/ lunes 16 de mayo de 2022

Contexto | Carlos Fuentes y la falta que hace


Nunca he dejado de leer a Carlos Fuentes.

Su escritura para mi ha sido siempre motivo de gozo. Cuando en ocasiones me siento y tengo en la pantalla una hoja en blanco y no se que hacer, voy a mi librero y tomo al azar uno de sus libros. Lo empiezo a leer y siempre he encontrado una frase, una expresión que me señala hacia a donde ir.

Es una figura que tengo presente desde que lo conocí cuando recibiría el Premio Cervantes, el nobel de la literatura en lengua castellana, en España. Después lo volvía a ver cada vez que visitaba España. Disfrutaba el ir a buscarlo al aeropuerto y tener esas platicas que siempre me motivaron a estar al pendiente de todo lo que sucedía en el mundo literario y en general en cualquier manifestación de la cultura en España.

Siempre y después de saludarlo me preguntaba.

“¿Qué novedades hay Alexander?”, y yo empezaba a contarle las novedades editoriales, las exposiciones mas importantes entre otras manifestaciones de la cultura.

Recuerdo un día que después de haberle contado todo lo que yo consideraba importante me pregunta “¿y de teatro que hay?” …y ahí pues no tuve mas que decirle…”no lo sé, no tengo la información” …contesté un mucho apenado…” Alexander hay que saberlo todo, lo bueno y lo malo, hay que ver todo” …nunca en las siguientes veces que tuve la fortuna de verlo falte. Desde entonces veo todo, estoy al pendiente de novedades editoriales en los idiomas a los que tengo acceso y siempre en teatro y opera…el gusto por estar al pendiente de todo se me despertó desde esos tiempos.

Un día como ayer, pero de hace diez años.

Su ausencia dejo un enorme hueco en la cultura mexicana y también en el pensamiento crítico mexicano.

Hoy no hay pensador o creador que pueda sustituirlo.

Su personalidad siempre jovial iba acompañada de grandes conversaciones salpicadas de ingenio, de buen humor, pero también de un conocimiento que le daba su acceso al pensamiento y creación de diversas culturas.

De los escritores mexicanos sin duda el más universal.

Muchas ocasiones pude conversar con el tomado un café en alguna terraza del Paseo de la Castellana en Madrid o en algún restaurante y siempre, a pesar de mi juventud, era comprensivo a mis observaciones, a mis preocupaciones y siempre paciente me escuchaba.

Era un trabajador incansable.

Siempre tuve la impresión que su pensamiento nunca paraba. Siempre estaba en proceso creativo. Su oficio era ser escritor y así ha quedado en las letras mexicanos en las que exploró y arriesgó muchas variantes sobre el lenguaje y la expresión literaria.

Su arma de lucha eran las letras.

Su sentido crítico ante el poder o las injusticias, las contradicciones de los poderosos desvelados a través de su palabra siempre le dieron a la cultura mexicana la voz de los que vivían en silencio.

Fuentes fue, como él lo decía, un hombre que ganaba su ser mexicano “siempre en tensión y nunca en reposo”.

Nunca fue indiferente a lo que sucedía en México.

Invento a la ciudad de México para la imaginación que muchos habitaron después y fue el primero en desvelar a la clase media en la literatura.

Su compromiso con México siempre fue indudable. Fue el país de su imaginación.

Hoy su pensamiento critico nos hace falta…pero releerlo señala rumbos en los que la premisa es nunca ser complaciente con uno mismo.


Nunca he dejado de leer a Carlos Fuentes.

Su escritura para mi ha sido siempre motivo de gozo. Cuando en ocasiones me siento y tengo en la pantalla una hoja en blanco y no se que hacer, voy a mi librero y tomo al azar uno de sus libros. Lo empiezo a leer y siempre he encontrado una frase, una expresión que me señala hacia a donde ir.

Es una figura que tengo presente desde que lo conocí cuando recibiría el Premio Cervantes, el nobel de la literatura en lengua castellana, en España. Después lo volvía a ver cada vez que visitaba España. Disfrutaba el ir a buscarlo al aeropuerto y tener esas platicas que siempre me motivaron a estar al pendiente de todo lo que sucedía en el mundo literario y en general en cualquier manifestación de la cultura en España.

Siempre y después de saludarlo me preguntaba.

“¿Qué novedades hay Alexander?”, y yo empezaba a contarle las novedades editoriales, las exposiciones mas importantes entre otras manifestaciones de la cultura.

Recuerdo un día que después de haberle contado todo lo que yo consideraba importante me pregunta “¿y de teatro que hay?” …y ahí pues no tuve mas que decirle…”no lo sé, no tengo la información” …contesté un mucho apenado…” Alexander hay que saberlo todo, lo bueno y lo malo, hay que ver todo” …nunca en las siguientes veces que tuve la fortuna de verlo falte. Desde entonces veo todo, estoy al pendiente de novedades editoriales en los idiomas a los que tengo acceso y siempre en teatro y opera…el gusto por estar al pendiente de todo se me despertó desde esos tiempos.

Un día como ayer, pero de hace diez años.

Su ausencia dejo un enorme hueco en la cultura mexicana y también en el pensamiento crítico mexicano.

Hoy no hay pensador o creador que pueda sustituirlo.

Su personalidad siempre jovial iba acompañada de grandes conversaciones salpicadas de ingenio, de buen humor, pero también de un conocimiento que le daba su acceso al pensamiento y creación de diversas culturas.

De los escritores mexicanos sin duda el más universal.

Muchas ocasiones pude conversar con el tomado un café en alguna terraza del Paseo de la Castellana en Madrid o en algún restaurante y siempre, a pesar de mi juventud, era comprensivo a mis observaciones, a mis preocupaciones y siempre paciente me escuchaba.

Era un trabajador incansable.

Siempre tuve la impresión que su pensamiento nunca paraba. Siempre estaba en proceso creativo. Su oficio era ser escritor y así ha quedado en las letras mexicanos en las que exploró y arriesgó muchas variantes sobre el lenguaje y la expresión literaria.

Su arma de lucha eran las letras.

Su sentido crítico ante el poder o las injusticias, las contradicciones de los poderosos desvelados a través de su palabra siempre le dieron a la cultura mexicana la voz de los que vivían en silencio.

Fuentes fue, como él lo decía, un hombre que ganaba su ser mexicano “siempre en tensión y nunca en reposo”.

Nunca fue indiferente a lo que sucedía en México.

Invento a la ciudad de México para la imaginación que muchos habitaron después y fue el primero en desvelar a la clase media en la literatura.

Su compromiso con México siempre fue indudable. Fue el país de su imaginación.

Hoy su pensamiento critico nos hace falta…pero releerlo señala rumbos en los que la premisa es nunca ser complaciente con uno mismo.