Corren ya las últimas semanas para disputar los 3 mil 400 cargos públicos que estarán en juego el primer domingo de julio y la violencia preelectoral no cede, antes parece que va en aumento.
Durante el fin de semana se informó que cuatro personajes de la política regional, un hombre y tres mujeres, fueron abatidos en los estados de Puebla, Quintana Roo y Oaxaca.
Este dato hizo subir a 110 el número de políticos que han muerto en diversos hechos de violencia, por lo que debe temerse que el total aumente antes de la mega elección.
Las balas se están anticipando a los votos en la determinación de los resultados.
La violencia está afectando a los niveles más bajos de la jerarquía política –candidatos a cargos municipales y diputaciones locales− pues no se habla, por ejemplo, de que a nivel de diputados federales, senadores e, incluso, gobernadores, esté sucediendo algo semejante.
Los estudiosos de la realidad social y de su indudable conexión con los acontecimientos tienen ante sí un amplio campo de estudio e investigación para explicarnos lo que está sucediendo.
La novedad no es que se comentan asesinatos políticos. Eso ha venido sucediendo mucho antes de que se inventaran los partidos políticos y sus coaliciones como instrumentos de la toma pacífica del poder.
Lo que sucede es que se está sufriendo una regresión. En los años que siguieron a la Revolución Mexicana, los generales tomaban los cargos públicos a balazos y no era extraño que en las calles de las ciudades aparecieran “muertitos” fácilmente atribuibles a pistoleros de texana, chamarra de cuero y una pavorosa pistola calibre 45 colocada al cinto.
Se supone que aquella época –magistralmente descrita por don Martín Luis Guzmán en su novela “La sombra del Caudillo”, que fue tema de una película cuya exhibición pública estuvo prohibida durante varias décadas− quedó atrás hace casi cien años, pero el caso es que los diarios la traen cada vez con más frecuencia, a la escena actual.
Y si no se hubiera dado la oportuna circunstancia de que varios cientos de candidatos se arrepintieron oportunamente y renunciaron a nominaciones que ya tenían en la bolsa, porque fueron amenazados u olfatearon el peligro ¿se imagina usted, a estas alturas, en qué niveles andaría la estadística?