/ domingo 5 de febrero de 2023

Pensamiento Universitario | Apatía Ciudadana

El pasado domingo se presentó el libro “La democracia no se toca”, por sus autores Lorenzo Córdova y Ciro Murayama, presidente y consejero del Instituto Nacional Electoral (INE), respectivamente. Aparte de referirse a los conceptos contenidos en el texto, en sus intervenciones ambos hablaron de la necesidad de rechazar el llamado “Plan B” impulsado por el ejecutivo federal, por atentar contra la Constitución y poner en riesgo la facultad de los ciudadanos a votar en elecciones libres y auténticas.

La defensa de la democracia en el país, dijo el doctor Córdova, corre por cuenta de las entidades políticas y autoridades electorales, pero especialmente de los ciudadanos, a quienes convocó a emprender acciones, incluso jurídicas, para garantizar sus derechos, haciendo a un lado la apatía, por constituir ésta un terreno fértil en el que germinan los autoritarismos y las regresiones democráticas.

Sin duda, es forzoso revertir el indeseable fenómeno de la dejadez y la indolencia, predominante en un alto porcentaje de la sociedad civil, y en cambio crear y fortalecer comunidades críticas y propositivas, convertirlas en factores principales del progreso, dejando atrás la actitud sumisa y resignada a depender de las ocurrencias oficiales. Como en tantos otros temas del negro presente, ahora mismo se enfrenta un peligro de gran magnitud, debido a la intención de desmantelar la estructura del INE; despedir a casi la totalidad de funcionarios especialistas en organización electoral; reducir los instrumentos de fiscalización al dinero de los partidos y las campañas; disminuir atribuciones al arbitraje electoral y permitir la intromisión de los gobiernos durante las campañas. En suma, se quiere volver al presidencialismo déspota y destruir lo logrado en los últimos años.

Los principios de dignidad y vergüenza ciudadana no pueden perder vigencia entre nosotros. Es verdaderamente absurdo acostumbrarse a la descomposición del servicio público, y guardar silencio ante la serie de agresiones y difamación cometidas en contra de los mexicanos pensantes y de las instituciones independientes. Peor aún si esto pasa en las zonas urbanas, donde hay individuos supuestamente con mayor preparación y conciencia de sus responsabilidades.

En una sociedad con valores la obligación es enfrentar al autócrata, exhibir y condenar el abuso del poder y la corrupción. La política debe entenderse como la manera de reafirmar la democracia y el respeto a la condición humana. Si nuestra nación está llena de pobreza e inseguridad, con profundas carencias en salud, educación y desarrollo, es prioritario el activismo de personas éticas, con la firme decisión de intervenir en la vida pública, de pugnar por la creación de contrapesos efectivos y de exigir las más estrictas sanciones a los funcionarios demagogos, incompetentes y deshonestos.

Si el Estado se desempeña mal es porque la sociedad no protesta, a pesar de las innumerables evidencias de la catástrofe. Se tiene así el gobierno que se merece, al no querer ejercer la soberanía consagrada en las leyes y dejarse engañar por quienes han hecho de la mentira y la simulación formas despreciables de liderazgo.

Por eso, la participación ciudadana en las causas legítimas es la esperanza cierta del cambio pacífico. La libertad demanda un uso responsable; nadie puede resignarse a continuar con ese derecho atrofiado, y mucho menos a vivir en la condena de un infantilismo perpetuo.

Ingeniero civil, profesor de tiempo completo en la UAEM.

juancuencadiaz@hotmail.com

El pasado domingo se presentó el libro “La democracia no se toca”, por sus autores Lorenzo Córdova y Ciro Murayama, presidente y consejero del Instituto Nacional Electoral (INE), respectivamente. Aparte de referirse a los conceptos contenidos en el texto, en sus intervenciones ambos hablaron de la necesidad de rechazar el llamado “Plan B” impulsado por el ejecutivo federal, por atentar contra la Constitución y poner en riesgo la facultad de los ciudadanos a votar en elecciones libres y auténticas.

La defensa de la democracia en el país, dijo el doctor Córdova, corre por cuenta de las entidades políticas y autoridades electorales, pero especialmente de los ciudadanos, a quienes convocó a emprender acciones, incluso jurídicas, para garantizar sus derechos, haciendo a un lado la apatía, por constituir ésta un terreno fértil en el que germinan los autoritarismos y las regresiones democráticas.

Sin duda, es forzoso revertir el indeseable fenómeno de la dejadez y la indolencia, predominante en un alto porcentaje de la sociedad civil, y en cambio crear y fortalecer comunidades críticas y propositivas, convertirlas en factores principales del progreso, dejando atrás la actitud sumisa y resignada a depender de las ocurrencias oficiales. Como en tantos otros temas del negro presente, ahora mismo se enfrenta un peligro de gran magnitud, debido a la intención de desmantelar la estructura del INE; despedir a casi la totalidad de funcionarios especialistas en organización electoral; reducir los instrumentos de fiscalización al dinero de los partidos y las campañas; disminuir atribuciones al arbitraje electoral y permitir la intromisión de los gobiernos durante las campañas. En suma, se quiere volver al presidencialismo déspota y destruir lo logrado en los últimos años.

Los principios de dignidad y vergüenza ciudadana no pueden perder vigencia entre nosotros. Es verdaderamente absurdo acostumbrarse a la descomposición del servicio público, y guardar silencio ante la serie de agresiones y difamación cometidas en contra de los mexicanos pensantes y de las instituciones independientes. Peor aún si esto pasa en las zonas urbanas, donde hay individuos supuestamente con mayor preparación y conciencia de sus responsabilidades.

En una sociedad con valores la obligación es enfrentar al autócrata, exhibir y condenar el abuso del poder y la corrupción. La política debe entenderse como la manera de reafirmar la democracia y el respeto a la condición humana. Si nuestra nación está llena de pobreza e inseguridad, con profundas carencias en salud, educación y desarrollo, es prioritario el activismo de personas éticas, con la firme decisión de intervenir en la vida pública, de pugnar por la creación de contrapesos efectivos y de exigir las más estrictas sanciones a los funcionarios demagogos, incompetentes y deshonestos.

Si el Estado se desempeña mal es porque la sociedad no protesta, a pesar de las innumerables evidencias de la catástrofe. Se tiene así el gobierno que se merece, al no querer ejercer la soberanía consagrada en las leyes y dejarse engañar por quienes han hecho de la mentira y la simulación formas despreciables de liderazgo.

Por eso, la participación ciudadana en las causas legítimas es la esperanza cierta del cambio pacífico. La libertad demanda un uso responsable; nadie puede resignarse a continuar con ese derecho atrofiado, y mucho menos a vivir en la condena de un infantilismo perpetuo.

Ingeniero civil, profesor de tiempo completo en la UAEM.

juancuencadiaz@hotmail.com