A punto de concluir el fatídico mes de septiembre que nos dejó a los mexicanos con el corazón desgajado ante los terremotos que sacudieron a nuestro país, es momento de ver hacia adelante y pensar en lo que viene. Hoy más que nunca, se requiere que codo a codo trabajemos no sólo en la reconstrucción de casas, hospitales, escuelas y comercios, sino también en el cobijo de aquellos que lo perdieron todo o de quienes aún viven con el miedo engarzado en la piel.
Es necesario que la llama de la solidaridad no se consuma y continúe con esa ayuda constante hacia aquellos que lo necesitan. Lo más pesado aún no ha llegado por lo que se pide que la ayuda no cese, dado que reconstruir será una tarea titánica.
El terremoto nos dejó marcados. Quienes experimentamos el sismo del 85, volvimos a sentir esa angustia que provocó en su momento el movimiento telúrico. Los más chicos, experimentaron esa terrible sensación, pero al igual que los jóvenes de hace 32 años, no se quedaron con los brazos cruzados y salieron a las calles, a las comunidades y a los poblados más afectados.
Vimos a millenians comprometidos con su país y su gente. Organizando colectas, centros de acopio, levantando escombros y llevando un poco de alivio a tantos lugares. Hoy, a once días del 19 de septiembre, van saliendo las terribles cifras de lo que dejó el temblor, entre ellas, las unidades económicas que fueron afectadas, y que hoy reclaman atención inmediata; si bien es cierto que perder una vida o una vivienda es en sí una tragedia, lo es también perder las fuentes de empleo, porque sin ellas se dificulta en extremo salir de la contingencia.
Ayer el INEGI dio a conocer las cifras sobre las unidades económicas afectadas en el país, y tan sólo en el estado de México, superan 66 mil, un número alarmante y que representa el 13.1 del total de la entidad.
De ahí que, frente a este panorama, es urgente apoyar a los micro y pequeños empresarios que representan la fuerza de la economía nacional. Ayudemos a que se levanten nuevamente, pero sobre todo, vayamos a las misceláneas, recauderías, mercados. Consumamos lo hecho en el país y contribuyamos así a reactivar la economía.
No dejemos que el miedo nos invada. Sigamos siendo ese pueblo alegre y mágico que se burla de la muerte y convive con ella. Es necesario que no dejemos de visitar zonas turísticas como Chiapas, Oaxaca, Puebla y el propio Estado de México, porque el turismo será una herramienta indispensable para que el país retome el camino de la recuperación y el crecimiento, ya que la derrama económica derivada de esta actividad, se traduce en ingresos y empleos.
Hoy por hoy México y nuestros hermanos nos necesitan. Hoy México está de pie.