/ jueves 4 de abril de 2024

Por una cultura de prevención de incendios

Durante ya varias semanas, los medios se han centrado en los incendios que aquejan diversos poblados del país. El Estado de México es una de las entidades donde se ha presentado con mayor ferocidad este problema: en lo que va de 2024, nuestro estado se encuentra entre las nueve entidades con mayor superficie afectada por incendios.

Entre las causas que explican el incremento de incendios en el país y en el mundo está el cambio climático y sus manifestaciones, tales como el aumento en intensidad y frecuencia de las sequías. Sin embargo, la otra gran variable de la que menos se habla es la responsabilidad de las personas: diversas fuentes calculan que alrededor de 9 de cada 10 incendios son resultado del descuido o de la acción de los seres humanos.

Este dato por sí solo hace relevante hablar de nuestra responsabilidad individual y colectiva ante un problema que tiene también consecuencias a largo plazo, como la degradación de los suelos, la contaminación del agua o los deslizamientos de tierra, por mencionar solo algunos ejemplos.

Las diversas campañas en prevención de incendios que han surgido a raíz de estos eventos dejan claro que aún estamos lejos de tener una cultura de prevención de estos fenómenos cuyo énfasis sea la responsabilidad que a cada uno nos toca. Lo que es peor, las personas son difícilmente conscientes del riesgo que implica manipular el fuego y las relaciones que puede tener su quehacer diario en la provocación de incendios.

Esta falta de consciencia social en buena parte es síntoma de una sociedad eminentemente urbana en la que poca atención ponemos al entorno natural que nos rodea kilómetros fuera.

Además de la falta de respeto por el medio ambiente, también debemos hablar de que algunos incendios son provocados por la delincuencia organizada y actividades ilegales como la tala clandestina. De acuerdo con la Comisión Nacional Forestal (Conafor) los grupos del crimen organizado en zonas rurales del país podrían ser responsables de hasta el 30% de incendios forestales.

Apenas unos días, habitantes de Otumba quemaron llantas y cartón en protesta de la falta de apoyo de las autoridades municipales para sofocar el incendio forestal que afecta hectáreas aledañas.

Más que poner en práctica el viejo adagio “combatir fuego con fuego”, eventos como éste refleja la necesidad de combatir un problema que nos atañe a todos, desde las autoridades en el ámbito municipal hasta la necesidad de intensificar los esfuerzos de autoridades, academia y sector empresarial para promover una cultura de prevención de incendios. Ante el panorama mundial respecto al cambio climático, la educación en prevención de siniestros se hace cada vez más relevante.

Durante ya varias semanas, los medios se han centrado en los incendios que aquejan diversos poblados del país. El Estado de México es una de las entidades donde se ha presentado con mayor ferocidad este problema: en lo que va de 2024, nuestro estado se encuentra entre las nueve entidades con mayor superficie afectada por incendios.

Entre las causas que explican el incremento de incendios en el país y en el mundo está el cambio climático y sus manifestaciones, tales como el aumento en intensidad y frecuencia de las sequías. Sin embargo, la otra gran variable de la que menos se habla es la responsabilidad de las personas: diversas fuentes calculan que alrededor de 9 de cada 10 incendios son resultado del descuido o de la acción de los seres humanos.

Este dato por sí solo hace relevante hablar de nuestra responsabilidad individual y colectiva ante un problema que tiene también consecuencias a largo plazo, como la degradación de los suelos, la contaminación del agua o los deslizamientos de tierra, por mencionar solo algunos ejemplos.

Las diversas campañas en prevención de incendios que han surgido a raíz de estos eventos dejan claro que aún estamos lejos de tener una cultura de prevención de estos fenómenos cuyo énfasis sea la responsabilidad que a cada uno nos toca. Lo que es peor, las personas son difícilmente conscientes del riesgo que implica manipular el fuego y las relaciones que puede tener su quehacer diario en la provocación de incendios.

Esta falta de consciencia social en buena parte es síntoma de una sociedad eminentemente urbana en la que poca atención ponemos al entorno natural que nos rodea kilómetros fuera.

Además de la falta de respeto por el medio ambiente, también debemos hablar de que algunos incendios son provocados por la delincuencia organizada y actividades ilegales como la tala clandestina. De acuerdo con la Comisión Nacional Forestal (Conafor) los grupos del crimen organizado en zonas rurales del país podrían ser responsables de hasta el 30% de incendios forestales.

Apenas unos días, habitantes de Otumba quemaron llantas y cartón en protesta de la falta de apoyo de las autoridades municipales para sofocar el incendio forestal que afecta hectáreas aledañas.

Más que poner en práctica el viejo adagio “combatir fuego con fuego”, eventos como éste refleja la necesidad de combatir un problema que nos atañe a todos, desde las autoridades en el ámbito municipal hasta la necesidad de intensificar los esfuerzos de autoridades, academia y sector empresarial para promover una cultura de prevención de incendios. Ante el panorama mundial respecto al cambio climático, la educación en prevención de siniestros se hace cada vez más relevante.