/ sábado 19 de marzo de 2022

Reflexiones en textos cortos | Notas para el entendimiento de la violencia colectiva

Lo más sencillo es condenar al futbol como detonador de la violencia en los estadios de futbol, las respuestas para apuntar las causas de la violencia son siempre las mismas y no generan ni una aproximación para erradicarla. El entender las causas sirve para apuntar qué es lo que hay que atender para suprimirla.

El fútbol, el machismo, los genes, la condición natural, la pobreza, la desigualdad… un montón de palabras que leía en redes sociales y que apuntaban al factor esencial para que la violencia se desatara hace casi quince días en el estadio de Querétaro.

Buscaré realizar un aporte para pensar la violencia de un acontecimiento como ese, donde el abuso de cinco o más personas golpeando hasta el cansancio a un sujeto inmóvil tirado en el suelo. Golpear al que no puede ni siquiera moverse, al absoluto indefenso, la oportunidad de poder hacer algo y dominar al otro es demasiado seductora. Aristóteles decía que el hombre es un animal político por naturaleza, refiriéndose a ser buscador y poseedor constante de poder.

Entender el poder es entender el dominio de una persona hacia otra. El “no” muchas veces es la capacidad de restringir la decisión del otro. Algunos empleados que desempeñan funciones de vigilancia entorno a quién decide entrar o no algún lugar, tienen esa oportunidad, negar un acceso es realizar un ejercicio del poder.

Las capacidades de dominio y de poder se engendran en primera instancia desde lo físico, el más fuerte hacia el más débil; por eso Pierre Bourdieu en “La dominación masculina”, explica cómo el entendimiento de las condiciones físicas derivó en el ejercicio del establecimiento de ciertos roles entre los géneros, los hombres empezaron a realizar cosas que les representara fuerza y las mujeres se orillaban en sus condiciones biológicas observables.

El ejercicio del poder, de un fuerte hacia un débil en los parámetros atravesados por habilidades más allá de lo físico, involucra necesariamente una responsabilidad mayor de quien ostenta la mayor capacidad de fuerza frente al débil o desprotegido. Por eso la condena de las personas que maltratan animales, se elige agredir sabiendo que el animal es el vulnerable dentro de ese vínculo, el que no ofrecerá resistencia.

Lo increíble es lo atroz que resulta golpear a alguien que ni siquiera opone la mínima resistencia. Habría que preguntarse por qué eso pasa particularmente en México.

Amat Escalante, director de cine, durante una de sus presentaciones en la película “La región salvaje” realizó un señalamiento tratando de explicar por qué en México existía la violencia desde el machismo. Su hipótesis se centró en la ausencia de no tener pertenencia hacia nada. El hombre mexicano no es dueño de su futuro, no controla el bienestar en su casa, no puede proteger a su familia, su trabajo no le garantiza que le vaya mejor económicamente. La única forma en la que se reafirma es en lo único que le queda, la violencia física frente al débil.

Lo más sencillo es condenar al futbol como detonador de la violencia en los estadios de futbol, las respuestas para apuntar las causas de la violencia son siempre las mismas y no generan ni una aproximación para erradicarla. El entender las causas sirve para apuntar qué es lo que hay que atender para suprimirla.

El fútbol, el machismo, los genes, la condición natural, la pobreza, la desigualdad… un montón de palabras que leía en redes sociales y que apuntaban al factor esencial para que la violencia se desatara hace casi quince días en el estadio de Querétaro.

Buscaré realizar un aporte para pensar la violencia de un acontecimiento como ese, donde el abuso de cinco o más personas golpeando hasta el cansancio a un sujeto inmóvil tirado en el suelo. Golpear al que no puede ni siquiera moverse, al absoluto indefenso, la oportunidad de poder hacer algo y dominar al otro es demasiado seductora. Aristóteles decía que el hombre es un animal político por naturaleza, refiriéndose a ser buscador y poseedor constante de poder.

Entender el poder es entender el dominio de una persona hacia otra. El “no” muchas veces es la capacidad de restringir la decisión del otro. Algunos empleados que desempeñan funciones de vigilancia entorno a quién decide entrar o no algún lugar, tienen esa oportunidad, negar un acceso es realizar un ejercicio del poder.

Las capacidades de dominio y de poder se engendran en primera instancia desde lo físico, el más fuerte hacia el más débil; por eso Pierre Bourdieu en “La dominación masculina”, explica cómo el entendimiento de las condiciones físicas derivó en el ejercicio del establecimiento de ciertos roles entre los géneros, los hombres empezaron a realizar cosas que les representara fuerza y las mujeres se orillaban en sus condiciones biológicas observables.

El ejercicio del poder, de un fuerte hacia un débil en los parámetros atravesados por habilidades más allá de lo físico, involucra necesariamente una responsabilidad mayor de quien ostenta la mayor capacidad de fuerza frente al débil o desprotegido. Por eso la condena de las personas que maltratan animales, se elige agredir sabiendo que el animal es el vulnerable dentro de ese vínculo, el que no ofrecerá resistencia.

Lo increíble es lo atroz que resulta golpear a alguien que ni siquiera opone la mínima resistencia. Habría que preguntarse por qué eso pasa particularmente en México.

Amat Escalante, director de cine, durante una de sus presentaciones en la película “La región salvaje” realizó un señalamiento tratando de explicar por qué en México existía la violencia desde el machismo. Su hipótesis se centró en la ausencia de no tener pertenencia hacia nada. El hombre mexicano no es dueño de su futuro, no controla el bienestar en su casa, no puede proteger a su familia, su trabajo no le garantiza que le vaya mejor económicamente. La única forma en la que se reafirma es en lo único que le queda, la violencia física frente al débil.