/ lunes 16 de julio de 2018

Contexto


On est champions…”, y París está de fiesta

Los gritos en cada restaurante, en cada bar, en cada calle, en cada barrio, en cada poblado francés reflejaba la alegría de los franceses porque su equipo había ganado la copa del mundo y todos se fueron a concentrar en torno al Arco del Triunfo en París.

El grito de felicidad era el canto de la Marsellesa…”allonz enfant de la patrie le jours de gloire est arrivé….”, a lo que seguían canticos “On est champions, on est champions….” (somos campeones, somos campeones), “ce qui ne saute pas ce n´est pas francais” (el que no salte no es francés) y “allez les bleus…” (vamos los azules)…y la gente brincaba y todos envueltos en banderas tricolores cantaban y cantaban, algunos con cerveza en mano, algunos con una botella de vino, muchos tomándose fotos con la policía nacional que vigilaba las entradas a los principales, otros con el dorso desnudo, las mujeres que cantaban al ritmo de los hombres, las parejas que se besaban, las motos metidas entre la masa que pitaban sin cesar el ser campeones…ríos y ríos de gente que caminaban y caminaban sin parar…en los semáforos gente que montaba hasta los más alto, lo mismo en las paradas de los autobuses, en los basureros…los Campos Elíseos se vestían de alegría mientras los nombres, las imágenes de los campeones se proyectaban en el Arco del Triunfo.

Desde todos los puntos se festejaba, en el metro, en las plaza de la República cerca de donde fueron los atentados, en la plaza de la Bastilla, en el campo marte, cerca de la torre Eiffel, en el Canal de San Martín, en la Ciudad Universitaria, en familia, en la soledad de los miles que viven solos y que no tienen con quien compartir…todos festejaban.

Ayer fue el 14 de Julio día de la fiesta nacional francesa y fuimos a ver el desfile y a vi a muchos franceses orgullosos de serlo, de su historia, de su pasado, de su futuro en el que creen…y hoy un día después el 15 de julio vuelven a reunirse en el Arco del Triunfo y en la Plaza de la Concordia y mañana lo van a volver a hacer al recibir a sus campeones una vez más…París está de fiesta.

Ser campeón del mundo lo merece.

Un equipo joven.

Un equipo disciplinado y ordenado.

Un entrenador que en cada partido sabía lo que quería y hacia lo que debía…y eso que pocos creían en él.

Un equipo sin una estrella que eclipsara a los otros.

Un país que empezó con escepticismo ver jugar a su equipo y que poco a poco vio cómo mejoraban hasta ser campeones.

Desde las 10 de la mañana, el partido era a las 5 de la tarde, más de cien mil personas se reunieron cerca de la torre Eiffel, bajo una temperatura de más de treinta grados para ver el partido en una pantalla gigante, jóvenes con melenas, miles de descendientes de africanos, familias, turistas hasta que ya no pudieron entrar más. Lo mismo pasaba en cada cafecito de cualquier barrio.

Y también otra realidad.

Muchos descendientes de africanos eran la piedra central del equipo: es un mensaje contra la discriminación y el racismo…también se decía eso. Jóvenes descendientes de las antiguas colonias francesas que hoy le dan unidad al pueblo francés y les mandan un mensaje de fraternidad al mundo y los franceses.

En los barrios marginados en los que están miles de inmigrantes también cantaban con alegría por la copa del mundo pero también decía “on est africain, on est africain…” (somos africanos, somos africanos), al mismo tiempo que se reconocen franceses.

Una fiesta en fin.

El futbol recupera, aunque sea por el momento, el tejido social francés. Une y da sentido de identidad.

La Primera Ministra de Croacia, con gran elegancia, reconoce el triunfo y felicita. Ella llegó al ver el juego pagándose su propio pasaje porque simplemente no era un viaje oficial: un ejemplo de uso de recursos públicos.

Francia es campeón y lo merece.

Aquí ya es casi medianoche y aun en las calles se escuchan los gritos de alegría…”on est champions, on est champios” y París sigue de fiesta.


On est champions…”, y París está de fiesta

Los gritos en cada restaurante, en cada bar, en cada calle, en cada barrio, en cada poblado francés reflejaba la alegría de los franceses porque su equipo había ganado la copa del mundo y todos se fueron a concentrar en torno al Arco del Triunfo en París.

El grito de felicidad era el canto de la Marsellesa…”allonz enfant de la patrie le jours de gloire est arrivé….”, a lo que seguían canticos “On est champions, on est champions….” (somos campeones, somos campeones), “ce qui ne saute pas ce n´est pas francais” (el que no salte no es francés) y “allez les bleus…” (vamos los azules)…y la gente brincaba y todos envueltos en banderas tricolores cantaban y cantaban, algunos con cerveza en mano, algunos con una botella de vino, muchos tomándose fotos con la policía nacional que vigilaba las entradas a los principales, otros con el dorso desnudo, las mujeres que cantaban al ritmo de los hombres, las parejas que se besaban, las motos metidas entre la masa que pitaban sin cesar el ser campeones…ríos y ríos de gente que caminaban y caminaban sin parar…en los semáforos gente que montaba hasta los más alto, lo mismo en las paradas de los autobuses, en los basureros…los Campos Elíseos se vestían de alegría mientras los nombres, las imágenes de los campeones se proyectaban en el Arco del Triunfo.

Desde todos los puntos se festejaba, en el metro, en las plaza de la República cerca de donde fueron los atentados, en la plaza de la Bastilla, en el campo marte, cerca de la torre Eiffel, en el Canal de San Martín, en la Ciudad Universitaria, en familia, en la soledad de los miles que viven solos y que no tienen con quien compartir…todos festejaban.

Ayer fue el 14 de Julio día de la fiesta nacional francesa y fuimos a ver el desfile y a vi a muchos franceses orgullosos de serlo, de su historia, de su pasado, de su futuro en el que creen…y hoy un día después el 15 de julio vuelven a reunirse en el Arco del Triunfo y en la Plaza de la Concordia y mañana lo van a volver a hacer al recibir a sus campeones una vez más…París está de fiesta.

Ser campeón del mundo lo merece.

Un equipo joven.

Un equipo disciplinado y ordenado.

Un entrenador que en cada partido sabía lo que quería y hacia lo que debía…y eso que pocos creían en él.

Un equipo sin una estrella que eclipsara a los otros.

Un país que empezó con escepticismo ver jugar a su equipo y que poco a poco vio cómo mejoraban hasta ser campeones.

Desde las 10 de la mañana, el partido era a las 5 de la tarde, más de cien mil personas se reunieron cerca de la torre Eiffel, bajo una temperatura de más de treinta grados para ver el partido en una pantalla gigante, jóvenes con melenas, miles de descendientes de africanos, familias, turistas hasta que ya no pudieron entrar más. Lo mismo pasaba en cada cafecito de cualquier barrio.

Y también otra realidad.

Muchos descendientes de africanos eran la piedra central del equipo: es un mensaje contra la discriminación y el racismo…también se decía eso. Jóvenes descendientes de las antiguas colonias francesas que hoy le dan unidad al pueblo francés y les mandan un mensaje de fraternidad al mundo y los franceses.

En los barrios marginados en los que están miles de inmigrantes también cantaban con alegría por la copa del mundo pero también decía “on est africain, on est africain…” (somos africanos, somos africanos), al mismo tiempo que se reconocen franceses.

Una fiesta en fin.

El futbol recupera, aunque sea por el momento, el tejido social francés. Une y da sentido de identidad.

La Primera Ministra de Croacia, con gran elegancia, reconoce el triunfo y felicita. Ella llegó al ver el juego pagándose su propio pasaje porque simplemente no era un viaje oficial: un ejemplo de uso de recursos públicos.

Francia es campeón y lo merece.

Aquí ya es casi medianoche y aun en las calles se escuchan los gritos de alegría…”on est champions, on est champios” y París sigue de fiesta.