El estilo de vida tan ajetreado que llevamos, así como el estrés y los cambios de planes, nos impiden establecer una hora concreta para comer. Así que, lo más lógico es que al no tener nada en el estómago por muchas horas engullamos todo con prisa cuando por fin tenemos la oportunidad de comer.
Nos sucede muy seguido, sin embargo ¿te has preguntado qué sucede con nuestro cuerpo al comer de forma rápida?
Las consecuencias
En primer lugar, las hormonas producidas en el estómago y el intestino no tienen tiempo para enviar señales al cerebro, particularmente al hipotálamo, encargado de regular la alimentación. En consecuencia, el hipotálamo no se entera de que el estómago ya está lo suficientemente expandido y satisfecho, y lo mismo pasa con el intestino.
Aunque tu organismo ya sació sus necesidades, tú sigues comiendo sin parar. Explicó Mariana Isabel Valdés Moreno, jefa de la carrera de Nutriología de la Facultad de Estudios Superiores (FES), plantel Zaragoza de la UNAM.
Esto pasa porque has alterado la señalización del hambre y saciedad entre el estómago, el intestino y el cerebro. Pese a que estás satisfecho, tu cerebro piensa que no es suficiente. Además, por pasar tantas horas en ayuno tienes una sensación de hambre exacerbada.
En segundo lugar, al tener mucha hambre, no eres capaz de decidir objetivamente qué es más saludable. Finalmente, te decides por lo que es más fácil y regularmente no es sano.
¿Cómo evitarlo?
Mariana Valdés recomienda realizar tres comidas genéricas al día más dos colaciones. Además, explica que se debe dejar pasar cuatro horas entre cada una. Ese tiempo de ayuno es importante porque se permite al organismo usar las reservas de energía acumuladas en forma de grasa.
Si todo el tiempo ingieres alimentos, es decir, picoteas todo el día, no le das espacio a tu organismo para usar las reservas de energía en esos períodos de ayuno.
