En 1908 el presidente mexicano general Porfirio Díaz concedió una entrevista al periodista yanqui James Creelman. “El pueblo de México está apto para la democracia”: dijo el mandatario.

Un "chaparrito" le agarró la palabra. Le compitió la elección y le ganó. Francisco I. Madero, que era su nombre, fue encarcelado; se fugó y con una revuelta popular en 1910, lo echó del poder.

Años más tarde sin hablar de que los mexicanos gozábamos de aptitud democrática, el presidente José López Portillo, con la reforma política de 1977, dio paso a la unificación de la izquierda. Apareció el PESUM, que unido después al Partido Mexicano de los Trabajadores, formaron el Partido Mexicano Socialista. Partido que en 1988, se unió a la Corriente Democrática que postulaba al ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas, adversario del priista Carlos Salinas de Gortari. Consumado el fraude a favor de éste, se convirtió en el Partido de la Revolución Democrática.

Con el PRI y el PAN, serían tres partidos políticos de México. El PPS y el PARM yacían en el olvido. Actualmente, hay en nuestro país ocho partidos con registro nacional.

PAN, PRI, PRD, PT, PVEM, MC, “MORENA” y PES, configuran la partidocracia mexicana. En términos de esta concepción que es un neologismo, vocablo utilizado para describir el fenómeno por el cual los “órganos fundamentales del poder estatal, se convierten en meros ejecutores de las decisiones adoptadas en la esfera de los partidos”.

Pienso que los partidos presentes en las Cámaras del Congreso General, son quienes dictan las políticas que el Estado debe asumir. De ser así han dejado de representar a la nación.

En el pasado, los diputados representaba al pueblo; los senadores a los estados de la Unión.

Cuándo se dio la reforma lo desconozco. Pero a partir de su conformación en la práctica cada partido político defiende sus intereses; no los del pueblo que les ofertó su voto y su confianza.

La modernización partidista, como otras, llegó a México con la partidocracia.

Tan escasos de dinero que estamos se siguen creando más en nombre de la democracia.

Los Calderón Zavala, con triquiñuelas fundaron uno de ultraderecha. El INE le negó el registro. Contumazmente la pareja se inconformó. Espera que el TRIFE le favorezca.

Si ordena el tribunal su registro quedará enriquecida la partidocracia.

Empero, su actuación da mucho de qué hablar. El último espectáculo camaral fue divertido. Tocaba al PRI, presidir la mesa directiva de la Cámara de Diputados. Fue un acuerdo. Debió respetarse.

Resalto la falta de convicción ideológica en los diputados. El imán del PRI lo$ atrajo. Uno amarillo, fue “sincero” exhibió su voto a favor de la ya presidenta. Enseguida mostró un escrito con el que volvía a su partido.

Ni pueblo ni los diputados, están aptos para entender ese tipo de democracia partidista.