/ miércoles 27 de abril de 2022

Repique inocente | Control de precios

En los setentas y los ochentas se experimentó con el control de precios para controlar la inflación, que no se detuvo y, por el contrario, se fue a los cielos. El gobierno quiere ahora tentar de nuevo a la suerte…

Algunas semanas atrás debo haber prometido no volver a repetir aquello de que en estos días —en este sexenio federal— me siento transportado a la década de los setentas y los ochentas.

Como una especie de viaje en el tiempo, por las acciones y expresiones gubernamentales.

El caso es que las decisiones del gobierno federal —que oficialmente prefieren llamar gobierno de México— se convierten en reminiscencias de un pasado que parece que no se fue. O que no se quiere ir. O que quiere regresar.

Ahí está ahora la peregrina idea de regresar al control de precios, como herramienta para controlar la inflación. Que las empresas intervengan para que “limiten” los aumentos en los precios de 25 artículos de la canasta básica, cuya lista no se ha dado a conocer, pero se puede deducir que contiene a la tortilla, el azúcar, el huevo, el arroz, algunas frutas y legumbres.

Igualito que en la década de los ochentas, cuando el gobierno federal ponía los precios de los productos básicos y también determinaba periódicamente los aumentos a los sueldos.

En aquellos días, los salarios subían un día y los precios al siguiente. La competencia por los aumentos era una barbaridad. Una espiral inflacionaria tremenda. Muy lejos del 7.72 por ciento que marcó el Índice Nacional de Precios al Consumidor de la primera quincena de abril. Para que los más jóvenes de la comarca se enteren —y los mayores de 50 años no lo olviden— las volátiles tasas de inflación alcanzaron entre 51 y hasta 159 por ciento anual. La inflación más baja de aquellas dos décadas debe haber sido cercana al 30 por ciento.

Vivíamos en medio de una estrategia de control de precios que nomás no funcionó. Aunque parecía que teníamos alguna certeza, la realidad es que fijar los precios por decreto solamente trajo más problemas económicos para las familias mexicanas. Igual que ahora, parecía que no alcanzaba para nada. Porque los precios “controlados” de todos modos se movían al alza.

Esta receta tiene un mal sabor de boca. La experiencia fue negativa. Tanto, que después se apostó sólo por el control de los salarios para “amarrar” la escalada inflacionaria. Y así vivimos durante otra década. Con la pérdida constante del poder de compra de los salarios.

Quisiera tener una bola de cristal para ver el futuro y saber qué resultado dejará este plan del gobierno federal. No la tengo. Así que me limito a señalar que en el pasado nos fue del cocol.

***

Externo mi pésame a El Sol de Toluca, sus directivos y todo su personal, así como a la familia Coyotécatl Rosas, por el fallecimiento de Rosamaría, la directora de este diario, que murió esta semana. Mujer y periodista firme y recia, a la que recordaremos por su legado en este diario y en el periodismo mexiquense.

En los setentas y los ochentas se experimentó con el control de precios para controlar la inflación, que no se detuvo y, por el contrario, se fue a los cielos. El gobierno quiere ahora tentar de nuevo a la suerte…

Algunas semanas atrás debo haber prometido no volver a repetir aquello de que en estos días —en este sexenio federal— me siento transportado a la década de los setentas y los ochentas.

Como una especie de viaje en el tiempo, por las acciones y expresiones gubernamentales.

El caso es que las decisiones del gobierno federal —que oficialmente prefieren llamar gobierno de México— se convierten en reminiscencias de un pasado que parece que no se fue. O que no se quiere ir. O que quiere regresar.

Ahí está ahora la peregrina idea de regresar al control de precios, como herramienta para controlar la inflación. Que las empresas intervengan para que “limiten” los aumentos en los precios de 25 artículos de la canasta básica, cuya lista no se ha dado a conocer, pero se puede deducir que contiene a la tortilla, el azúcar, el huevo, el arroz, algunas frutas y legumbres.

Igualito que en la década de los ochentas, cuando el gobierno federal ponía los precios de los productos básicos y también determinaba periódicamente los aumentos a los sueldos.

En aquellos días, los salarios subían un día y los precios al siguiente. La competencia por los aumentos era una barbaridad. Una espiral inflacionaria tremenda. Muy lejos del 7.72 por ciento que marcó el Índice Nacional de Precios al Consumidor de la primera quincena de abril. Para que los más jóvenes de la comarca se enteren —y los mayores de 50 años no lo olviden— las volátiles tasas de inflación alcanzaron entre 51 y hasta 159 por ciento anual. La inflación más baja de aquellas dos décadas debe haber sido cercana al 30 por ciento.

Vivíamos en medio de una estrategia de control de precios que nomás no funcionó. Aunque parecía que teníamos alguna certeza, la realidad es que fijar los precios por decreto solamente trajo más problemas económicos para las familias mexicanas. Igual que ahora, parecía que no alcanzaba para nada. Porque los precios “controlados” de todos modos se movían al alza.

Esta receta tiene un mal sabor de boca. La experiencia fue negativa. Tanto, que después se apostó sólo por el control de los salarios para “amarrar” la escalada inflacionaria. Y así vivimos durante otra década. Con la pérdida constante del poder de compra de los salarios.

Quisiera tener una bola de cristal para ver el futuro y saber qué resultado dejará este plan del gobierno federal. No la tengo. Así que me limito a señalar que en el pasado nos fue del cocol.

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Externo mi pésame a El Sol de Toluca, sus directivos y todo su personal, así como a la familia Coyotécatl Rosas, por el fallecimiento de Rosamaría, la directora de este diario, que murió esta semana. Mujer y periodista firme y recia, a la que recordaremos por su legado en este diario y en el periodismo mexiquense.