/ viernes 30 de agosto de 2019

Pensamiento Universitario / Violencia contra periodistas


Nuevamente en el periodismo hay luto e indignación.

El pasado fin de semana en la población sureña de Tejupilco de la entidad mexiquense fue asesinado Nevith Condés Jaramillo, director del portal digital El Observatorio del Sur. Según la organización Artículo 19, el comunicador había recibido amenazas vía telefónica y en redes sociales, donde se involucraban autoridades de la zona, debido a lo cual solicitó su ingreso a un programa federal de protección, sin haber logrado concluir el trámite.

Obviamente las reacciones de protesta han sido numerosas y la gente del gremio, tanto local como de otros países, alza la voz para exigir justicia y la pronta solución del caso. Mediante un documento avalado por al menos 120 periodistas y dirigido a diversas instancias, entre ellas la Fiscalía General de Justicia del estado, se pide que la primera línea de investigación se relacione con la actividad informativa de la víctima, además de transparencia en las diligencias y garantizar los derechos y la seguridad física, emocional y patrimonial de los familiares.

Tan lamentable hecho corrobora una triste realidad: El ejercicio de la libertad de expresión enfrenta en México uno de los momentos más críticos y complejos de los últimos tiempos, pues de acuerdo con los registros de la CNDH, los actos de violencia se traducen ya en la preocupante cifra de 12 periodistas asesinados durante este año. Por ello grupos nacionales y extranjeros hablan de una política de exterminio de los comunicadores independientes, al no castigarse a los responsables materiales e intelectuales de los homicidios, y además demandan a los distintos niveles de gobierno garantizar la aplicación de una serie de medidas de protección efectiva y lucha frontal contra la impunidad.

Ante poderes públicos ineficaces, la descomposición avanza implacable y está lejos de controlarse. En el tema de los comunicadores, la situación de riesgo contradice el triunfalista discurso oficial, pues las represalias por las opiniones incómodas tienden a incrementarse, y pueden ir desde las amenazas, los despidos laborales y las campañas difamatorias, hasta la violencia física y los asesinatos.

Incluso, en la actualidad las ofensas y descalificaciones se ven alentadas por el propio presidente de la República, cuya retórica ha generado un clima de hostilidad hacia muchos profesionales de la información, a quienes califica de adversarios, conservadores, reaccionarios y representantes de la prensa “fifí”. Y como el pésimo ejemplo cunde, ya salió por ahí un diputado del PT, integrante de la cofradía, a declarar la estupidez de que si ellos no regulan a los medios de comunicación, éstos “se van a convertir en el instrumento fundamental de la derecha en el 21 y en el 24”.

El verdadero cambio en el país implica crear un ambiente de seguridad, de paz y justicia, donde la libertad de expresión sea un valor primordial e intocable. El mejoramiento de la democracia necesita de un periodismo imparcial y legítimo, que tenga entre sus principales responsabilidades constituirse en un contrapeso efectivo en el ejercicio del poder, dispuesto siempre a denunciar y exhibir los errores, la ineptitud y los estilos personales de la perversión.

juancuencadiaz@hotmail.com


Nuevamente en el periodismo hay luto e indignación.

El pasado fin de semana en la población sureña de Tejupilco de la entidad mexiquense fue asesinado Nevith Condés Jaramillo, director del portal digital El Observatorio del Sur. Según la organización Artículo 19, el comunicador había recibido amenazas vía telefónica y en redes sociales, donde se involucraban autoridades de la zona, debido a lo cual solicitó su ingreso a un programa federal de protección, sin haber logrado concluir el trámite.

Obviamente las reacciones de protesta han sido numerosas y la gente del gremio, tanto local como de otros países, alza la voz para exigir justicia y la pronta solución del caso. Mediante un documento avalado por al menos 120 periodistas y dirigido a diversas instancias, entre ellas la Fiscalía General de Justicia del estado, se pide que la primera línea de investigación se relacione con la actividad informativa de la víctima, además de transparencia en las diligencias y garantizar los derechos y la seguridad física, emocional y patrimonial de los familiares.

Tan lamentable hecho corrobora una triste realidad: El ejercicio de la libertad de expresión enfrenta en México uno de los momentos más críticos y complejos de los últimos tiempos, pues de acuerdo con los registros de la CNDH, los actos de violencia se traducen ya en la preocupante cifra de 12 periodistas asesinados durante este año. Por ello grupos nacionales y extranjeros hablan de una política de exterminio de los comunicadores independientes, al no castigarse a los responsables materiales e intelectuales de los homicidios, y además demandan a los distintos niveles de gobierno garantizar la aplicación de una serie de medidas de protección efectiva y lucha frontal contra la impunidad.

Ante poderes públicos ineficaces, la descomposición avanza implacable y está lejos de controlarse. En el tema de los comunicadores, la situación de riesgo contradice el triunfalista discurso oficial, pues las represalias por las opiniones incómodas tienden a incrementarse, y pueden ir desde las amenazas, los despidos laborales y las campañas difamatorias, hasta la violencia física y los asesinatos.

Incluso, en la actualidad las ofensas y descalificaciones se ven alentadas por el propio presidente de la República, cuya retórica ha generado un clima de hostilidad hacia muchos profesionales de la información, a quienes califica de adversarios, conservadores, reaccionarios y representantes de la prensa “fifí”. Y como el pésimo ejemplo cunde, ya salió por ahí un diputado del PT, integrante de la cofradía, a declarar la estupidez de que si ellos no regulan a los medios de comunicación, éstos “se van a convertir en el instrumento fundamental de la derecha en el 21 y en el 24”.

El verdadero cambio en el país implica crear un ambiente de seguridad, de paz y justicia, donde la libertad de expresión sea un valor primordial e intocable. El mejoramiento de la democracia necesita de un periodismo imparcial y legítimo, que tenga entre sus principales responsabilidades constituirse en un contrapeso efectivo en el ejercicio del poder, dispuesto siempre a denunciar y exhibir los errores, la ineptitud y los estilos personales de la perversión.

juancuencadiaz@hotmail.com