…a Jon-Andre Huebe, quien está en el frente.
Son tiempos en los que todo parece una eternidad…o un instante.
Son tiempos de confusión, de angustia y de desconfianza.
Son los tiempos peores para muchos, para la mayoría, y tiempos mejores para casi nadie…salvo para aquellos que se sirven o están en el poder porque son los dueños de las vidas o de la muerte…y tienen a los pueblos y sociedades a sus pies promoviendo el miedo y el control de la muerte o de la vida de individuos, empleos o empresas; son los dueños del hambre y de la sed de muchos.
Pasa en todos los rincones y los hombres se sienten indefensos, frágiles, abrumados y muchos sofocados.
…Muchos son los que no saben qué hacer.
Hay países cuyas dirigencias han ganado credibilidad y fortalecen a sus gobiernos atendiendo a los sectores más diversos de la sociedad. Han sido gobiernos incluyentes que han dado confianza a sus pobladores y estos les creen. Están en distintas latitudes desde Islandia hasta Nueva Zelanda pasando por Alemania, Suecia o Noruega o Austria hasta Corea o Japón, entre otros.
Los hay que están a la mitad del camino como muchos países europeos.
Pero en otros se viven realidades diferentes y las sociedades se mueven más allá de sus gobiernos. Son sociedades que se adelantan y tratan de sobrevivir frente al estado de cosas. Son países de América Latina, de África o de Asia.
En muchas sociedades del mundo la gente le teme al hambre que se ve venir, a la falta de trabajo y de ingreso acostumbrados a una sociedad perfectamente normalizada y controlada por el crédito, la deuda o los programas de asistencia. Hoy se enfrentan a insuficiencias estructurales.
Pero, las sociedades se resisten, en los Estados Unidos, muchas comunidades protestan por el encierro y el parón en la economía o en Brasil muchas zonas marginadas siguen viviendo con el riesgo diario porque no tienen otra opción.
Y las sociedades, los hombres, las mujeres, las comunidades empiezan a rescatar prácticas ancestrales: vuelve el trueque, se crean monedas locales y muchas poblaciones toman para si su propio destino: cierran sus accesos, se vuelven más comunidad y se protegen, así empiezan a resolver sus problemas y a fortalecer estructuras sociales y políticas cuyo destina final aún no se imagina; pequeños empresarios y trabajadores que empiezan a concertar nuevas formas de relacionamiento para salvar ingresos y producción antes de que mueran ambos, nuevas formas de trabajo aparecen pareciendo borrar la distancia entre el pequeño y mediano empresario y el trabajador; grupos de mujeres, de discapacitados, de marginados que se empiezan a organizar por si mismos porque a muchos la crisis sanitaria los hizo invisibles y ellos quieren sobrevivir, lo mismo pasa con las estructuras de las diferentes familias.
Muchas sociedades, pequeñas comunidades o familias se gobiernan sin gobierno y van creando nuevas realidades. Las instancias de la normalidad, como la conocemos, no seguirá para muchos. Se van a crear normalidades diferentes y las concepciones de gobierno tradicionales harán crisis tarde o temprano. Se puede llegar a constituir sociedades más totalitarias si las fuerzas del poder político se inclinan a ello dando pasos hacia atrás en la historia o bien sociedades diferentes que entiendan mejor el presente y el porvenir que aún no se inventa y que se rescate más el sentido de comunidad. Paris tal vez vuelva a ser de los parisinos y Viena de los vieneses y Venecia de las fauna marina y de los vieneses…finalmente son, siendo universales, volverán a ser mas locales, es decir viéndose a si mismas.
En promedio son casi de casi sesenta días en cuarentena y parecen como un ante y un después de mucho tiempo, de muchas vivencias, de muchos pendientes dejados y casi sin futuro por hacer. No es tanto tiempo y sin embargo lo es.
Y muchas sociedades, comunidades y grupos se organizan ya sin el gobierno.
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