/ viernes 3 de septiembre de 2021

Pensamiento Universitario | El bachillerato en la UAEM

El bachillerato es una etapa fundamental en la vida de los estudiantes, más aún si aspiran a cursar en seguida una carrera. Es aquí donde sus aptitudes y habilidades deben encauzarse, a fin de descubrir y alentar vocaciones.

Desde un enfoque general, en este período destacan dos objetivos centrales: por una parte, forjar las cualidades del ser humano creativo, responsable, investigador, con deseos de superación y un proyecto de vida sustentado en valores; por otra, erradicar la actitud desinteresada o facilista, el bajo rendimiento, la carencia de metas y el rechazo a la cultura del esfuerzo.

Por desgracia, los parámetros nacionales e internacionales de medición del saber muestran en este nivel resultados desalentadores, realmente mediocres, lo cual plantea preguntas ineludibles, en el sentido de si se está preparando de manera correcta a los profesionales que demandarán el México y el mundo de los próximos años. Una evidencia de esto se tiene en el reporte de la prueba PISA 2018, aplicada por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) en la evaluación de nuestro sistema educativo, con un alto porcentaje de los examinados reafirmando no tener las competencias ni los conocimientos propios de su grado y edad, al ocupar los últimos lugares en los temas de lectura, matemáticas y ciencias.

Frente a este panorama las instituciones están obligadas a elevar sustancialmente sus resultados, mediante el diseño y aplicación de estrategias tendientes a corregir los modelos ineficientes y obsoletos, incapaces de brindarle al alumno las herramientas necesarias para mejor comprender, procesar y resolver su realidad cotidiana.

En el caso específico de la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEM), es prioritario llevar a cabo un proceso de revisión y actualización de planes y programas del bachillerato, identificando con toda precisión los diversos errores cometidos, sobre todo a partir de 2015. Entre otras cosas, se deben modernizar contenidos y dar seriedad a las formas de evaluación del logro académico del alumnado, pues es inaceptable seguir enseñando conceptos poco útiles o aferrarse a la costumbre de la simulación, al calificar con trabajos grupales, desdeñar la importancia de los exámenes y aceptar el requisito de haber exentado la materia cuando se obtienen seis puntos en una escala de diez.

Asimismo, es imperativo llevar a cabo la supervisión rigurosa del desempeño docente, combatir la improvisación y reconocer a quienes demuestren ser capaces de impulsar en los jóvenes los atributos deseables. El acumular cartones académicos “gansito”, o ser un exponente del nepotismo, no significa tener un perfil pedagógico de calidad y sólo se participa en un engaño de consecuencias imperdonables.

Y qué decir de la generalidad de las autoridades, empezando por los rectores, cuya supina ignorancia les ha impedido identificar en la Escuela Preparatoria la creación del talento, indispensable en el fortalecimiento intelectual de los estudiantes de las distintas licenciaturas. Precisamente ahora, con el arribo de esta gris administración, se designa en la secretaría de Docencia a una persona bastante limitada, y ésta a su vez nombra en la dirección del Nivel Medio Superior a un individuo sin los méritos ni la experiencia necesarios para dar cumplimiento cabal a sus responsabilidades.

Si en la selección de liderazgos no se privilegia la aptitud, la probada vocación de servicio y el conocimiento pleno sobre los asuntos donde se va a intervenir, queda en simple palabrería aquello de actuar con ética y buscar siempre el progreso institucional.