/ viernes 23 de marzo de 2018

Hablemos de Paz y No Violencia


El terrible imperativo de la felicidad

El pasado 20 de marzo fue “Día Internacional de la Felicidad”. La ONU lo instituyó en el año 2013 para reconocer a la felicidad como aspiración universal y promover su inclusión como política de los gobiernos del mundo. Tiene como antecedente que Bután, reino asiático, mide la “Felicidad Nacional Bruta”, la cual valora la calidad de vida en términos más cualitativos que cuantitativos o económicos (mide, por ejemplo, bienestar psicológico, uso del tiempo, atención a la cultura, salud y educación, diversidad ambiental, etcétera). A partir de ese año se elabora también el “Índice de Felicidad Mundial” que mide el bienestar subjetivo. Parece que México no es tan infeliz pues, a pesar de todo, en la última medición 2017 se ubica en el lugar 24 de 156 países evaluados.

Por supuesto el 20 de marzo se asocia con la llegada de la primavera y ese día las redes sociales hierven con mensajes positivos y consejos para que las personas sean felices, algunos ya conocidos como que la felicidad es cuestión de actitud, que el cuerpo siempre agradece que sonrías, que debes alejar la negatividad, entre otras perlas. Todo ello me parece muy bien en estos tiempos que corren en que la felicidad es algo difícil de alcanzar.

No obstante hay que tener cuidado con tanta felicidad pues parece que todo alrededor empuja a conseguirla a toda costa, especialmente las redes sociales y las frases de superación personal. En su vida digital, la gente trata de mostrar su mejor cara, y si no la tiene siempre ayuda mostrar una sonrisa que refleje pura diversión, como si eso fuera lo normal en la vida, mientras esconde otras facetas; además se acostumbra a esas pequeñas descargas de dopamina que provocan placer al recibir “likes”. En tanto que la autoayuda exige ser feliz con lo que se tiene y poniendo buena cara ante las adversidades.

El problema es que si el éxito se determina por la conquista de la felicidad y la diversión, cuando éstas se pierden por cualquier motivo también se pierde el rumbo de la vida. Ello explica por qué hay tantos que no pueden enfrentar los problemas cotidianos; que no saben lidiar con el fracaso, la incomodidad, el enojo, la tristeza; que les parece intolerable el aburrimiento, tan necesario para la creatividad; y que se empeñan en retrasar la muerte. En suma, personas que viven frustradas por haber perdido “su felicidad” y han olvidado otros sentimientos a los cuáles deben dar rienda suelta y aprender a vivir con ellos.

Entonces la felicidad también tiene límites. No podemos ser ultra felices todo el tiempo, no es lo normal ni lo posible. Esa es la mentira del terrible imperativo que nos imponen las redes sociales, la superación personal y, en último término, la sociedad misma.

@RodrigoSanArce


El terrible imperativo de la felicidad

El pasado 20 de marzo fue “Día Internacional de la Felicidad”. La ONU lo instituyó en el año 2013 para reconocer a la felicidad como aspiración universal y promover su inclusión como política de los gobiernos del mundo. Tiene como antecedente que Bután, reino asiático, mide la “Felicidad Nacional Bruta”, la cual valora la calidad de vida en términos más cualitativos que cuantitativos o económicos (mide, por ejemplo, bienestar psicológico, uso del tiempo, atención a la cultura, salud y educación, diversidad ambiental, etcétera). A partir de ese año se elabora también el “Índice de Felicidad Mundial” que mide el bienestar subjetivo. Parece que México no es tan infeliz pues, a pesar de todo, en la última medición 2017 se ubica en el lugar 24 de 156 países evaluados.

Por supuesto el 20 de marzo se asocia con la llegada de la primavera y ese día las redes sociales hierven con mensajes positivos y consejos para que las personas sean felices, algunos ya conocidos como que la felicidad es cuestión de actitud, que el cuerpo siempre agradece que sonrías, que debes alejar la negatividad, entre otras perlas. Todo ello me parece muy bien en estos tiempos que corren en que la felicidad es algo difícil de alcanzar.

No obstante hay que tener cuidado con tanta felicidad pues parece que todo alrededor empuja a conseguirla a toda costa, especialmente las redes sociales y las frases de superación personal. En su vida digital, la gente trata de mostrar su mejor cara, y si no la tiene siempre ayuda mostrar una sonrisa que refleje pura diversión, como si eso fuera lo normal en la vida, mientras esconde otras facetas; además se acostumbra a esas pequeñas descargas de dopamina que provocan placer al recibir “likes”. En tanto que la autoayuda exige ser feliz con lo que se tiene y poniendo buena cara ante las adversidades.

El problema es que si el éxito se determina por la conquista de la felicidad y la diversión, cuando éstas se pierden por cualquier motivo también se pierde el rumbo de la vida. Ello explica por qué hay tantos que no pueden enfrentar los problemas cotidianos; que no saben lidiar con el fracaso, la incomodidad, el enojo, la tristeza; que les parece intolerable el aburrimiento, tan necesario para la creatividad; y que se empeñan en retrasar la muerte. En suma, personas que viven frustradas por haber perdido “su felicidad” y han olvidado otros sentimientos a los cuáles deben dar rienda suelta y aprender a vivir con ellos.

Entonces la felicidad también tiene límites. No podemos ser ultra felices todo el tiempo, no es lo normal ni lo posible. Esa es la mentira del terrible imperativo que nos imponen las redes sociales, la superación personal y, en último término, la sociedad misma.

@RodrigoSanArce

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