Evolución de la inseguridad y la Guardia Nacional
Recientemente el Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y la Justicia publicó el ranking de ciudades más inseguras: 42 de 50 están en Latinoamérica, de las cuales 15 son mexicanas y cinco están entre las primeras diez: Tijuana, Acapulco, Victoria, Juárez e Irapuato. Además diversas fuentes reportaron cifras de homicidios indicando que este es el inicio de sexenio más violento.
Es un error atribuir al gobierno de AMLO esta violencia. Más bien se debe imputar a la inercia dejada por 12 años de enfrentamientos de las fuerzas armadas y policiacas de los sexenios calderonista y peñista contra el crimen organizado. Más allá de si fue efectiva la estrategia, lo cierto es que algo debían hacer. En esta docena de años violentos se identifican dos etapas:
1. La primera del año 2006 (tal vez desde antes) a 2011, coincidente con el desplazamiento del negocio de los cárteles colombianos a México, así como el inicio de la guerra contra el narco del presidente Calderón en que predominó la violencia (y lo sigue haciendo) en ciudades como Acapulco, Tijuana y Juárez.
2. La segunda que va de 2012 (y de manera notable desde 2014) a nuestros días, provocada por el descabezamiento de grandes cárteles mexicanos, su consiguiente fragmentación en otros más pequeños (el negocio no termina con la captura de los líderes) y la diversificación que explica el aumento de delitos de extracción de recursos (secuestros, extorsiones, huachicoleo), así como su dispersión geográfica, por lo que en el ranking entran otras ciudades de los estados de Baja California Sur, Guanajuato, Jalisco y Querétaro.
La única previsión en este momento es que, en un contexto de fragmentación de grupos criminales, el Cártel Jalisco Nueva Generación emerge como el dominante.
¿Por qué no termina la guerra? La constante es la demanda de drogas en EU. Las explicaciones internas son la incapacidad de un solo grupo de monopolizar el crimen, lo que provoca homicidios entre ellos, así como la incapacidad del Estado por sostener el monopolio legítimo de la violencia; y la gran rentabilidad de cometer delitos por la corrupción e impunidad imperantes, atractiva para muchos con independencia de su situación económica.
La apuesta de Calderón fue sacar al ejército a las calles. La de Peña centralizar el poder en la Segob y militarizar al país. Con la creación de la Guardia Nacional, la de AMLO es redoblar la apuesta de Peña con más poder al gobierno y más ejército en las calles. En algún momento el presidente tendrá que comenzar a responsabilizarse por la seguridad sin culpar a gobiernos anteriores, por ello es fundamental que la Guardia Nacional tenga un inicio efectivo. De lo contrario, que Dios nos agarre confesados.
@RodrigoSanArce
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