/ lunes 8 de julio de 2019

Contexto


Toluca: ¿la imposibilidad de andar en bicicleta?

Rodrigo es un amante de la ecología.Hace todo por preservarla. Separa la basura en orgánica e inorgánica, separa el plástico, el cartón, las tapas de las botellas y ya no usa ni popotes ni desechables, ni bolsas para ir de compras. En fin un ecologista comprometido y orgánico como lo llamaría su amigo el sociólogo.

Rodrigo también ha sido testigo del deterioro de la calidad de vida en Toluca, de los niveles de contaminación que existen, el visual y el de las aguas.

Consciente de esa realidad y sabedor dela aportación que los coches y sobre todo los autobuses decidió usar la bicicleta.

Toluca, pensaba, era ideal para la bicicleta. “Está casi plano, no hay grandes pendientes ni nada por el estilo”.

La idea lo ponía feliz.

La realidad le decía otra cosa.

Su experiencia sería un drama.

Primero pensó que la idea de poner las ecobicis o huizis sería una excelente idea.

“Uy vamos a estar como en el primer mundo”, pensaba a nivel de ciudades como Amsterdam, Paris oCopenhague. Esa era su ilusión.

Imaginaba recorrer su ciudad y poder ver a la catedral, el Calvario, la fachada de la Iglesia del Carmen o del Ranchito, el Cosmovitral desde su bici.

Sin dudarlo fue a comprarse la suya. “Me voy a comprar una buena”, le dijo a su madre, “una que me duré toda la vida”.

Así que junto varias quincenas de su raquítico sueldo como profesor universitario y se la compró.

Mas tardó en comprársela que en darse cuenta de lo imposible que es andar en bici en Toluca.

Primero porque las autoridades hacen todo para privilegiar el uso del automóvil, hacen todo por mantener más condiciones del transporte público en las peores condiciones, pero sobre todo, porque no hay la infraestructura mínima para poder circular en bici.

Es una desgracia pero así es.

“Toluca y su vocación por el desorden y el desmadre es connatural a la gestión de gobierno”, se decía frecuentemente.

Cada vez que salía en bici, su madre se quedaba con el Jesús en la boca. “Hijo ten cuidado ya ves como son los de los autobuses, unos salvajes y desalmados, no te vayan a hacer daño”, y su mamá le echaba miles de bendiciones mientras él acomodaba su mochila en la parte trasera de la bici.

Su frustración se hizo cotidiana. No dejaba de pensar en la incompetencia del gobierno para, por una sola vez, hacer bien las cosas.

Pensaba que el uso de la bici era hasta didáctico pues despertaba una conciencia ecológica, desarrollaba un sentimiento de respeto al medio ambiente, de respeto vial, de respeto a los otros además de permitir hacer ejercicio y contribuir a dejar de ser un país de gordos e incluso para activar la economía de muchos barrios de Toluca.

Desmotivado, solo pensaba: introducirla bici ya no requiere de mucho esfuerzo por parte del gobierno.Bastaba solo con ver la experiencia que ya existe en el mundo.Ciudades tan complejas como Paris, Madrid o la propia CDMX lo habían logrado. ¿Por qué no solo imitarlas”?, se preguntaba.

Muchas veces trato de ir al centro, ala Alameda, a visitar el Cosmovitral o a tomarse una torta al Ojeis. Fue prácticamente imposible. No existen lugares o estaciones en donde dejar su bici a pesar de que se había comprado su cadena y sus candados.

Ni modo. Toluca insiste en su atraso, en su tercermundismo, en su visión comodina que hace cada vez que la ciudad sea, simplemente, más fea y más disfuncional.

Más nos vale, y esa es la tragedia, porque Toluca se niega a tener una personalidad propia a irnos asumiendo como una alcaldía mas de la CDMX…al menos allá intentan las cosas…

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Toluca: ¿la imposibilidad de andar en bicicleta?

Rodrigo es un amante de la ecología.Hace todo por preservarla. Separa la basura en orgánica e inorgánica, separa el plástico, el cartón, las tapas de las botellas y ya no usa ni popotes ni desechables, ni bolsas para ir de compras. En fin un ecologista comprometido y orgánico como lo llamaría su amigo el sociólogo.

Rodrigo también ha sido testigo del deterioro de la calidad de vida en Toluca, de los niveles de contaminación que existen, el visual y el de las aguas.

Consciente de esa realidad y sabedor dela aportación que los coches y sobre todo los autobuses decidió usar la bicicleta.

Toluca, pensaba, era ideal para la bicicleta. “Está casi plano, no hay grandes pendientes ni nada por el estilo”.

La idea lo ponía feliz.

La realidad le decía otra cosa.

Su experiencia sería un drama.

Primero pensó que la idea de poner las ecobicis o huizis sería una excelente idea.

“Uy vamos a estar como en el primer mundo”, pensaba a nivel de ciudades como Amsterdam, Paris oCopenhague. Esa era su ilusión.

Imaginaba recorrer su ciudad y poder ver a la catedral, el Calvario, la fachada de la Iglesia del Carmen o del Ranchito, el Cosmovitral desde su bici.

Sin dudarlo fue a comprarse la suya. “Me voy a comprar una buena”, le dijo a su madre, “una que me duré toda la vida”.

Así que junto varias quincenas de su raquítico sueldo como profesor universitario y se la compró.

Mas tardó en comprársela que en darse cuenta de lo imposible que es andar en bici en Toluca.

Primero porque las autoridades hacen todo para privilegiar el uso del automóvil, hacen todo por mantener más condiciones del transporte público en las peores condiciones, pero sobre todo, porque no hay la infraestructura mínima para poder circular en bici.

Es una desgracia pero así es.

“Toluca y su vocación por el desorden y el desmadre es connatural a la gestión de gobierno”, se decía frecuentemente.

Cada vez que salía en bici, su madre se quedaba con el Jesús en la boca. “Hijo ten cuidado ya ves como son los de los autobuses, unos salvajes y desalmados, no te vayan a hacer daño”, y su mamá le echaba miles de bendiciones mientras él acomodaba su mochila en la parte trasera de la bici.

Su frustración se hizo cotidiana. No dejaba de pensar en la incompetencia del gobierno para, por una sola vez, hacer bien las cosas.

Pensaba que el uso de la bici era hasta didáctico pues despertaba una conciencia ecológica, desarrollaba un sentimiento de respeto al medio ambiente, de respeto vial, de respeto a los otros además de permitir hacer ejercicio y contribuir a dejar de ser un país de gordos e incluso para activar la economía de muchos barrios de Toluca.

Desmotivado, solo pensaba: introducirla bici ya no requiere de mucho esfuerzo por parte del gobierno.Bastaba solo con ver la experiencia que ya existe en el mundo.Ciudades tan complejas como Paris, Madrid o la propia CDMX lo habían logrado. ¿Por qué no solo imitarlas”?, se preguntaba.

Muchas veces trato de ir al centro, ala Alameda, a visitar el Cosmovitral o a tomarse una torta al Ojeis. Fue prácticamente imposible. No existen lugares o estaciones en donde dejar su bici a pesar de que se había comprado su cadena y sus candados.

Ni modo. Toluca insiste en su atraso, en su tercermundismo, en su visión comodina que hace cada vez que la ciudad sea, simplemente, más fea y más disfuncional.

Más nos vale, y esa es la tragedia, porque Toluca se niega a tener una personalidad propia a irnos asumiendo como una alcaldía mas de la CDMX…al menos allá intentan las cosas…

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