2018: Lo tóxico y el deterioro
El Diccionario Oxford eligió la palabra “tóxico” para definir el ambiente, el estado de ánimo, el comportamiento que ha predominado en todo el mundo durante este año 2018. Según Oxford, las consultas de este término en su página web se incrementaron 45%, lo que constituye un indicador del sentimiento que priva en la gente. No es difícil corroborar en la realidad lo anterior: lo tóxico pasó de significar sólo algo “venenoso” a vincularse también con la contaminación, con las relaciones sociales nocivas, con la guerra y la violencia, incluso con la cultura, las redes sociales y la economía.
Fuera de la violencia criminal, en México lo tóxico se manifestó este 2018 en dos aspectos: las elecciones y la relación con Estados Unidos. Y no me refiero, en principio, a los resultados sino a la tremenda polarización que provocaron las elecciones y que absurdamente han dividido a los mexicanos en ganadores y perdedores y han convertido a la opinión pública en un espacio de enfrentamiento irracional, de odio y mezquindad, que poco a poco clausura el debate racional, la libertad de expresión y dónde la intolerancia anula la pluralidad. En cuanto a la relación con el país vecino, Trump siempre ha sido nocivo para México: su toxicidad ha invadido diversos campos, desde las relaciones comerciales hasta el tema migratorio.
Pero si bien los resultados electorales trastocaron el sistema político y de partidos y transformaron buena parte de la ira en optimismo y esperanza, una vez que está pasando la euforia por el arribo de AMLO a la presidencia, también comienza a aflorar el deterioro de nuestra democracia por diversas causas: el retorno de prácticas autoritarias, la posibilidad de una nueva crisis provocada por malos manejos económicos, la violencia que no cesa y la precariedad laboral. Se habla mucho de corrupción, pero casi nada se dice de la “indecencia” que priva en las instituciones empresariales y gubernamentales (no sólo en la federación, también la he visto en el Estado de México y en varios municipios): por acoso laboral o sexual, por abuso en las cargas de trabajo sin mayor remuneración, por despidos injustificados o con malos modos, por falta de oportunidades y malos tratos a personas con experiencia, etcétera.
Dicen que uno habla según como le va en la feria. Tal vez en 2018 me fue mal y por ello hablo así. Pero observen a su alrededor: hay muchos que pensamos igual y no tenemos forma de frenar el deterioro.
No obstante, como buen mexicano, aún guardo algo de optimismo que me hace seguir creyendo en que vendrán cosas buenas el próximo año. No me queda de otra. Y no me resta más que desearles que tengan felices fiestas en estos días del año que, afortunadamente, está por terminar…
@RodrigoSanArce