El anuncio oficial de que la apertura del sistema educativo se realizará el lunes 24 de agosto por una red de televisoras que cubrirá todo el territorio nacional no fue una sorpresa, sino una respuesta de la Secretaría de Educación Pública a la necesidad de que las escuelas de todos los niveles no pierdan más tiempo a causa de la pandemia de coronavirus.
El pasado ciclo escolar terminó abruptamente cuando los cursos se suspendieron y los alumnos fueron evaluados en una forma que ni ellos pudieron entender. Fue una contingencia.
Por lo que hace al ciclo 2020-2021, la SEP eligió la que le pareció la mejor opción: iniciar las clases por televisión, a reserva de volver a los planteles cuando las condiciones lo permitan. Para el caso, el gobierno federal suscribió un acuerdo formal con cuatro empresas de televisión –Televisa, TV Azteca, Imagen e Multimedios− a fin de que el mensaje educativo llegue a todos los alumno sin importar que tengan o no computadora.
Se trata de un cambio obligado, no de un experimento, de modo que no es necesario discutir si esta educación es tan buena como la presencial y si puede sustituirla.
La realidad es que la SEP y las instituciones autónomas buscan la mejor manera de hacer frente al largo paréntesis que continúa abierto en el universo educativo, desde preescolar hasta nivel superior.
Televisión e Internet aparecen como las mejores herramientas que la tecnología ofrece para sustituir los tradicionales estudios dentro del salón de clases que no puede volver a funcionar sin convertirse en foco de contagio para niños, jóvenes y adultos.
Cada sistema deberá echar mano del medio que le resulte más conveniente para sortear la crisis, pues tanto la SEP como la UNAM, la UAEM en nuestro medio y otras instituciones han fijado su posición en el sentido de que no reanudarán clases presenciales hasta que el semáforo de la pandemia esté en color verde, lo cual implica seguir posponiendo una y otra vez la reanudación de las tareas educativas.
No todas las modalidades escolares van a poder echar mano de la televisión. Algunas tendrán que usar las redes sociales en caso de que se adapten mejor a sus características, recursos y necesidades.
Lo sorprendente es que la educación pública en México va a dar en pocas semanas más un salto largo en cuanto a la forma de entender y manejar sus propias posibilidades.
Es posible que, avanzado el año escolar, los estudiantes vuelvan a las escuelas, a los talleres, a los laboratorios, al trabajo de campo, pero eso, por lo pronto, no es posible verlo con claridad ni en la bola de cristal.