/ martes 8 de junio de 2021

Reflexiones en Textos Cortos | El cuerpo de cualquiera


Hace tiempo escribí una columna se titulaba: “La importancia de registrar el sexo” en él mencionaba la necesidad de verse a sí mismo como espectador, donde no sólo basta con ser protagonista, también es necesario mirarse como espectador en el propio acto, resulta atractivo trascender la intimidad, dejarla evidenciada.

La ley Olimpia fue publicada en el Diario Oficial de la Federación y vinculada al Código Penal; tiene como estandarte la falta del consentimiento en videos íntimos divulgados a través de redes sociales. Me cuesta trabajo entender cuáles son las condiciones que determinan el consentimiento otorgado, los acuerdos verbales no tienen un registro, habría que recurrir a la memoria para poder establecer que el consentimiento fue generado en algún momento.

La ventaja es preocupante porque es el territorio en disputa de la credibilidad, los antecedentes de la persona acusada o señalada y la repetición de las conductas generarán mayor certeza en la acusación de quién decida divulgar la intimidad. La ley Olimpia también contempla, y me parece lo más importante, la divulgación de videos íntimos como resultado de una venganza, las rupturas amorosas, las decepciones y desilusiones pueden ser algunos de los móviles que lleven a cometer el ahora delito.

Hasta ahora me resulta impensable quién aceptaría la divulgación de la intimidad; quién aceptaría que de forma voluntaria su cuerpo estuviera en las plataformas digitales para que alguien más pudiera contemplarlo, creo que el registro del sexo es necesariamente íntimo, conserva un límite de sus espectadores, es privado, sólo les pertenece a los cuerpos involucrados.

Divulgar esta clase de contenido, significa romper los límites de quiénes pueden observarnos, aceptar generar consentimiento sobre la divulgación de imágenes o vídeos íntimos puede constituir la necesidad de exhibicionismo, del gusto porque otros puedan observar lo propio; y en un mundo capitalista eso siempre tiene una rentabilidad económica. A los cuerpos se les adjudica un valor monetario o simbólico y quién decide dar a conocer su cuerpo puede tener significados incomprensibles para la mayoría, negando la posibilidad de obtener económicamente algo a cambio en lugar de hacerlo gratis.

El consentimiento de la divulgación de la intimidad sexual me parece ridículo, considero demasiado improbable la aceptación para poder difundir algo propio, la excepción es demasiado improbable, la ley se constituye por un problema constante y es que nadie ha decidido aceptar la divulgación de su cuerpo, quién divulga videos íntimos de otra persona merece ser sancionado salvo que la persona que “sube” videos íntimos sea únicamente ella misma.

La ley Olimpia genera muchas reflexiones y al mismo tiempo nos recuerda que no existe derecho humano que no haya sido originado a partir de la lucha social, de un problema colectivo. El feminismo está logrando cosas importantes por la insistencia y la construcción de redes que evidencian que algo está siendo perjudicado; y eso lo que permite que las cosas sociales importantes ocurran, la manifestación a través de las expresiones, de la inconformidad del grito de quienes padecen y son víctimas.


Hace tiempo escribí una columna se titulaba: “La importancia de registrar el sexo” en él mencionaba la necesidad de verse a sí mismo como espectador, donde no sólo basta con ser protagonista, también es necesario mirarse como espectador en el propio acto, resulta atractivo trascender la intimidad, dejarla evidenciada.

La ley Olimpia fue publicada en el Diario Oficial de la Federación y vinculada al Código Penal; tiene como estandarte la falta del consentimiento en videos íntimos divulgados a través de redes sociales. Me cuesta trabajo entender cuáles son las condiciones que determinan el consentimiento otorgado, los acuerdos verbales no tienen un registro, habría que recurrir a la memoria para poder establecer que el consentimiento fue generado en algún momento.

La ventaja es preocupante porque es el territorio en disputa de la credibilidad, los antecedentes de la persona acusada o señalada y la repetición de las conductas generarán mayor certeza en la acusación de quién decida divulgar la intimidad. La ley Olimpia también contempla, y me parece lo más importante, la divulgación de videos íntimos como resultado de una venganza, las rupturas amorosas, las decepciones y desilusiones pueden ser algunos de los móviles que lleven a cometer el ahora delito.

Hasta ahora me resulta impensable quién aceptaría la divulgación de la intimidad; quién aceptaría que de forma voluntaria su cuerpo estuviera en las plataformas digitales para que alguien más pudiera contemplarlo, creo que el registro del sexo es necesariamente íntimo, conserva un límite de sus espectadores, es privado, sólo les pertenece a los cuerpos involucrados.

Divulgar esta clase de contenido, significa romper los límites de quiénes pueden observarnos, aceptar generar consentimiento sobre la divulgación de imágenes o vídeos íntimos puede constituir la necesidad de exhibicionismo, del gusto porque otros puedan observar lo propio; y en un mundo capitalista eso siempre tiene una rentabilidad económica. A los cuerpos se les adjudica un valor monetario o simbólico y quién decide dar a conocer su cuerpo puede tener significados incomprensibles para la mayoría, negando la posibilidad de obtener económicamente algo a cambio en lugar de hacerlo gratis.

El consentimiento de la divulgación de la intimidad sexual me parece ridículo, considero demasiado improbable la aceptación para poder difundir algo propio, la excepción es demasiado improbable, la ley se constituye por un problema constante y es que nadie ha decidido aceptar la divulgación de su cuerpo, quién divulga videos íntimos de otra persona merece ser sancionado salvo que la persona que “sube” videos íntimos sea únicamente ella misma.

La ley Olimpia genera muchas reflexiones y al mismo tiempo nos recuerda que no existe derecho humano que no haya sido originado a partir de la lucha social, de un problema colectivo. El feminismo está logrando cosas importantes por la insistencia y la construcción de redes que evidencian que algo está siendo perjudicado; y eso lo que permite que las cosas sociales importantes ocurran, la manifestación a través de las expresiones, de la inconformidad del grito de quienes padecen y son víctimas.