No pasó a mayores
Uno
Es imposible que un barco navegue tranquilamente y arribe a puerto seguro si en el puente de mando el capitán y los oficiales no se ponen de acuerdo sobre la ruta que deben seguir.
¿Qué habría sucedido si la cabina del “Titanic” se hubiera convertido en una cámara húngara cuando zarpó de la costa inglesa para dirigirse a los muelles de Nueva York? Seguramente, no habría alcanzado ni la zona de los grandes hielos que le cortaron la travesía.
Por otra parte, ¿cuál habría sido el destino del barco más lujoso de la época, el “Titanic” si cuando el capitán ordenó acelerar las máquinas a toda velocidad, para terminar el recorrido antes de lo previsto, el primer oficial le hubiera advertido que estaba cometiendo un grave error?
Dos
Las complejidades del mar son infinitas y las de la política, también.
¡Qué difícil para el capitán dar un manotazo sobre la mesa, poner en orden a su tripulación y asumir toda la responsabilidad en un momento crucial!
En el puente de mando que ocupa Andrés Manuel López Obrador, es decir, entre sus más cercanos colaboradores, surgió un diferendo que afloró la semana pasada con la renuncia del secretario de Hacienda y Crédito Público, Carlos Ursúa, personaje que estuvo cerca del presidente desde los tiempos de la campaña y participó en la planeación de los grandes proyectos.
El hecho provocó diversas reacciones y parecía que iba a desatar una crisis de gabinete; sin embargo, el presidente señaló los alcances del conflicto y dio a conocer las diferencias surgidas entre el ex ministro de Hacienda, el jefe de la Oficina de la Presidencia y el propio presidente.
El amenazante oleaje se contuvo con la designación de un nuevo secretario de Hacienda, Arturo Herrera.
Tres
Si un conflicto como éste –que no fue el primero− se aplica a la conducción de un barco, si se le consiente y se le deja seguir, puede dar origen a un caos general que los marinos conocen como motín a bordo.
El jefe de estado tiene que cuidar que las relaciones de su equipo de trabajo marchen bien, que no haya sobresaltos. No debe olvidarse que la facultad de nombrar y remover a sus colaboradores es del presidente, aunque en algunos casos –como en éste− debe recabarse el beneplácito del Congreso de la Unión.
En un gobierno no es indispensable que todos estén de acuerdo, hay diferentes formas de pensar, pero si, después de agotar una larga discusión las diferencias persisten, si las posiciones son irreductibles, lo que hizo el secretario de Hacienda es lo correcto.
Conviene hacerse a un lado para que la tripulación que sigue en el barco se ponga de acuerdo.