/ lunes 20 de septiembre de 2021

Contexto | La vieja normalidad está de vuelta

A Don Arturo Martínez Legorreta, un hombre bueno. Así de simple para calificar bien una vida.


Las cosas poco a poco, o como de pronto, están volviendo a la vieja normalidad.

No está claro si eso es bueno o malo.

Da la impresión que la humanidad aprendió poco o nada de la pandemia que se vivió en algo más de un año.

Ni los muertos, ni la crisis económica, ni la crisis sanitaria hicieron que la humanidad o cada uno de nosotros mejoraran en lo colectivo o en lo individual.

A todos les urgía volver a los viejos tiempos.

El uso del poder no cambio. Todo está como antes.

Las relaciones de pareja o familiares solo sufrieron el deterioro que de cualquier manera iban a sufrir tarde o temprano. Y todo volvió a ser como antes.

La violencia contra las mujeres y los menores se hizo más visible ante la indiferencia de todos. Como antes.

Los sistemas escolares, salvo en contados países, no cambiaron. El sistema de normalización volvió a ser como antes.

La naturaleza volvió a retomar su deterioro por las prácticas de los humanos. Como antes.

Las modas volvieron a ser como antes.

El mundo del trabajo cambio para poco y no tanto como se esperaba. Los viejos modos se retomaron.

Las desigualdades sociales solo sufrieron cambios para hacerse más agudas aunque quienes detentan el poder lo nieguen.

Las redes sociales, después de ser el gran escaparate de las alegrías, melancolías y las frustraciones están volviendo a ser como antes.

Las cadenas de televisión no cambiaron en lo esencial. Siempre mantuvieron su programación como si el mundo no se hubiera visto forzado al confinamiento. Siguen como antes.
Los medios fueron el gran espectáculo y distractor. Como antes.

Los turistas retomaron sus rutinas de siempre. Como antes.

El sentido de solidaridad en muchas sociedades se fue diluyendo poco a poco y todo está volviendo a ser como antes.

Tal vez el mundo mejor que muchos imaginamos para después de la pandemia no será posible, al menos por un buen tiempo…hasta antes de la próxima tragedia global.

Los niveles de contaminación volvieron, el descanso de la naturaleza se suspendió…y todo volvió a ser como antes.

La vieja normalidad está de vuelta.

Ya se instaló. Y esta vieja.

Y para ser mejores la humanidad, el vecino, la comunidad, tú, yo, no estuvimos dispuestos a sacrificar nada por un mundo mejor.

El discurso educativo siguió siendo el mismo y no se buscaron otros medios de socialización de los niños o de los jóvenes,

Los discapacitados volverán a ser invisibles. Como antes.

El trabajo en casa, aunque en la mayoría de los casos demostró que mejoraba la productividad, no fue realidad plena en todas partes porque los sentidos de comunidad, de personalidades múltiples triunfaron sobre la construcción de mundos mejores.

La humanidad por lo visto está bien cómoda en esta distopía, en ese espacio no ideal, en el que ha vivido.

Todos, al final, estamos inmersos en un mundo en el que somos actores de un espectáculo que no controlamos.

Una oportunidad perdida.

Bienvenidos otra vez a la vieja normalidad y salud por todo lo perdido.





Correo: contextotoluca@gmail.com

A Don Arturo Martínez Legorreta, un hombre bueno. Así de simple para calificar bien una vida.


Las cosas poco a poco, o como de pronto, están volviendo a la vieja normalidad.

No está claro si eso es bueno o malo.

Da la impresión que la humanidad aprendió poco o nada de la pandemia que se vivió en algo más de un año.

Ni los muertos, ni la crisis económica, ni la crisis sanitaria hicieron que la humanidad o cada uno de nosotros mejoraran en lo colectivo o en lo individual.

A todos les urgía volver a los viejos tiempos.

El uso del poder no cambio. Todo está como antes.

Las relaciones de pareja o familiares solo sufrieron el deterioro que de cualquier manera iban a sufrir tarde o temprano. Y todo volvió a ser como antes.

La violencia contra las mujeres y los menores se hizo más visible ante la indiferencia de todos. Como antes.

Los sistemas escolares, salvo en contados países, no cambiaron. El sistema de normalización volvió a ser como antes.

La naturaleza volvió a retomar su deterioro por las prácticas de los humanos. Como antes.

Las modas volvieron a ser como antes.

El mundo del trabajo cambio para poco y no tanto como se esperaba. Los viejos modos se retomaron.

Las desigualdades sociales solo sufrieron cambios para hacerse más agudas aunque quienes detentan el poder lo nieguen.

Las redes sociales, después de ser el gran escaparate de las alegrías, melancolías y las frustraciones están volviendo a ser como antes.

Las cadenas de televisión no cambiaron en lo esencial. Siempre mantuvieron su programación como si el mundo no se hubiera visto forzado al confinamiento. Siguen como antes.
Los medios fueron el gran espectáculo y distractor. Como antes.

Los turistas retomaron sus rutinas de siempre. Como antes.

El sentido de solidaridad en muchas sociedades se fue diluyendo poco a poco y todo está volviendo a ser como antes.

Tal vez el mundo mejor que muchos imaginamos para después de la pandemia no será posible, al menos por un buen tiempo…hasta antes de la próxima tragedia global.

Los niveles de contaminación volvieron, el descanso de la naturaleza se suspendió…y todo volvió a ser como antes.

La vieja normalidad está de vuelta.

Ya se instaló. Y esta vieja.

Y para ser mejores la humanidad, el vecino, la comunidad, tú, yo, no estuvimos dispuestos a sacrificar nada por un mundo mejor.

El discurso educativo siguió siendo el mismo y no se buscaron otros medios de socialización de los niños o de los jóvenes,

Los discapacitados volverán a ser invisibles. Como antes.

El trabajo en casa, aunque en la mayoría de los casos demostró que mejoraba la productividad, no fue realidad plena en todas partes porque los sentidos de comunidad, de personalidades múltiples triunfaron sobre la construcción de mundos mejores.

La humanidad por lo visto está bien cómoda en esta distopía, en ese espacio no ideal, en el que ha vivido.

Todos, al final, estamos inmersos en un mundo en el que somos actores de un espectáculo que no controlamos.

Una oportunidad perdida.

Bienvenidos otra vez a la vieja normalidad y salud por todo lo perdido.





Correo: contextotoluca@gmail.com