El lenguaje de las cifras
El Reforma del 17 de abril pública, como periódicamente lo viene haciendo, los resultados de la última encuesta realizada por el Grupo Reforma, Grupo Radio Centro y Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad, sobre los candidatos presidenciales; éstos son tan sorprendentes y reveladores que me siento impelido a analizarlos, con independencia de los resultados del debate.
Pese a los grandes desaciertos que ha tenido Andrés Manuel López Obrador y a los ataques que ha recibido de sus adversarios -partidos, candidatos, empresarios, incluyendo el gobierno-, el orden de las preferencias electorales de los tres primeros competidores, no se ha movido, tan sólo se ha confirmado: AMLO se afianza en el primer lugar, con un increíble 48% de las preferencias; Ricardo Anaya en el segundo, con un alicaído 26%; y José Antonio Meade permanece en su acostumbrado tercer lugar, con un 18%.
Lo anterior significa que en dos meses, AMLO subió 6 puntos porcentuales, los mismos que bajó Anaya en este lapso, situación que le permite mantener una ventaja sobre éste, de 22 puntos, y sobre José Antonio Meade, de 30 puntos, una diferencia jamás vista entre un candidato opositor y un candidato del PRI.
La encuesta revela otros datos por demás interesantes, de quienes ocupan el primer lugar y el tercero: las mujeres, que siempre han sido apapachadas por el PRI, en esta ocasión la mayoría votaría por AMLO, en un 43%, mientras que por Meade apenas un 16%; los jóvenes, entre 18 y 29 años, se inclinarían por López Obrador, en un sorprendente 43%, y por el candidato del PRI, a duras penas el 12%. Y un dato más revelador: los universitarios, que se supone son el sector más preparado y consciente de la sociedad, el 50% votaría por AMLO y únicamente el 11% por Meade.
¿Qué ha sucedido para que la ciudadanía se vuelque de esta manera por quien hace doce años, se decía, representaba un peligro para México y que ahora se haya convertido en la esperanza para casi la mitad de los electores? No es que Andrés Manuel López Obrador sea el “non plus ultra”, lo máximo de la democracia, de la justicia y de la honradez, nada más lejano que eso. Lo que sucede es que, hoy por hoy, encabeza el descontento y el enojo social de mujeres y hombres, de jóvenes y viejos, de campesinos y obreros, incluso de empresarios, en contra del actual estado de cosas que prevalece en el país: inseguridad, delincuencia, desigualdad social, pobreza, enriquecimiento ilícito o inexplicable, abuso del poder, corrupción, impunidad y demás males que ultrajan a la sociedad.
Y tampoco es que José Antonio Meade carezca de atributos, pues tiene los suficientes para ocupar la presidencia. Lo que pasa es que, mientras el candidato de la coalición Juntos Haremos Historia representa el cambio y la posibilidad de transformar ese estado de cosas, el de Todos por México simboliza la permanencia y lo que la gran mayoría de los mexicanos rechaza.
Algo más de la encuesta: el 54% opina que AMLO es más cercano a la gente, y sólo el 9% que es Meade; el 43% considera que el candidato de Morena es más confiable, y tan sólo el 13% que es el del PRI. Para rematar, el 24% estima que AMLO es un peligro para México, en tanto que el 31% piensa ahora que el peligro es Meade. Como se puede observar, las estimaciones se han invertido.
En tales circunstancias, será difícil que José Antonio Meade supere los 18 puntos de aceptación en que se encuentra y que remonte además los 30 puntos que lo separan de López Obrador, salvo que suceda algo excepcional.