Ejecutivo ha podido establecer con la legislatura local y con los presidentes municipales, en general, dan cuenta de capacidad de adaptación también en lo político para un escenario que ninguno de sus antecesores padeció, la cohabitación con el Presidente de la República con quien, no sólo ha dado sobradas muestras simbólicas de respeto mutuo, sino que ha permitido que algunas de las acciones emblemáticas del régimen federal, puedan, llegado el momento y durante su construcción, contribuir a reactivar la economía y la vida comunitaria en la entidad.

Faltan años y sobran desafíos. Pero los mexiquenses tenemos con qué hacerles frente; lo principal, con una sociedad vigorosa y decidida a vivir mejor; en lo económico con un sector empresarial que exige lo que merece, seguridad y certeza; en lo político con representantes populares que pueden asumir plenamente sus obligaciones jurídicas e históricas; y al frente de la administración pública: con Alfredo Del Mazo Maza, un gobernador resiliente.

@HuicocheaAlanis