/ lunes 14 de enero de 2019

Contexto


Alfredo Del Mazo González: la innovación como forma de gobierno

Sin duda el gobierno de Alfredo del Mazo aportó a la historia de las instituciones estatales un legado que debe ser ponderado por las diversas acciones innovadoras que se realizaron durante su gestión.

Tuvo el acierto de formar un gabinete excepcional en la historia reciente del Estado de México. Integró generaciones e inteligencias: José Merino Mañon, Humberto Lira Mora, Mario Colín Sánchez, Carlos Almada, Alfredo Baranda, Leopoldo Velasco, Guillermo Colín entre otros.

En ese entonces, recién egresado de la Universidad, estaba atento a lo que acontecía en el Estado. La transformación administrativa que se realizó en la estructura de gobierno ha tenido repercusiones hasta nuestros días. En lo fundamental no ha sido modificada. Se crearon Secretarias, como áreas de responsabilidad política y técnica, que sustituyeron a las antiguas direcciones. Se modernizaron sistemas (incluido el servicio de fax que en aquellos años era una tecnología muy avanzada) que facilitaban el acceso a los ciudadanos hacia los servidores públicos.

Fue el primero que, de manera integral, abordó el problema de la identidad e integración del Estado. Durante su gestión se adoptó el gentilicio mexiquense, no sin antes preceder un debate, consulta a especialistas de la lengua, discusión entre los medios sobre si debía ser mexiquense o mexicanense. Finalmente se optó por el primero. A ello, siguieron muchas acciones: creación de la presea Estado de México, creación de Radio y Televisión Mexiquense y una muy amplia campaña de identidad que hoy, hasta nuestros días, no se acaba de consolidar. La identidad del Estado iniciada aún está inconclusa.

Impulsó la integración del Estado como una sola entidad. La fractura que provocaba la existencia, del entonces Distrito Federal, hacia parecer que había dos Estados de México: uno cuyo desarrollo dependía de Toluca y otro sujeto a los caprichos del desarrollo de la capital del país. Ese esfuerzo de integración regional de la entidad fue muy significativo. Los habitantes de Naucalpan, Tlalnepantla, Neza, Ecatepec o Chalco se sentirían parte del desarrollo del Estado de México.

Durante su gestión, México estuvo sumido en recurrentes crisis económicas que afectaba los niveles de empleo y de bienestar. Recuerdo una conversación con Don Pepe Merino, después de haber tenido una reunión del gabinete estatal, “el Gobernador nos pide hacer esfuerzos para atender la crisis desde lo local. No podemos estar esperanzados en que la Federación venga a resolver todos nuestros problemas”. Y todos se pusieron a hacer su tarea para mejorar las condiciones económicas del Estado. Para generar empleos se hizo uso de varios instrumentos de política pública como lo fue la creación de empresas paramunicipales cuyo objetivo era crear empleos a nivel local y favorecer la formación de capital, se diseñaron mecanismos para mejorar la calidad del empleo a través del ICATI y de las Escuelas de Artes y Oficios, se creó, por primera vez en el país, un programa de becas para capacitación de trabajadores (que tuve la suerte de poder instrumentar) y que luego fue adoptado a nivel nacional.

Fueron muchas las acciones que mantenían a un gobierno activo todo el tiempo. No solo reactivo a lo que ocurriera.

Se preocupaba por el crecimiento urbano en detrimento del campo. Se desarrolló un programa de mojoneras en los municipios para delimitar las áreas de crecimiento que luego fue olvidado. Como toluqueño preocupado, me contaron que en una ocasión viendo que se levantaba un edificio cerca de los portales se preocupó, pidió se revisaran los permisos y si estaban respetando la ley. Su razón era que eso afectaría a los toluqueños de la vista del volcán que era algo que habría que preservar.

Como interesado en los fenómenos en torno a la administración pública, esas acciones planteaban un reto intelectual y profesional interesante y divertido.

Producto de esa provocación muchos tuvimos oportunidad de escribir y publicar libros y estudios que analizaban las transformaciones sobre los aparatos del Estado de la época.

Una lección se puede extraer: sólo cuando los hombres de Estado actúan pensando en la gente es cuando empiezan a trascender.

Es el caso.


Alfredo Del Mazo González: la innovación como forma de gobierno

Sin duda el gobierno de Alfredo del Mazo aportó a la historia de las instituciones estatales un legado que debe ser ponderado por las diversas acciones innovadoras que se realizaron durante su gestión.

Tuvo el acierto de formar un gabinete excepcional en la historia reciente del Estado de México. Integró generaciones e inteligencias: José Merino Mañon, Humberto Lira Mora, Mario Colín Sánchez, Carlos Almada, Alfredo Baranda, Leopoldo Velasco, Guillermo Colín entre otros.

En ese entonces, recién egresado de la Universidad, estaba atento a lo que acontecía en el Estado. La transformación administrativa que se realizó en la estructura de gobierno ha tenido repercusiones hasta nuestros días. En lo fundamental no ha sido modificada. Se crearon Secretarias, como áreas de responsabilidad política y técnica, que sustituyeron a las antiguas direcciones. Se modernizaron sistemas (incluido el servicio de fax que en aquellos años era una tecnología muy avanzada) que facilitaban el acceso a los ciudadanos hacia los servidores públicos.

Fue el primero que, de manera integral, abordó el problema de la identidad e integración del Estado. Durante su gestión se adoptó el gentilicio mexiquense, no sin antes preceder un debate, consulta a especialistas de la lengua, discusión entre los medios sobre si debía ser mexiquense o mexicanense. Finalmente se optó por el primero. A ello, siguieron muchas acciones: creación de la presea Estado de México, creación de Radio y Televisión Mexiquense y una muy amplia campaña de identidad que hoy, hasta nuestros días, no se acaba de consolidar. La identidad del Estado iniciada aún está inconclusa.

Impulsó la integración del Estado como una sola entidad. La fractura que provocaba la existencia, del entonces Distrito Federal, hacia parecer que había dos Estados de México: uno cuyo desarrollo dependía de Toluca y otro sujeto a los caprichos del desarrollo de la capital del país. Ese esfuerzo de integración regional de la entidad fue muy significativo. Los habitantes de Naucalpan, Tlalnepantla, Neza, Ecatepec o Chalco se sentirían parte del desarrollo del Estado de México.

Durante su gestión, México estuvo sumido en recurrentes crisis económicas que afectaba los niveles de empleo y de bienestar. Recuerdo una conversación con Don Pepe Merino, después de haber tenido una reunión del gabinete estatal, “el Gobernador nos pide hacer esfuerzos para atender la crisis desde lo local. No podemos estar esperanzados en que la Federación venga a resolver todos nuestros problemas”. Y todos se pusieron a hacer su tarea para mejorar las condiciones económicas del Estado. Para generar empleos se hizo uso de varios instrumentos de política pública como lo fue la creación de empresas paramunicipales cuyo objetivo era crear empleos a nivel local y favorecer la formación de capital, se diseñaron mecanismos para mejorar la calidad del empleo a través del ICATI y de las Escuelas de Artes y Oficios, se creó, por primera vez en el país, un programa de becas para capacitación de trabajadores (que tuve la suerte de poder instrumentar) y que luego fue adoptado a nivel nacional.

Fueron muchas las acciones que mantenían a un gobierno activo todo el tiempo. No solo reactivo a lo que ocurriera.

Se preocupaba por el crecimiento urbano en detrimento del campo. Se desarrolló un programa de mojoneras en los municipios para delimitar las áreas de crecimiento que luego fue olvidado. Como toluqueño preocupado, me contaron que en una ocasión viendo que se levantaba un edificio cerca de los portales se preocupó, pidió se revisaran los permisos y si estaban respetando la ley. Su razón era que eso afectaría a los toluqueños de la vista del volcán que era algo que habría que preservar.

Como interesado en los fenómenos en torno a la administración pública, esas acciones planteaban un reto intelectual y profesional interesante y divertido.

Producto de esa provocación muchos tuvimos oportunidad de escribir y publicar libros y estudios que analizaban las transformaciones sobre los aparatos del Estado de la época.

Una lección se puede extraer: sólo cuando los hombres de Estado actúan pensando en la gente es cuando empiezan a trascender.

Es el caso.