/ sábado 4 de julio de 2020

Pensamento Universitario | Ingreso a la UAEM

Nuevamente, en estos días se presenta la demanda de ingreso a los niveles medio superior y superior de la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEM). Como ya es costumbre, la capacidad de oferta será ampliamente rebasada en los diferentes espacios de la Institución, y por este motivo miles de jóvenes verán afectado su proyecto de vida, en caso de no ser aceptados.

Con el examen de admisión constituido en un filtro de selección cuestionable, muchos estudiantes sufren la enorme decepción de ver que los conocimientos adquiridos no fueron suficientes para librar el gran obstáculo. Unos por lo deficiente de la instrucción recibida, otros por su desapego al estudio y los menos debido a los imponderables de siempre, no obstante tener un buen historial académico.

El asunto es que ahora, derivado de las condiciones de aislamiento social, las autoridades universitarias han decidido realizar dicho examen no de manera presencial sino a distancia, recurriendo al apoyo de los medios tecnológicos. Si bien la medida se justifica al proteger la salud de los aspirantes, sin duda el reto es muy grande y la respuesta debe ser también especial, si se trata de obtener resultados confiables a partir de una planificación realmente profesional, cuidando ante todo el prestigio y buen nombre de nuestra máxima casa de estudios.

En días pasados, el secretario de docencia declaró a este diario que la acción no es clasista ni discriminatoria, aunque los datos recabados en la etapa del pre registro de casi 60 mil solicitantes lo desmienten, pues un 75% refirió no tener computadora y un 80% carecer de Internet. Según el funcionario, la prueba se aplicará en la última semana de julio, en dos sesiones, concediendo incluso un mayor tiempo, y lo más importante: la evaluación, dijo, tendrá las suficientes medidas de seguridad, entre ellas el acceso a través de folio, contraseña y fotografía, además del requisito de mostrar una panorámica del espacio donde trabajará el sustentante.

Obviamente, lo deseable es que la UAEM demuestre estar a la altura de las circunstancias, y se llegue a un final satisfactorio en este importante ejercicio. Lamentable sería volver a tener un escenario como el de estos meses de encierro, donde a nivel institucional ha predominado la desorganización y la falta de una estrategia clara y razonada, particularmente en cuanto al trabajo de enseñanza y comprobación de los aprendizajes.

Si se habla de un proceso equitativo y no excluyente, es indispensable tomar en cuenta múltiples factores, entre ellos la carencia de la tecnología necesaria en los jóvenes de escasos recursos, los problemas de conexión a Internet o las posibles fallas en la energía eléctrica. Por otra parte, ante un paso tan trascendental en su vida académica, la pregunta es cómo asegurar la honestidad de los estudiantes al contestar el examen, pues el riesgo de recibir la ayuda de otras personas está latente, con todo y la supuesta efectividad de los mecanismos de supervisión.

En resumen: si esta modalidad no da certeza de justicia y garantía de calidad en los alumnos aceptados las consecuencias pueden ser muy graves, y entonces el Consejo Universitario tendrá la obligación de fincar las responsabilidades conducentes.

Nuevamente, en estos días se presenta la demanda de ingreso a los niveles medio superior y superior de la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEM). Como ya es costumbre, la capacidad de oferta será ampliamente rebasada en los diferentes espacios de la Institución, y por este motivo miles de jóvenes verán afectado su proyecto de vida, en caso de no ser aceptados.

Con el examen de admisión constituido en un filtro de selección cuestionable, muchos estudiantes sufren la enorme decepción de ver que los conocimientos adquiridos no fueron suficientes para librar el gran obstáculo. Unos por lo deficiente de la instrucción recibida, otros por su desapego al estudio y los menos debido a los imponderables de siempre, no obstante tener un buen historial académico.

El asunto es que ahora, derivado de las condiciones de aislamiento social, las autoridades universitarias han decidido realizar dicho examen no de manera presencial sino a distancia, recurriendo al apoyo de los medios tecnológicos. Si bien la medida se justifica al proteger la salud de los aspirantes, sin duda el reto es muy grande y la respuesta debe ser también especial, si se trata de obtener resultados confiables a partir de una planificación realmente profesional, cuidando ante todo el prestigio y buen nombre de nuestra máxima casa de estudios.

En días pasados, el secretario de docencia declaró a este diario que la acción no es clasista ni discriminatoria, aunque los datos recabados en la etapa del pre registro de casi 60 mil solicitantes lo desmienten, pues un 75% refirió no tener computadora y un 80% carecer de Internet. Según el funcionario, la prueba se aplicará en la última semana de julio, en dos sesiones, concediendo incluso un mayor tiempo, y lo más importante: la evaluación, dijo, tendrá las suficientes medidas de seguridad, entre ellas el acceso a través de folio, contraseña y fotografía, además del requisito de mostrar una panorámica del espacio donde trabajará el sustentante.

Obviamente, lo deseable es que la UAEM demuestre estar a la altura de las circunstancias, y se llegue a un final satisfactorio en este importante ejercicio. Lamentable sería volver a tener un escenario como el de estos meses de encierro, donde a nivel institucional ha predominado la desorganización y la falta de una estrategia clara y razonada, particularmente en cuanto al trabajo de enseñanza y comprobación de los aprendizajes.

Si se habla de un proceso equitativo y no excluyente, es indispensable tomar en cuenta múltiples factores, entre ellos la carencia de la tecnología necesaria en los jóvenes de escasos recursos, los problemas de conexión a Internet o las posibles fallas en la energía eléctrica. Por otra parte, ante un paso tan trascendental en su vida académica, la pregunta es cómo asegurar la honestidad de los estudiantes al contestar el examen, pues el riesgo de recibir la ayuda de otras personas está latente, con todo y la supuesta efectividad de los mecanismos de supervisión.

En resumen: si esta modalidad no da certeza de justicia y garantía de calidad en los alumnos aceptados las consecuencias pueden ser muy graves, y entonces el Consejo Universitario tendrá la obligación de fincar las responsabilidades conducentes.