/ lunes 27 de julio de 2020

Contexto | México: los debates inútiles 

A Eugenio Nuñez Ang, con cariño y agradecimiento siempre

Hoy la agenda pública mexicana está llena de debates inútiles, de discusiones que no atienden los problemas fundamentales y que distraen y agotan la energía social y la del pensamiento. Discusiones que, en su intrascendencia, solo reflejan el abandono de la sociedad para que esta resuelva, como pueda, los problemas que padece cotidianamente: salud, economía, inseguridad. Inútil porque solo distrae.

Todo parece un juego macabro de los poderes en los que la sociedad es simplemente espectadora, inútil espectadora.

La pandemia del Covid ha hecho que todo se vea con más claridad. El debate nacional se centra no en lo fundamental sino en lo anecdótico.

El listado puede ser enorme. He aquí algunos:

  • El uso del cubre boca. Es difícil entender cómo se han dedicado horas, memes, reportajes y análisis que ponen en el centro del debate el uso o no del cubre bocas. Es una manera de complicar las cosas simples. Un debate que se hace desde las más altas esferas del poder político y de salud y que impacta a los medios de comunicación y de información y desconcierta a la población sobre que tan seria es la pandemia. La ha hecho incrédula. Su uso ya no es solo una cuestión científica sino social. Es una manera, al final del día, de crear conciencia sobre los problemas de salud y particularmente el que se vive en estos días. Muchos países la han instrumentado como medida obligatoria el uso del cubre bocas…y han logrado en cierta medida mitigar los efectos de la pandemia.
  • El caso Lozoya. La corrupción del sistema político mexicano es evidente. Hoy sigue siendo evidente el tráfico de influencias y la cooptación. Este caso se une al del inicio de otros sexenios que, por un lado legitiman el discurso del poder y, por otro, contribuyen a la estructuración del discurso mediático y político: la Quina con Salinas, Raúl Salinas con Zedillo o Elba Esther con Peña. En este caso, en lugar de esperar a que sea la justicia la que determine y concluya con un ejemplar castigo contra la corrupción, los hechos se denuncian con la política por delante. Eso no es bueno ni para la democracia ni para la justicia mexicanas. El caso elevado a espectáculo político actúa como distractor. Las primeras filtraciones de información no dejan mucho que ver y pueden ser anecdóticas. Si la información no es contundente y significativa, los resultados pueden ser decepcionantes. Los actores políticos están entretenidos, unos preocupándose más por su pasado y otros por apuntalar un proyecto en particular. Lo mejor sería dejar a la justicia actuar y eso le haría bien a la democracia.
  • El avión presidencial. Tal vez para el gobierno en turno sea uno de los simbolismos frente a los excesos del poder. En torno a ello se puede argumentar en pro o en contra. Su venta solo quedara para el anecdotario de la política en México. No más. El debate en torno a su venta es una de las inutilidades más de la discusión de los asuntos públicos. El costo de ese espectáculo ha sido enorme, en términos de recursos: muchos millones de dólares en su estancia en California y su regreso a México solo para decir que por “razones de resguardo” y “porque estaba a la intemperie y sin techo”. Con esta declaración no pude dejar de pensar en las miles de personas que están a la intemperie fuera de los hospitales del país esperando la muerte de sus familiares sin que nadie se preocupe por ellos: el avión bien resguardado y la gente en la calle y bajo la lluvia. Que se venda y ya.

El debate está en el espectáculo de las cosas inútiles para nuestra democracia y para nuestra economía y no en los principales problemas de la gente. Mientras el crimen crece, la gente muere junto con la economía, aumenta el desempleo y la quiebra de empresas. Para algunos el show debe continuar…y ¿mientras?


Correo: contextotoluca@gmail.com


A Eugenio Nuñez Ang, con cariño y agradecimiento siempre

Hoy la agenda pública mexicana está llena de debates inútiles, de discusiones que no atienden los problemas fundamentales y que distraen y agotan la energía social y la del pensamiento. Discusiones que, en su intrascendencia, solo reflejan el abandono de la sociedad para que esta resuelva, como pueda, los problemas que padece cotidianamente: salud, economía, inseguridad. Inútil porque solo distrae.

Todo parece un juego macabro de los poderes en los que la sociedad es simplemente espectadora, inútil espectadora.

La pandemia del Covid ha hecho que todo se vea con más claridad. El debate nacional se centra no en lo fundamental sino en lo anecdótico.

El listado puede ser enorme. He aquí algunos:

  • El uso del cubre boca. Es difícil entender cómo se han dedicado horas, memes, reportajes y análisis que ponen en el centro del debate el uso o no del cubre bocas. Es una manera de complicar las cosas simples. Un debate que se hace desde las más altas esferas del poder político y de salud y que impacta a los medios de comunicación y de información y desconcierta a la población sobre que tan seria es la pandemia. La ha hecho incrédula. Su uso ya no es solo una cuestión científica sino social. Es una manera, al final del día, de crear conciencia sobre los problemas de salud y particularmente el que se vive en estos días. Muchos países la han instrumentado como medida obligatoria el uso del cubre bocas…y han logrado en cierta medida mitigar los efectos de la pandemia.
  • El caso Lozoya. La corrupción del sistema político mexicano es evidente. Hoy sigue siendo evidente el tráfico de influencias y la cooptación. Este caso se une al del inicio de otros sexenios que, por un lado legitiman el discurso del poder y, por otro, contribuyen a la estructuración del discurso mediático y político: la Quina con Salinas, Raúl Salinas con Zedillo o Elba Esther con Peña. En este caso, en lugar de esperar a que sea la justicia la que determine y concluya con un ejemplar castigo contra la corrupción, los hechos se denuncian con la política por delante. Eso no es bueno ni para la democracia ni para la justicia mexicanas. El caso elevado a espectáculo político actúa como distractor. Las primeras filtraciones de información no dejan mucho que ver y pueden ser anecdóticas. Si la información no es contundente y significativa, los resultados pueden ser decepcionantes. Los actores políticos están entretenidos, unos preocupándose más por su pasado y otros por apuntalar un proyecto en particular. Lo mejor sería dejar a la justicia actuar y eso le haría bien a la democracia.
  • El avión presidencial. Tal vez para el gobierno en turno sea uno de los simbolismos frente a los excesos del poder. En torno a ello se puede argumentar en pro o en contra. Su venta solo quedara para el anecdotario de la política en México. No más. El debate en torno a su venta es una de las inutilidades más de la discusión de los asuntos públicos. El costo de ese espectáculo ha sido enorme, en términos de recursos: muchos millones de dólares en su estancia en California y su regreso a México solo para decir que por “razones de resguardo” y “porque estaba a la intemperie y sin techo”. Con esta declaración no pude dejar de pensar en las miles de personas que están a la intemperie fuera de los hospitales del país esperando la muerte de sus familiares sin que nadie se preocupe por ellos: el avión bien resguardado y la gente en la calle y bajo la lluvia. Que se venda y ya.

El debate está en el espectáculo de las cosas inútiles para nuestra democracia y para nuestra economía y no en los principales problemas de la gente. Mientras el crimen crece, la gente muere junto con la economía, aumenta el desempleo y la quiebra de empresas. Para algunos el show debe continuar…y ¿mientras?


Correo: contextotoluca@gmail.com