/ viernes 22 de octubre de 2021

Pensamiento Universitario | Gobierno municipal ineficiente

Desde hace tiempo, las quejas y reclamos se han vuelto la constante en Toluca, hacia un gobierno municipal sin la capacidad necesaria para dar respuesta a un sinnúmero de requerimientos, cuya frecuencia y magnitud tienden a incrementarse día con día. Como muestra, ahí están la generalizada inseguridad, el tránsito vehicular caótico y la terrible contaminación; baches y basura por doquier; cortes de agua frecuentes y sin previo aviso; servicios básicos de pésima calidad y ahora hasta la retención de salarios a un sector de su personal.

Frente a lo complejo de un fenómeno multidimensional, causante de molestias y daños diversos a la población, el compromiso brilla por su ausencia y ni siquiera se aprecian indicios de la menor sensibilidad, orientada a revertir el mal funcionamiento de las distintas dependencias. Las formas defectuosas de ejercer el poder se han agudizado, y la gran cantidad de cosas negativas parecen no interesar a los altos y bien remunerados mandos, tal vez como un modo de vengarse de las y los toluqueños, al no haber logrado la reelección en las votaciones del pasado mes de junio.

Sin embargo, la mayor parte de la ciudadanía solamente actuó con responsabilidad, al oponerse a una política sin visión sistémica y poco inteligente, incapaz de promover el crecimiento equilibrado y sustentable. Además, están las denuncias del elevado derroche administrativo, específicamente en el rubro de gasto corriente, de los severos desequilibrios financieros, de mostrar cifras de ahorro interno sumamente volátiles y niveles de deuda excesivos, aunado a la elevada dependencia de recursos estatales y federales.

La capital mexiquense de ninguna manera va en el camino correcto, pues las últimas administraciones han quedado lejos de colocarse a la altura de las circunstancias, y en cambio dejan abiertos una serie de frentes que no sólo contradicen la supuesta ética pública, sino también lo ofrecido durante los tiempos de campaña. Es decir, las razones del creciente deterioro se explican por la falta de acciones encauzadas a la solución de los problemas estructurales y del manejo dudoso del erario, cuando se trata de corroborar pulcritud, racionalidad y resultados favorables en el desarrollo y bienestar de la gente.

Por eso, es prioritario controlar y anular el desastre, exigiendo a las próximas autoridades el cumplimiento cabal de sus obligaciones, sin permitirles la reproducción de las nefastas prácticas de ineptitud, corrupción e impunidad. Es importante identificar, atender y resolver los numerosos pendientes sociales, tanto de los centros urbanos como de las zonas rurales del municipio.

Desde los primeros días, será importante mostrar en los cargos un desempeño profesional, evitar las justificaciones tontas, las torpezas y el nepotismo, y no pretender construir imágenes de eficiencia y honestidad basados en argumentos publicitarios. La otrora bella Toluca no puede seguir así, tratada con indiferencia y desprecio, en manos de funcionarios incompetentes y simples vividores del presupuesto.

Asimismo, es indispensable un cambio radical en el comportamiento ciudadano, tendiente a impulsar las medidas correctivas, si realmente se desea tener mejores condiciones de seguridad, orden y progreso. Una población digna y consciente no debe permanecer apática y desorganizada, sin ejercer sus legítimos derechos democráticos, aguantando liderazgos mediocres y de conductas bastante cuestionadas, causantes de frenar el avance y destruir el patrimonio metropolitano de las generaciones actuales y futuras.

Desde hace tiempo, las quejas y reclamos se han vuelto la constante en Toluca, hacia un gobierno municipal sin la capacidad necesaria para dar respuesta a un sinnúmero de requerimientos, cuya frecuencia y magnitud tienden a incrementarse día con día. Como muestra, ahí están la generalizada inseguridad, el tránsito vehicular caótico y la terrible contaminación; baches y basura por doquier; cortes de agua frecuentes y sin previo aviso; servicios básicos de pésima calidad y ahora hasta la retención de salarios a un sector de su personal.

Frente a lo complejo de un fenómeno multidimensional, causante de molestias y daños diversos a la población, el compromiso brilla por su ausencia y ni siquiera se aprecian indicios de la menor sensibilidad, orientada a revertir el mal funcionamiento de las distintas dependencias. Las formas defectuosas de ejercer el poder se han agudizado, y la gran cantidad de cosas negativas parecen no interesar a los altos y bien remunerados mandos, tal vez como un modo de vengarse de las y los toluqueños, al no haber logrado la reelección en las votaciones del pasado mes de junio.

Sin embargo, la mayor parte de la ciudadanía solamente actuó con responsabilidad, al oponerse a una política sin visión sistémica y poco inteligente, incapaz de promover el crecimiento equilibrado y sustentable. Además, están las denuncias del elevado derroche administrativo, específicamente en el rubro de gasto corriente, de los severos desequilibrios financieros, de mostrar cifras de ahorro interno sumamente volátiles y niveles de deuda excesivos, aunado a la elevada dependencia de recursos estatales y federales.

La capital mexiquense de ninguna manera va en el camino correcto, pues las últimas administraciones han quedado lejos de colocarse a la altura de las circunstancias, y en cambio dejan abiertos una serie de frentes que no sólo contradicen la supuesta ética pública, sino también lo ofrecido durante los tiempos de campaña. Es decir, las razones del creciente deterioro se explican por la falta de acciones encauzadas a la solución de los problemas estructurales y del manejo dudoso del erario, cuando se trata de corroborar pulcritud, racionalidad y resultados favorables en el desarrollo y bienestar de la gente.

Por eso, es prioritario controlar y anular el desastre, exigiendo a las próximas autoridades el cumplimiento cabal de sus obligaciones, sin permitirles la reproducción de las nefastas prácticas de ineptitud, corrupción e impunidad. Es importante identificar, atender y resolver los numerosos pendientes sociales, tanto de los centros urbanos como de las zonas rurales del municipio.

Desde los primeros días, será importante mostrar en los cargos un desempeño profesional, evitar las justificaciones tontas, las torpezas y el nepotismo, y no pretender construir imágenes de eficiencia y honestidad basados en argumentos publicitarios. La otrora bella Toluca no puede seguir así, tratada con indiferencia y desprecio, en manos de funcionarios incompetentes y simples vividores del presupuesto.

Asimismo, es indispensable un cambio radical en el comportamiento ciudadano, tendiente a impulsar las medidas correctivas, si realmente se desea tener mejores condiciones de seguridad, orden y progreso. Una población digna y consciente no debe permanecer apática y desorganizada, sin ejercer sus legítimos derechos democráticos, aguantando liderazgos mediocres y de conductas bastante cuestionadas, causantes de frenar el avance y destruir el patrimonio metropolitano de las generaciones actuales y futuras.